Ernesto Canto, considerado como el “Mejor Andarín del Mundo” por la Federación Internacional de Atletismo, fue un marchista mexicano reconocido por su enorme desempeño en las competencias de 20 kilómetros en caminata. Uno de los momentos más reconocidos y recordados de su carrera fue en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, cuando consiguió el oro para México en dicha competencia.
En ese año, la justa Olímpica presidida por el país norteamericano se convirtió en una de las más recordadas. En medio del conflicto político conocido como la “Guerra Fría”, los países pertenecientes al bloque socialista, con excepción de Rumania, respondieron al boicot que Estados Unidos encaminó en contra de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. A menos dos meses del inicio, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) canceló su participación junto a países como Cuba, Corea del Norte y Polonia.
De esa forma, el desfile de inauguración en el Memorial Coliseum de Los Ángeles fue marcado por la ausencia de las 14 naciones que suspendieron su participación. Sin embargo, 6 días después, el 3 de agosto de 1984, los asistentes al mismo recinto atestiguaron la victoria de México en los 20 kilómetros de caminata. El pódium fue encabezado por los mexicanos Ernesto Canto, quien se llevó el oro, y Raúl González quien se consolidó como el segundo mejor de la competencia.
Luego de transcurrir los primeros 5 kilómetros, Ernesto Canto Gudiño se adueñó de la punta en el grupo conformado por 38 andarines. La situación no cambió durante los siguientes siete kilómetros. Gracias a su paso constante, al rebasar los 12 kilómetros de recorrido, el italiano Maurizio Damilano logró arrebatar el primer lugar al mexicano. Sin embargo, 6,000 metros más adelante su paso mermó y el mexicano de 24 años logró adueñarse una vez más del liderato.
Canto abrazó el primer lugar y así se mantuvo hasta encontrarse en los alrededores del Coliseo angelino. Luego de atravesar uno de los accesos, se encontró recorriendo la pista de tartán. En ese momento, su paso registró una velocidad promedio de 3 minutos y 43 segundos por kilómetro. La ovación de los asistentes en la tribuna engrandeció el recorrido de Canto quien marchaba muy cerca de los conos naranjas que le indicaban la primera vuelta que tenía que dar a la pista.
A 100 metros de Ernesto, Raúl González Rodríguez se consolidaba como ganador de la plata y confirmaba los primeros dos lugares para México. Canto completó la primera vuelta a la pista y se enfiló hacia la recta final. A su derecha ya se encontraban los atletas que apenas ingresaban a la pista para recorrerla por primera vez. Apenas cruzó la meta levantó los brazos y retiró de su cabeza la gorra que lo protegió del sol durante la carrera.
Con cansancio evidente caminó unos metros más para levantar del suelo un sombrero de charro que se colocó luego de que el staff rociara agua sobre su cabello. Damilano, el italiano con quien se disputó el liderazgo del grupo en la segunda mitad del recorrido, se acercó a Canto y le dio un abrazo como felicitación, luego del gesto y decirle algunas palabras tomó su brazo y levantó el puño en símbolo de victoria. Damilano, ganador del bronce, también felicitó a González por el segundo lugar. Al encontrarse, los dos mexicanos se abrazaron y, luego, caminaron junto al tercer lugar de la competencia. Luego de recorrer 20 kilómetros en 1:23:13 horas, Ernesto Canto impuso una nueva marca en la disciplina.
El conflicto político vigente también trastocó la hazaña del mexicano. Tras conseguir la victoria, algunos especialistas en caminata enjuiciaron la victoria del mexicano al argumentar la ausencia de los atletas que no participaron debido al boicot. No obstante, Canto los derrotó un año antes, en Helsinki, cuando se proclamó Campeón Mundial.
Luego de ganar la presea de oro, en 1989 ganó la Copa Randers en Dinamarca. Un año después se consagró como el mejor en la Copa de las Naciones celebrada en Múnich, así como en los Juegos de la Amistad con sede en Seattle.
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