Pablo Escobar fue uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo, al convertirse en la principal cabeza del cartel narcotraficante de Medellín. Su mundo lleno de delitos, sangre, muerte y violencia también recaló en el fútbol.
Su vínculo con la pelota inició mediante ayudas comunitarias, creando canchas de fútbol en los barrios más pobres de su ciudad. De esos campos de juego, por ejemplo, surgieron importantes deportistas, como Alexis García, Chicho Serna y Leonel Álvarez.
Su fanatismo por Atlético Nacional lo llevó a poner mucho dinero en salarios, con la intención de respaldar las contrataciones de importantes figuras que contribuyeron para ganar la Copa Libertadores de 1989. Sin embargo, con el correr del tiempo, salieron a la luz escalofriantes historias vinculadas a amenazas y amaños para favorecer a su equipo.
En diálogo con Radio La Red, el árbitro argentino Carlos Espósito contó detalles de la pesadilla que vivió junto a sus asistentes Abel Gnecco y Juan Bava en la previa a la vuelta de las semifinales entre Danubio de Uruguay y el conjunto colombiano en la edición de ese año. En la ida, disputada en el Centenario de Montevideo, habían igualado 0 a 0.
Pablo Escobar Gaviria envió a Popeye, uno de sus sicarios más famosos, para amenazar y sobornar a la terna argentina. “Todo arrancó desde que llegamos al aeropuerto de Medellín. Los árbitros colombianos que nos fueron a recibir ya nos habían entregado, estuvimos obligados. Íbamos por el camino Montañita en el que nos decían ‘acá mataron un árbitro, acá tiraron a un juez de línea...’. Después de mucha espera fuimos al hotel. Los árbitros no acostumbrábamos a dejar el hotel. Me invitan a una cena y les dije que no... Me levanté a pagar y le dije a la camarera que me llevara un bidón de agua, porque no había agua potable en ese momento en Medellín. Me golpean la puerta y estaba la chica con una botella chiquita. Le recordé que le había pedido una grande. Vuelven a golpear la puerta y le pido a Juan que se levantara para abrir. Y mover a Bava es difícil, es una mole, pero boló. Entraron cuatro, uno con ametralladora. A Gnecco le pusieron una nueve milímetros en la cabeza. Y atrás entró el famoso Popeye, bien vestido, traje, corbata. Traía un maletín. Lo abrió y dijo ‘acá hay 250 mil dólares. Llévenselo, tranquilos, van a salir de Colombia sin problemas’... Antes de eso nos habían roto todos los teléfonos... Les respondimos que habíamos ido a trabajar como corresponde. Cerró el maletín y nos dijo. ‘La vida de ustedes acá no vale nada. Y en Buenos Aires nos puede costar 1.000 dólares por cada uno’. Y ahí se fueron”, comenzó su relato.
“'¿Qué hacemos?', les pregunté a Bava y Gnecco. No sabíamos para qué lado arrancar. Les sugerí agarrar las valijas e ir a dormir al aeropuerto. Pero Gnecco, que conocía Colombia y que una vez le habían bajado una puerta de un tiro, me gritó: ‘¡Escuchame pelotudo, nosotros de acá no nos podemos mover!’. Esto fue un día antes del partido. Me asomé por la ventana y abajo había cinco tipos que no se movían. Pensamos en llamar a Grondona. En eso vino un árbitro, voy a dar el apellido: Sierra. Y nos dijo que nos debíamos levantar porque había que ir a sacar un permiso de trabajo”, añadió.
Sin embargo, la presencia del árbitro colombiano en el hotel fue un engaño para asegurarse la presencia de los jueces argentinos en el decisivo partido. “Terminamos yendo. Pero al llegar al lugar no había nadie. Era feriado. Entonces le tiré ´pelotudo, nos sacaste a propósito´”. De ahí fuimos directo al estadio", detalló.
“Al llegar a la cancha, nos dejaron el auto a unos 300 metros de la entrada. Estábamos rodeados. Llegamos al vestuario y el árbitro colombiano que nos había visitado en el hotel se apareció con una virgen. Gnecco le pegó una patada a la virgen que voló no sé adónde. Ahí llegó el jefe de policía de Medellín y le expliqué que apenas terminaba el partido nos teníamos que ir al aeropuerto. Me explicó que si ganaba Nacional iba a ser difícil por la fiesta. Pobre hombre, si ven la serie de Escobar, a los pocos días lo acribillaron”, confesó el juez.
El Verde goleó ante los charrúas gracias a 4 goles del Palomo Usuriaga, uno de Alexis García y otro de Níver Arboleda. Luego, en la final, se impuso por penales . ante Olimpia de Paraguay. “El partido terminó 6-0. En alguno de los goles lo miré a Bava y nos hicimos la cruz. Al final hubo como 15 muertos por la gente que salía a los balcones y tiraban los tiros al aire. Nos terminamos yendo al aeropuerto, y estaban los uruguayos, que se tomaban el mismo vuelo. Vino el presidente de Danubio, un tipazo, y me preguntó si la habíamos pasado mal. Sabían todo. A ellos les había pasado lo mismo”, concluyó.
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