“Maradonapoli”: la crónica de un partido épico y perfecto que puso Italia a sus pies para siempre

El artículo escrito por el famoso periodista y escritor italiano Gianni Mura volvió a ser publicado a 35 años de un encuentro memorable entre Napoli y Juventus, donde Diego Armando Maradona brilló como nunca

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Aquellos cientos, miles de millones desparramados por el planeta que viven con las entrañas esa danza deportiva llamada fútbol, balompié o soccer, sienten que una de las más grandes estrellas que iluminaba ese juego popular se apagó. Murió Diego Armando Maradona. Dejó la terrenalidad a los 60 años y se unió eternamente en la gloria que ya abrazaba y a la leyenda que lo acompañó durante toda su existencia.

Sus años fueron fructíferos y mágicos: génesis en la Asociación Atlética Argentinos Juniors, paso y campeonato por Boca Juniors -su amor argentino-, Barcelona (España), Napoli (talia), Sevilla (España), Newell’s Old Boys (Argentina), Boca nuevamente y su selección nacional que lo llevó a lo más alto de la galaxia futbolística mundial en 1986.

Pero fue en uno de esos destinos donde su esplendor fue total. Donde Maradona conquistó no sólo a una ciudad, sino a un pueblo entero que se rindió a sus pies por su carisma irreductible y su cosmovisión genética. Ese bautismo sagrado, esa comunión indisoluble tiene fecha exacta: 3 de noviembre de 1985. Ese día, Napoli no celebró su esquivo Scudetto -que alzaría dos años después-, sino que pudo ver cómo ese breve y malabarista argentino hacía añicos al todopoderoso Juventus, que lideraba la Serie A. Dos días después, el presitgioso periodista y escritor Gianni Mura publicaría una crónica memorable: en ella pronosticaba la consagración del club sureño y la fusión perfecta que representaba Maradona en aquella ciudad, hecha a su medida.

Maradonapoli, tituló su genial composición Mura que hoy La Reppublica revivió. Su autor murió también este año -el 21 de marzo- quizás como prolegómeno de la partida eterna de Diego.

Tenía que detener a la Juve y la detuvo, comenzó su prosa infinita. El imaginario popular no tiene en cuenta lo colectivo, una palabra tan querida por Ottavio Bianchi. Un hombre solitario al mando del barco de los sueños: su camiseta es blanquiceleste, su nombre es Diego Armando Maradona, su izquierda es implacable. Dicen que pasó por alto a San Gennaro, que no tiene la ventaja de actuar todos los domingos”.

El escritor italiano, uno de los más famosos y referentes de la pluma futbolística, prosiguió extasiado: Casi todos sus goles son tan alegres y burlones como su rostro, que es demasiado obvio para definirlo como un pilluelo. Caras como la tuya ofrecen falsos Lacoste y falsos Vuitton a Sanità, con auténtica ilusión. Qué diferencia con (Hasse) Jeppson y (Ruud) Krol, profetas del Norte, que izaron la bandera más por necesidad que por convicción: Nápoles o cualquier otro lugar, para ellos, era lo mismo”. Mura hace alusión a otros dos futbolistas europeos que brillaron en el Napoli, aunque los diferencia del argentino.

Quizás (Enrique Omar) Sivori estaba cerca de Maradona, por sus habilidades de malabarismo, pero con una carrera a sus espaldas. Ahora ya no importa saber si Maradona es un hombre de equipo: es un hombre de ciudad”, escribió el periodista, comparándolo con otra gloria argentina.

Rendido luego del triunfo napolitano de aquel lluvioso y barroso noviembre de 1985, Mura explicó que el joven originario de la humildísima Villa Fiorito, en Lanús, provincia de Buenos Aires, ya no pertenecía a un club, sino a una ciudad entera. No es un jugador del Napoli, sino un jugador de Nápoles. No es el capitán del Napoli, sino de Nápoles. Y como tal se expresa. No es su culpa que a menudo le hagan preguntas terriblemente triviales (pero la alegría y el dolor, pensándolo bien, también son triviales)”.

Diego Maradona hace su presentación en el estadio San Paolo, en Nápoles, el 5 de julio de 1984 (Shutterstock)
Diego Maradona hace su presentación en el estadio San Paolo, en Nápoles, el 5 de julio de 1984 (Shutterstock)

Preste atención a cómo habla: como ministro, embajador, hombre de poder y responsabilidad. Habla con responsabilidad, con profunda sinceridad e intuiciones singulares (‘le agrado tanto a los niños porque yo también soy un niño’). Maradona es lo que parece y parece lo que es. Maradona habla por todos: por Ferlaino y Allodi, por Marino y Bianchi, por Ciccillo y Pascalone. Maradona puede. Nápoles puede, publicó en aquella oportunidad el matutino italiano.

Mura continuó con su dedicatoria: Napoli perdió con el pobre de Turín (en referencia al Torino), pero le ganó al rico, al invencible, al récord. Lo venció en un día nórdico, lluvia y barro, cuando hasta Dios parecía un jugador de la Juventus, el campo pesado a favor de las tropas blindadas y en contra de los juegos ligeros del pequeño rey. Incluso en una jugada a balón parado se expresa su talento balístico, otro gol de violinista, un trino al efecto; con Maradona la pelota apenas se lanza a la portería con un disparo seco y fuerte, se va ahí como un pájaro, en vuelo lento y siempre nuevo”.

El hijo del carpintero de Lanús en Barcelona era un emigrante, no en Nápoles. Mejor, es como si el sobrino de los que salieron del muelle de Immacolatella hubiera regresado en jumbo. Quizás no había y no hay mucha diferencia entre un barrio bajo de Nápoles y uno de Baires. Y ciertas características de Maradona (el sentido y la necesidad de la familia numerosa y extendida, la casa que no encuentra) lo napolitano en proyección exterior, lo hacen adherirse cada vez más a su ciudad. Hay mucho sentimiento en el fútbol que produce Maradona, es un cohete en la ciudad de los incendios. Alrededor, sin embargo, la mayoría del equipo es, más que nórdico, prusiano. Las declaraciones de Maradona se han vuelto más realistas, permaneciendo sinceras. Él mismo se volvió más realista, hasta el punto de patear un balón en la grada para perder tiempo. Y sincero, porque admitió que se merecía la reprimenda que le infligieron, reza la crónica histórica.

Mura continuó con sus loas a Maradona, hoy inmortal:El hombre-ciudad Maradona: qué lejos parecen para él las frases demagógicas sobre los miles de millones que no son para las alcantarillas, no son para los hospitales, como si construir alcantarillas y hospitales fuera parte de las tareas de un club de fútbol. Maradona, ‘Na m’adora’, claro: pero es difícil valorar quién se ha hecho más rico (no hablo de dinero, claro). Si él, expresándose como el primero entre iguales, libre para florecer y ser como en un gran invernadero al aire libre, o Napoli. El norte, las industrias: ahora en Napoli la industria es la audiencia de San Paolo, que no es suficiente para mantenerlo todo: 60 mil suscriptores”.

Un santuario con la inscripción "Maradona ha fallecido el 25 de noviembre de 2020. Napoli llora, adiós al Dios del fútbol" en el llamado "Esquina Maradona" en la cima del Quartieri Spagnoli en Nápoles (AFP)
Un santuario con la inscripción "Maradona ha fallecido el 25 de noviembre de 2020. Napoli llora, adiós al Dios del fútbol" en el llamado "Esquina Maradona" en la cima del Quartieri Spagnoli en Nápoles (AFP)

Comparada con Milán, Turín, Roma, Nápoles es la única gran ciudad indivisa en vítores y, por lo tanto, unánime en encender y fruncir el ceño. No hay nadie que llore y que ría: ni aquí ni allá. Maradona entendió esto de inmediato y no necesitaba ser fuerte para conocerla. Le bastaba ser él mismo: camiseta, jeans y zapatillas, partidos de fútbol, visitas a enfermos y presos. Todos los campeones de fútbol aman al público, en palabras, y luego a todos en su lugar”, dice el autor italiano.

Maradonapoli, la crónica hecha en homenaje al argentino hace 25 años, continúa: Maradona en la multitud nos baña como un pato, toda esa afición lo siente con y para él como está con y para ellos, pero en serio. Otros profesionales del fútbol, incluso muy buenos, no están tan involucrados, aunque no vivan en la torre de marfil. No creen que se involucren, por pudor, miedo o sequedad. Maradona no, también es atento y sensible a las voces de abajo: no es el que marcha sobre ellas, sino el que cree en ellas. Hablando de Nápoles, corremos el riesgo de acabar en el cliché, que es donde se encuentran muchas personas. Hablando de Maradona, ídem”.

Por último, Mura remata su pieza periodística de la consagración maradoniana en Nápoles:Rara vez, creo, nuestro fútbol ha mostrado un vínculo tan inmediato entre el alma de una ciudad y la de un hombre (no de un equipo, o al menos yo no diría, todavía). El idioma también ayuda: guappo, guapo, también lo entienden en Baires, tango y tammurriata tienen las mismas cadencias. Maradona, un artesano mágico, extrae milagros operados con monedas del cilindro de su pie. Mejor no creer más en los milagros, Maradonapoli es oro; es el momento, tal vez”.

Aquel 3 de noviembre de 1985 Maradona permitió que Napoli incomodara a Juventus en la cima de la Serie A del Calcio. Su actuación fue sobrenatural. Esa temporada el club sureño terminó tercero en la clasificación, pero significó el prolegómeno para lo que se vendría dos años después: el campeonato que pronosticó Mura y que posibilitó el hombre-ciudad, como él mismo inmortalizó. Hoy, quizás, se reúnan para hablar de la gran pasión que los unió en Nápoles: el fútbol.

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