El orgullo que siente Lewis Hamilton por su padre no conoce límites. La admiración hacia Anthony se puede sentir en cada palabra que sale de su boca y el agradecimiento hacia él por haber llegado donde llegó (hoy siete veces campeón del mundo) es interminable.
Sin embargo, en una relación que parece de cuentos, hubo un quiebre. Un momento en el que sus caminos se alejaron: el deportista llegó a “romper” el corazón de su padre por un motivo que, años más tarde, aceptó que había sido por su bien deportivo.
“Mis papás se separaron cuando yo tenía dos años y crecí con mi mamá hasta los ocho. Pasaba solo los fines de semana con mi papá pero él no tenía idea qué hacer conmigo”, recordó el piloto de Mercedes en una entrevista con David Letterman en el programa My Next Guest Needs No Introduction que se emite por Netflix.
“Mi papá tuvo la idea de ponerme en un Go-kart, así que me compró uno usado que encontró en un periódico. Fuimos a la tienda y lo manejamos a la noche. Me encantó, naturalmente, y encontramos un hipódromo cerca y empezamos a practicar ahí. No teníamos idea de lo que hacíamos”, detalló sobre esos primeros pasos en la disciplina donde hoy es rey.
“Desde que arrancó, a los 8, teníamos un saludo de padre-hijo: ‘Ve con cuidado, te quiero, haz lo mejor que puedas’... Pero en 2010 eso fue todo. Todo se detuvo. No nos comunicamos probablemente ese año y el siguiente. Fue mucho tiempo”, reveló su padre en ese mismo programa.
Es que lo que empezó como una diversión familiar y un pasatiempo entre padre e hijo, poco a poco, y a base de triunfos, se transformó en un deporte profesional. “Llegó un momento en el que dije: ‘Oh, Lewis es bueno’”, detalló Anthony, quien aseguró que su hijo le “rompió el corazón” cuando decidió reemplazarlo.
De ser un padre que compartía la felicidad de su hijo al verlo al volante pasó a ser su manager y a ocuparse de los temas deportivos. Junto a él, el pequeño Lewis firmó su primer contrato con McLaren y se coronó campeón del mundo por primera vez en la Fórmula 1 en 2007.
Todo marchaba sobre ruedas. El vínculo entre ambos era fuerte hasta que en marzo del 2010 el británico lo despidió antes de comenzar el campeonato. “No fue de mutuo acuerdo”, reconoció Anthony.
“Ya tengo 25 años y creo que era inevitable hacer un cambio en algún momento”, informaba el piloto de McLaren por aquel entonces a Autosport. “Trabajo con él desde que tengo 8 años, ha sido difícil hacer las cosas como padre e hijo. Cuando estábamos en la pista, siempre fue mi mánager, por lo que siempre hizo las cosas de negocios, no de padre”.
“Estoy muy, muy emocionado de tenerlo ahora como papá (...) Además, podrá venir a las carreras que quiera”, agregó. Pero no fue así, durante un año y medio padre e hijo se distanciaron. Anthony no acudió a ninguna cita del Mundial de F1 de esa temporada. Esos dos años coincidieron con las primeras dos victorias consecutivas de Sebastian Vettel para Red Bull.
Al año siguiente, en 2011, Hamilton anunció su vínculo con XIX Entertainment, compañía de Simon Fuller, quien ocupó el lugar de su padre. Una temporada más tarde Lewis Hamilton se convertía en piloto de Mercedes.
“Siete años después, miro hacia atrás y creo que él estaba buscándose a sí mismo. Fue un momento que sabía que llegaría. Es como llevar a tu padre al trabajo. Presioné mucho, aunque fuera bueno o malo para mí en mi relación con Lewis porque no quería que él fracasara. Así que nunca dejé que se desviara, nunca le dije ‘descansa, relájate, no hagamos esto’... Siempre fue una presión total, porque podía ver lo brillante que era”, comentó Anthony a mediados del 2019.
Pese a tomar aquella decisión, que marcó un antes y un después en la relación, el piloto de 35 años es consciente de todo el sacrificio que hizo su padre desde el primer momento: “Mi papá tenía tres o cuatro trabajos. En el primer año, junto a mi madrastra, sacrificaron todo el dinero que tenían, todos sus ahorros, hipotecaron la casa varias veces. Es un deporte muy caro”.
“Él se iba de Londres a las 5:30 de la mañana y regresaba como a las ocho de la noche... Probablemente se tomaba 15 minutos para comer y después reparaba mi kart en el garage hasta la una de la mañana para luego volver a salir. Mi papá no tenía ropa nueva, podría haberse ido de vacaciones, hacer grandes cosas para él, pero nunca lo hizo”, reveló.
Con el paso del tiempo la relación se recompuso. Anthony dejó su faceta más competitiva para centrarse en ser feliz con su hijo y desligarse, no por completo, de las cuestiones deportivas que lo rodeaban.
“Mi papá y yo no hemos tenido la más fácil de las relaciones. Trabajó muy duro para crear una oportunidad para nosotros como familia y gracias a él estoy donde estoy ahora. En la búsqueda del éxito, con toda la presión que ejercía sobre todos nosotros. Estábamos tan inmersos en el impulso del éxito que perdimos de vista lo más importante, nuestra relación”, se sinceró Lewis Hamilton a principios de este año a través de una emotiva carta que publicó en su cuenta de Instagram junto a varias imágenes con su padre.
“Con el tiempo, perdimos ese vínculo entre padre e hijo y ha sido algo que ambos hemos querido recuperar durante tanto tiempo. En los últimos dos años nos hemos acercado más y en estas vacaciones de invierno le pedí a mi papá que viniera a visitarme para que pudiéramos pasar un tiempo juntos, solo nosotros. No habíamos hecho esto antes, así que finalmente poder pasar tiempo de calidad con él me ha traído mucha felicidad”.
“La familia es lo más importante del mundo. No puedes elegir a tu familia, pero puedes hacer que funcione con ellos sin importar tus diferencias, ellos son los que estarán allí cuando no tengas nada”, concluyó en aquel mensaje el seis veces campeón del mundo de la Fórmula 1.
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