Ya pasaron más de 17 años de la última vez que Michael Jordan pisó una cancha de básquet. Aquella vez, vestido con el número 23 de los Washington Wizards, y tras dos temporadas en las que regresó a la NBA por su amor por el juego, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos se despidió de manera definitiva. Esa imagen quedó en la memoria colectiva, lo mismo que la de los festejos de los seis campeonatos con los Chicago Bulls y las de decenas de acciones maravillosas que lo convirtieron en una personalidad que traspasó el deporte.
Gracias a convertirse en el atleta que más dinero ganó en la historia, según la revista Forbes, MJ construyó un imperio que lo transformó en una de las personas más ricas del mundo. Invirtió su dinero en diferentes negocios y continúa al frente de Jordan Brand, una de las marcas de indumentaria deportiva que más ingresos generan. Pero más allá del trabajo, el hombre que supo ser el atleta más popular del planeta disfruta de la vida. Y entre sus gustos predilectos están los habanos y el vino.
En las últimas horas, la prestigiosa revista Cigar Aficionado publicó la versión extendida de una entrevista que le realizó a Jordan hace algunos años y en la que el legendario basquetbolista demostró su pasión por los puros cubanos. “Fumo seis al día”, le dijo el histórico número 23 al Marvin Shanken, editor de la publicación.
¿Cuáles son los puros preferidos de Su Majestad? Los Partagás Lusitanias son unos icónicos cigarros cubanos que se ganaron el prestigio de ser de los mejores fabricados en la isla. Según los especialistas, miden casi 20 centímetros y emanan un particular humo al fumarlos. “Me gusta un cigarro grande, pero también puedo fumar un cigarro más pequeño. Me gusta la variedad. Me gusta experimentar con diferentes niveles de puros”, dijo MJ.
Para Jordan, la conexión de la cultura de los habanos con su nueva vida es directa. Más allá que, como lo mostró la serie documental The Last Dance que se hizo popular en este 2020, el jugador se había acostumbrado a fumar antes de los partidos con los Bulls, su nueva esposa cubana Yvette Prieto lo conectó con historias familiares y un paraíso que todavía no pudo conocer.
“Ese es el viaje de mis sueños”, respondió Michael cuando el entrevistador le contó sus travesías por la isla. “Mi esposa es cubana. Su familia tiene muchos recuerdos de Cuba, así que en esencia quiere ir, lo cual creo que es un factor de motivación. Quiere ir por diferentes motivos. Quiero ir por razones particulares, obviamente. En términos de que podamos ir, está llegando. Es solo cuestión de tiempo”, explicó Jordan.
Además, aprovechó para resaltar el valor histórico que tiene Cuba como país y resaltó que le gustaría llevar adelante una compra particular. “Creo que es un país muy rico en términos de patrimonio. Ojalá pudiera comprar uno de esos autos viejos y enviarlo aquí. Hablo con mi suegro sobre eso todo el tiempo. También quiero ir porque soy un gran fanático de los puros”.
Otro de los temas que trató Jordan en la extensa charla fue la de su pasión por el juego. Como sus padres le inculcaron que debía tomar todo lo negativo y convertirlo en positivo, o también como tenía que alimentarse para ser un mejor competidor. En dicho sentido, remarcó que su paso por el béisbol y jugar en ligas menores le sirvió para volver a la NBA con aún más hambre por ganar que en sus primeros años victoriosos con Chicago.
“Pude ver el amor de los jugadores que ganaban sólo 1.500 dólares al mes. Eso me ayudó a poner las cosas en perspectiva. Cuando volví (por su regreso a la NBA en 1995) lo aprecié aún más. Entonces, cuando ganamos esos campeonatos -se refiere a los del 96, 97 y 98- esas cosas me importaban mucho más que lo que hice en el 91, 92 y 93”, analizó MJ.
Una vez que Jordan se retiró de la NBA, pocos pensaron que tenía el perfil para convertirse en entrenador. Claro, una personalidad tan importante y avasallante podría generar conflictos directos con las estrellas de un equipo. Algo que marcó el documental que lo tuvo como protagonista fue eso: su capacidad para presionar al máximo a sus compañeros de equipo.
Pero, ¿cuál fue para el cinco veces elegido Jugador Más Valioso de la NBA la razón principal por la que no fue DT? “La paciencia. No tengo paciencia para entrenar. Mi mayor problema desde un punto de vista competitivo es el enfoque del atleta de hoy. Para mí, pedirle a una persona que se concentre en el juego de la forma en que lo jugué sería, de alguna manera, injusto. Y si no lo hubiera hecho, no se sabe dónde estarían mis emociones. No creo que tenga paciencia para eso. Ser coach no es algo que alguna vez pensé que podría hacer desde un punto de vista emocional, porque tengo una percepción diferente a la de los chicos de hoy”.
A pesar de no haber seguido la carrera como entrenador, Jordan sigue ligado al mundo NBA. Es el propietario de los Charlotte Hornets y, en la última temporada, mostró una faceta nunca antes vista. Fue clave para unir a los jugadores en el mensaje contra el racismo y la igualdad de oportunidades que pregonaron desde la cancha estrellas como LeBron James.
Después de transformarse en una figura nacional en su breve paso por el básquetbol universitario con la Universidad de North Carolina, Michael siente que debe devolverle a la comunidad un poco de lo que la comunidad hizo por él. Ahí está centrado su gran deseo por cumplir en un futuro no tan lejano. “Mi sueño es ganar un campeonato con Charlotte”, dijo Jordan.
“Eso, para mí, es enorme. Creo que la ciudad se lo merece. Ha pasado por mucho. Yo personalmente, como cualquier padre, solo quiero que mis hijos tengan éxito. He pasado por tantas cosas buenas, ha habido muy pocas cosas malas, pero las cosas malas te hacen mejor”.
Después de prenderse un nuevo cigarro, de recordar el fanatismo de su padre por el béisbol y por las carreras de Nascar, Jordan dejó una visión de cómo es su vida en este presente, ya lejos de los flashes que lo catapultaron a una fama pocas veces vista en un deportista.
“Yo no necesito más admiración. He tenido suficiente. Ha sido genial”, explicó.
“Seguiré siendo una fuerza muy positiva dentro de la comunidad, con los niños del mañana, pero tengo mis propios hijos. Tengo mi esposa. Quiero poder pasar una semana sin preocuparme por lo que tengo que hacer el miércoles y lo que tengo que hacer el jueves. Y a veces me sorprendo a mí mismo porque descubro que no tengo nada que hacer hoy. O no tengo nada que hacer mañana. Eso es, para mí, en última instancia, es la jubilación”.
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