El dolor que provocó la muerte de Diego Maradona se sintió en todos los rincones del planeta. El ídolo popular se transformó en un fenómeno social amparado en un amor incondicional envuelto en una admiración generalizada que va más allá de la pelota.
El legado que se transmitirá de generación en generación será un mensaje universal que comenzó a trasladarse por los propios protagonistas que estuvieron cerca de D10S.
Uno de ellos fue Guillermo Barros Schelotto, ex compañero de Pelusa en Boca, cuando el Xeneize formó el Dream Team en la década del noventa. “Cada momento al lado tuyo es inolvidable: por la grandeza con la que tratabas de ser uno más, pero con las sensaciones únicas que generabas en cada uno de nosotros. No me va a alcanzar la vida para agradecerte tu apoyo incondicional”, escribió el Mellizo en su cuenta oficial de Instagram. Y continuó: “Desde mi llegada a Boca hasta cuando me tocó jugar en Reserva, siempre estabas ahí porque sabías perfectamente lo que sentían los jugadores. Es un orgullo difícil de transmitir haber tenido la sensación de que nos entendíamos con una mirada. Adentro y afuera de la cancha. Siempre”.
“La vida y vos (que es lo mismo, porque sos la vida) me llevaron a Boca. Me emociona que haya sido Gimnasia el club que te volvió a abrir las puertas del fútbol argentino. Lo único que pedíamos en el último tiempo era que fueras feliz. Teniendo la vida que quisieras, pero feliz y acompañado por la gente que te quiere tanto. Lo merecías”, redactó el ex delantero. Y concluyó: “Nuestra obligación como futbolistas es que nuestros hijos (y luego sus hijos) sepan quien le puso nombre y apellido a nuestros sueños. Gracias, Diego”.
La emotiva carta de Guillermo dejó en claro cómo el misterioso destino puso al Diez en su camino. Y juntos recibieron el afecto de Boca y de Gimnasia. Ambos conocieron el afecto de las hinchadas que amaron por sentimiento personal adquirido desde la cuna o por adopción.
El féretro de Diego Maradona fue retirado esta tarde del hall central de la Casa Rosada, donde se realizaba el velatorio, ante el ingreso de fanáticos ávidos por darle el último adiós en las últimas horas de la ceremonia.
El ingreso de hinchas en el lugar hizo que el personal de seguridad de la sede de Gobierno llevara los restos del Diez hasta el Salón de los Pueblos Originarios, ubicado a unos 30 metros, donde se lo mantuvo bajo llave junto a la familia, a salvo de los desbordes.
A las 16:30, la situación en la sede del Gobierno, incluido el Patio de las Palmeras, estaba normalizada, aunque se desconocía si volverá a permitirse el reingreso del público, que estaba previsto hasta a las 19.
Paralelamente, la Casa Rosada fue blindada en su perímetro por un cordón policial y un fuerte retén del cuerpo de Infantería por la entrada principal de Balcarce 50.
La invasión del recinto se produjo cerca de las 15:30 ante la concentración de hinchas en el ingreso al velatorio, que en principio iba a terminar una hora más tarde.
Cuando los efectivos de seguridad intentaban desagotar el hall central, un grupo de fanáticos ingresó al emblemático Patio de las Palmeras, donde permaneció entonando cánticos de homenaje al astro, pero luego fue desalojado.
La decisión de extender el horario del funeral fue abortada frente a los desbordes ocurridos en la Plaza de Mayo y sus alrededores por la enorme cantidad de personas.
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