La ISPS Handa Premiership de Nueva Zelanda, el torneo de fútbol principal, tiene ocho equipos. Es un deporte relegado en la isla, que camina desde atrás en popularidad con el rugby y el cricket. La final del 2019 entre Team Wellington y Eastern Suburbs que le dio el primer título a este club en casi 50 años contó con tribunas semivacías. Los All Blacks, el equipo más poderoso de rugby en el planeta, decidió homenajear a Maradona con una camiseta con su nombre durante el Haka, su ritual tradicional. “Fue una forma de mostrar respeto a una leyenda de Argentina, una leyenda del fútbol. Personalmente, no sé mucho de fútbol, pero los chicos, sí”, reconoció en conferencia de prensa el capitán Sam Cane, el encargo de liderar ese tributo que dio la vuelta al mundo. Impactó a todos.
Aziz Asmar es un artista sirio que obtuvo popularidad en todo el planeta durante las últimas horas. Las paredes de una casa destruida en Binnish fueron su lienzo para dedicarle un mural a Diego tras su muerte y así también viralizar el conflicto militar que los castiga desde el 2011. En el medio del dolor, Maradona fue la figura pacificadora para él.
Podríamos haber especulado con una multitud corroída de dolor escalando las rejas de la Casa Rosada para intentar despedir el féretro en un funeral multitudinario. Se hubiese podido prever la marea roja que rodeó al estadio del Napoli; también que ese recinto sagrado donde el Diez dio sus mejores estocadas pasaría a llamarse inmediatamente Diego Armando Maradona y nadie levantaría una voz en contra. Inclusive era esperable que las tierras más futboleras o identificadas con Maradona hubiesen tenido gestos de distinto calibre como los aplausos de los jugadores en la Bombonera al palco histórico de la familia o el Bicho con un sinfín de pequeños homenajes que emocionaron.
Nadie, ni Diego, hubiese esperado que las tapas de decenas de diarios alrededor del mundo tuviesen su cara durante dos días seguidos relatando su muerte, dándole crédito al nacimiento de su mito. El impacto que significó al mundo la pérdida física de Maradona no hubiese estado ni en la conjetura de los afiliados a la Iglesia Maradoniana. De Siria a Nueva Zelanda. Desde Ecuador a Uzbekistán y Timor Oriental. De Alemania a Inglaterra. Maradona superó al propio Maradona.
Un jugador de fútbol, el más magnífico de la historia, el creador de epopeyas, ahora es parte de la mitología como los dioses griegos. Los países más futboleros se superan hora a hora para rendirle un homenaje innovador, a la altura de las circunstancias. Las naciones sin tradición con la pelota, también. Habrá una pregunta inconclusa después de esto. Imposible de responder. El enigma indescifrable. ¿Qué es lo que generó realmente Maradona en todo el mundo que su partida derivó en la conmoción de cada fragmento del planeta sin importar si el fútbol es un deporte popular allí o si alguna vez les hizo un gol con la mano que los sacó de un Mundial?
El Malba lo despidió como un “artista argentino”. Víctor Hugo Morales –quién otro– tuvo precisiones para explicarlo desde esta óptica: “Diego fue el Picasso, el Mozart de todos los tiempos. Picasso también tuvo una vida turbulenta y sin embargo cuando pensás en Picasso ves el Guernica, ves el cubismo, lo que él representó artísticamente. Qué se yo con quiénes se casó, con quiénes vivió, qué errores cometió, qué dijo políticamente. Lo mismo la vida azarosa que tuvo Mozart”. Pero no alcanza con eso. Su despedida excedió a la de un eximio artista, al de un majestuoso deportista, a la de un revolucionario. Maradona también tuvo un adiós acorde a su vida: diferente a cualquier otra cosa alrededor del mundo.
Los diarios británicos repitieron en sus tapas la foto o referencias al gol de La mano de Dios para despedirlo. Eligieron el golpe más doloroso a nivel deportivo que recibieron para darle un homenaje a su verdugo futbolístico. Pero como si eso no fuese suficiente, en el Etihad Stadium del Manchester City pusieron en las pantallas el gol del siglo, que también les hizo a ellos, mientras los aplausos se repetían.
Dirán que ese es un club multicultural, de capitales extranjeros, de vestuario con más banderas de afuera que inglesas. Pero no fue un caso aislado: en Alemania, el Borussia Dortmund eligió decirle adiós con una foto de Diego alzando la Copa del Mundo tras la final ante ellos cuando podrían haber seleccionado millones distintas. Esto, de todos modos, es una pequeña muestra.
Se hubiese esperado un minuto de silencio en casi todo el mundo, sí. Pero ni el más maradoniano hubiese esperado estas muestras de respeto con las dagas que él mismo clavó. Como la selección inglesa dándole el último adiós con la foto del golazo del 86 o Juventus simplemente compartiendo el tiro libre imposible que les hizo en uno de esos clásicos que dividían al país ante el Napoli.
El más fundamentalista maradoniano tal vez hubiese esperado ver lágrimas en el rostro de Ancelotti en el minuto de silencio, el reconocimiento de Bielsa o la profunda emoción de Mourinho, pero jamás hubiese descifrado que se iba a desatar una carrera de homenajes innovadores alrededor del planeta.
Que en Ecuador pararían los partidos de su liga a los 10 minutos en plena acción de juego para rendirle un homenaje, que en Sevilla sonaría Mi Buenos Aires Querido o que el Pakhtakor, el combinado más popular de Uzbekistán, saldría a la cancha a celebrar el título y jugar el derby con una camiseta especial que fundía en su azul y amarillo los colores de Argentina y la cara de Maradona. Mucho menos que en Timor Oriental, una isla asiática que fue colonia portuguesa y limita con Indonesia, un equipo prepararía una pancarta especial en conmemoración del Diez.
Sí, era predecible que los argentinos en el mundo tuviesen un brazalete con su nombre, hicieran gestos en los goles o portaran alguna camiseta para homenajearlo pero, ¿Quién carajo esperaba que Messi iba a despedazar su habitual perfil bajo y a desesperarse por hacerle un gol al Osasuna con el solo fin de mostrar que abajo de la Nike del Barcelona tenía una Adidas de Newell’s similar al modelo que vistió Diego durante los siete partidos que estuvo en la Lepra?
Ni Maradona lo hubiese pensado.
Previsiblemente se esperaba ver su imagen proyectada en edificios icónicos del mundo, como ocurrió hasta en China. Pero era inimaginable que el presidente de Francia publicara a horas de su muerte una extensa carta para hablar sobre el mejor futbolista de toda la historia, que el mítico Santos de Pelé le ponga “Maradona” a la 10 o que la primer ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina, expresara su dolor oficialmente en nombre de los 160 millones de habitantes de su país.
No sorprende la cantidad de homenajes, recuerdos y distinciones alrededor del mundo, pues Maradona en una buena porción de la tierra es sinónimo de Argentina, como si él mismo fuese una propia nación. Sin embargo, la calidad de estos mensajes, la innovación a cada segundo y la complejidad de cada uno de ellos superaron lo proyectado. Ni el más acérrimo fanático lo hubiese pensado.
Diego abrió una nueva era que se cerrará también con él. El mundo, sin distinción entre las influencias orientales u occidentales, no despidió a un futbolista, ni a un artista, ni a un revolucionario, ni a un ídolo, ni a un líder político o religioso. El planeta entero despidió a Maradona. Y eso no volverá a ocurrir con ningún otro ser humano.
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