Es julio de 1984. ¿Qué esperas de la ciudad de Nápoles?, cuestionó un reportero a Diego Armando Maradona, previo a llegar a dicha ciudad de Italia.
El futbolista responde que esperaba encontrar tranquilidad, la cual no tuvo en Barcelona, principalmente buscaba respeto. La transacción entre Club Barcelona y Napoli se concretó por USD 7 millones –lo que ahora significaría USD 17.5 millones-. En su presentación se reunieron 70,000 personas en el Estadio San Paolo.
Él permaneció siete años en el Napoli, periodo en donde se conocieron parte de los contrastes de quien es considerado como uno de los mejores futbolistas del orbe. Previo a su llegada a dicha ciudad italiana, las referencias fueron la pobreza, la violencia y los conflictos en la mafia italiana.
Ese contexto pasó a un segundo plano con lo que hizo Diego en la cancha, sí, su presencia revolucionó todo, los llevó a sumar dos campeonatos de liga: 1987 y 1990. Para que llegara ese primer título, la afición esperó seis décadas. El equipo ganó una Copa Italia (1986-19887), una Supercopa (1990-1991) y una Copa Uefa (1988-1989).
La ciudad adoptó al astro y el futbolista se identificó con el contexto. En su momento indicó que quería ser “el ídolo de los pibes pobres de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires”. La relación entre Nápoles y Maradona es inmediata.
Pero también fue ese mismo sitio en donde el astro argentino se relaciona con la mafia y se documentó su adicción a las drogas. El campeón del mundo de México 1986 reconoció que la mafia le ofrecía seguridad y que esa era su relación con ellos.
El escritor Juan Villoro lo describió en entrevista para W Radio que fue “la estrella intangible en las canchas y el hombre que se hunde en el lodo y sobrevive de milagro”.
Fue en 1991 que el futbolista dio positivo en un control antidopaje por cocaína y fue suspendido por 15 meses. A los problemas acumuló posesión de drogas y evasión de impuestos.
Maradona y los Dorados de Sinaloa
Un efecto parecido ocurrió en Culiacán, Sinaloa. Aunque al igual que Nápoles su llegada generó sorpresa. “Presi, ahí vamos. Empieza la revolución maradoniana”, expresó el astro argentino en un mensaje que le envió Antonio Núñez, presidente Dorados de Sinaloa.
Es septiembre del 2018. Dorados de Sinaloa presenta a Maradona como su entrenador y la atención en el ámbito deportivo la acaparan. Todos querían ver y saber transformaba al equipo de fútbol, en un región donde la primera referencia es el narcotráfico y por otra parte estaba el largo historial del Pelusa, apodo con el que se le conocía al jugador, de escándalos.
En el documental Maradona en Sinaloa, producido por Netflix, muestra cómo fue la estancia del argentino en dos torneos, y en el que expresó que el cariño que le transmitían los jugadores para él era como si volviera a jugar.
Al llegar, se indica que el exfutbolista habló primero con los jugadores que regularmente no jugaban y se mimetizaba de tal manera parecía ser uno más entre los miembros de dicho plantel, en el vestidor cantaba y bailaba con ellos. Siempre que llegaba saludaba a todos y se preocupaba por cuidarlos.
Provocó que Dorados con los resultados justos clasificara a la Liguilla y después disputó dos finales sucesivas: Apertura 2018 y Clausura 2019, pero ambas las perdió contra Club Atlético de San Luis.
Jorge Córdoba, uno de los futbolistas que fue parte del plantel de Dorados, declaró para La Central Deportiva, recordó que uno de los momentos que lo marcó fue cuando “pierden una de las finales contra San Luis y Diego lloraba como un chico. Fue un campeón del mundo y estaba muy mal por perder. Eso te demostraba lo que amaba el fútbol”.
Maradona refirió que en Dorados encontró gente a su medida. Fue el penúltimo equipo que tuvo a su cargo, en total fueron seis organizaciones en las que fungió como director técnico: Club Deportivo Mandiyú, Racing Club, Al Wasl FC, Al-Fujairah SC, Dorados de Sinaloa y Gimnasia y Esgrima La Plata.
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