*Desde París
Culminó una nueva edición de Roland Garros, un torneo sobre polvo de ladrillo que guardará las pisadas de Nadia Podoroska, quien dejó su huella en la historia del torneo, al ser la primera tenista mujer en llegar a semifinales del certamen habiendo jugado la clasificación.
A sus 23 años, la carrera de la santafesina parecería no tener un comienzos más allá de cinco años atrás, de hecho, en su perfil de la página de la WTA (Women Tennis Association) no lo indica como tampoco tiene una foto suya, aún. Pero cuando se le pregunta a Nadia sobre el inicio de su carrera profesional, ella responde con certeza que “fue el día en que tomé la decisión de dejar el colegio presencial y empezar a hacerlo a distancia” y que en ese momento empezó a tomar todo más en serio y comenzó a entrenar doble turno. “Para mí, ahí comenzó mi carrera profesional”, reafirma.
Un momento y una decisión difícil, para una niña que acababa de entrar en la adolescencia y que era integrante de una familia que siempre le dio “mucha prioridad e importancia a la educación. Mis hermanos fueron a los colegios más prestigiosos a nivel académico de Rosario, que era el Instituto Politécnico, con doble escolaridad. Por eso, era muy complicado para mí hacer las dos cosas, este colegio y el entrenamiento que requiere una profesional. Ese fue como un punto de inflexión para la familia”.
A pesar de tener la decisión ya en su cabeza, Podoroska rindió el examen de ingreso al colegio y fue tres días, pero cuando le dieron los horarios de clase, llegó a su casa, dejó de mover la cucharita que giraba impávida disolviendo el azúcar en su merienda y le dijo a mamá: “Con estos horarios no puedo”. Y sus padres lo comprendieron de inmediato. “Sin que yo les diga algo, me inscribieron en el colegio que había ido siempre. Eso fue para mí el comienzo de hacer lo que quería hacer”, recordó.
De padre cordobés y madre santafesina, la historia familiar de Nadia está muy ligada a los afectos y, como sucede en muchas otras, también desciende de los barcos. Sus bisabuelos llegaron en medio de las guerras europeas y la revolución rusa. Ucranianos de proveniencia, “Jorge y Francisca, por parte de mi papá, eran de la ciudad de Zadki”, aporta Nadia, “y mi bisabuela Rosa Kotlear, por parte de mi mamá, vino de Odessa”.
Establecidos en Rosario, sus padres abrieron una farmacia en la ciudad, en la que trabajan los dos, aunque sólo uno de ellos tenga esa profesión. “Mi mamá es la farmacéutica -aclara la semifinalista del Grand Slam francés- y mi papá trabaja con ella, pero él es relojero de oficio y músico. A partir del nacimiento de mi hermano mayor se dedicaron a la farmacia todo el día.”
A Infobae le interesaba saber, además de sus vínculos familiares, cómo se iniciaron los del tenis. “Me acuerdo de que, cuando me llevaron para que empezara a jugar tenis, fue muy difícil, porque yo tenía 4 años y no había escuelitas para nenas tan chiquitas. Me dejaron en lista de espera en varios lados y esperamos por mucho tiempo, hasta que me llamó Celso Hernández, del club Fisherton, y empecé a ir con él todos los sábados. Recuerdo que me encantaba jugar al tenis y, a medida que fui creciendo, le metí más horas en el club. Era de pasar mucho tiempo allí, ya sea en el frontón o con los otros alumnos de Celso. Vivía en el club, siempre fui una chica a la que le gustó hacer deporte”, desempolva la rosarina.
— ¿Qué conmueve a Nadia Podoroska?
— (Se ríe, siempre lo hace) El cariño, la familia, la amistad, todo eso me mueve un poco. O todo el apoyo que estoy recibiendo en estos tiempos, eso es algo muy lindo y que tiene más valor que cualquier otra cosa.
— ¿Hablás con tus padres a diario?
— Hablo siempre con mis padres, no es nada diferente, acá, en Roland Garros. Generalmente, hacemos video llamadas. No te digo que lo hacemos todos los días, pero sí bastante seguido tengo contacto con ellos y con mis hermanos.
El parate del circuito, la pandemia, las dificultades para entrenar en Argentina, el viaje a España y, finalmente, el regreso. Una vuelta a las competencias que le deparó muchas alegrías, algo que empezó a saborear en los Juegos Panamericanos del año pasado. Quienes recién reparan en los resultados de Podoroska, suponen que en estos últimos tres meses comenzó con buenos resultados, pero desde comienzos de año empezó la sucesión de triunfos.
“Hasta marzo había ganado dos torneos, hice semifinal de un WTA y después pasé por la experiencia del ascenso con el equipo de Fed Cup. La verdad es que empecé el año muy bien. Durante la cuarentena no paré. Como no podía ir a una cancha a jugar tenis, seguí entrenando la parte física, la parte mental y ver videos. Además, hablaba con mis entrenadores diariamente de lo que tenía que mejorar en el aspecto tenístico. Creo que todo eso sirvió mucho”, cuenta Nadia sobre los dos primeros meses de la cuarentena en Argentina.
Pero en el regreso a las competencias, se la vio una jugadora más agresiva, con golpes más potentes y la santafesina se encargó de descifrar cuáles fueron las claves de sus progresos. “Por suerte, pude viajar rápido a España y empezar a entrenar en Alicante con Juanpi y con Emi (sus coaches), lo que me permitió tener varios meses de preparación. Un dato no menor fue que cambié la raqueta, esto me ayudó muchísimo. Creo que fue una combinación de varios aciertos que tuvimos con mi equipo y que hoy hacen que yo esté en donde estoy”, expresa como conclusión.
La experiencia de jugar un torneo de Grand Slam no era nuevo para Nadia, hace cuatro años participó del US Open, luego de, también, atravesar la ronda de clasificación. Pero, en aquella oportunidad no llegó tan lejos. “En ese momento me sorprendió estar dentro de un cuadro de Grand Slam y hoy lo tomé como algo más normal, incluso, me siento más con los pies en la tierra. La diferencia que noto con aquel torneo es que hoy estoy mucho más madura”, compara y le agrega con algo de timidez, que a pesar de haber llegado tan lejos en Roland Garros, no había escuchado si alguna jugadora había estado comentando algo sobre ella.
Sin restarle importancia a esa falta de comentarios, pero teniendo en cuenta sus virtudes actuales, el planteo de cada partido estaba lejos de representarle una dificultad mirando el ranking. “La verdad es que mi manera de enfrentarlas (a sus rivales) es de acuerdo a su experiencia. Por ejemplo, cuando jugué con Svitolina (tercera favorita en el torneo) tuve en cuenta que ella era una tenista con mucha experiencia, por todo lo que ha competido durante estos años, pero yo salí a la cancha a hacer lo que venía haciendo y a no pensar en quién era ella ni en cómo jugaba. Lo único en lo que me enfocaba era en mi plan de juego. Por eso, cuando noto que esa estrategia me da resultado, que mis golpes hacen daño y yo me siento cómoda por cómo estoy jugando, sigo la misma planificación y me saco de la cabeza el resto de las cosas que no suman para ese partido”, haciendo alusión a un trabajo que realiza en paralelo, pero que es parte de su tenis: el trabajo mental.
Podoroska amplió su equipo de trabajo y le agregó un entrenador mental, con quien se cruza sólo a distancia, sin contacto presencial. El trabajo que realiza con él le ha permitido encontrar estabilidad en un partido, como también la posibilidad de reenfocarse durante la competencia. “Vamos por el lado del budismo Zen, con lo que incorporé un montón de lecciones. Esto me permite despegarme del contexto, algo que realizo dentro y fuera de la cancha. Cuando lo necesito, y estoy en medio de un partido, busco concentrarme y focalizarme para revertir y hacer que los pensamientos dejen de ser negativos, salir de la queja y transformarlos en positivo. Parece medio loco, pero no”, cuenta con seriedad, aunque vuelve a culminar riendo.
Este Roland Garros fue único, diferente a todo lo visto anteriormente, podría decirse que inédito. En el marco de una pandemia global que acosa a París con una creciente ola de contagios, en un marco otoñal, en donde los árboles pierden hojas y el torneo espectadores.
Con días nublados, fríos, lluviosos y con un solo local abierto dentro del certamen, el Abierto francés es lo más parecido a un desolador poema de Miguel Hernández. Esto también hizo variaron notablemente las condiciones de juego a lo que acostumbraba. El techo retráctil lo transformó en estadio indoor y las canchas más húmedas, junto a las nuevas pelotas en algo más lento. “Las balls son un tanto más pesadas y pican poco”, comentaba Nadia, a lo que su entrenador había sugerido que picaban mucho menos que las anteriores, “además, el clima frío y húmedo, hizo bastante más lento el juego”, algo que a Nadia, como a la mayoría de los argentinos, les podía dar una pequeña diferencia a favor sacaban como conclusión.
Otra diferencia notable fue la poca cantidad de público. En un estadio con 15 mil localidades, sólo permitieron no más de mil personas diarias, en todo el predio. Algunos tenistas sintieron que esto les quitaba clima y no les permitía rendir, mientras que para Nadia jugar con casi sin público siente que la ayudó un poco. “No estoy acostumbrada a jugar en grandes estadios y con mucha gente, por eso creo que fue mejor para mí. Pero, obviamente, si hubiésemos tenido que jugar con público me hubiese adaptado”, comentó.
En la cancha, más allá de la euforia en el triunfo, tuvo tiempo para pensar en los demás y, al momento de las preguntas en la cancha, pidió hablar en español y le dedicó la victoria de ese día a “la gente en Argentina, que la está pasando mal con la pandemia”. Una frase a la que muchos le dieron un significado que ella no buscaba, porque a Nadia no le interesa que se la “vincule con cuestiones políticas”, vuelve a aflorar su carcajada cuando se le menciona esto o cuando también se la señalan como militante de un partido político.
La costumbre deportiva suele aconsejar que luego de que se realiza una muy buena campaña, se impone el regreso a casa para un breve descanso y saborear las mieles del reconocimiento mediático y popular, sin embargo, la planificación la volvió a llevar a España. ¿Y por qué preferir Alicante? “Es el lugar en donde tengo a mi equipo y en donde me instalo para entrenar, para continuar compitiendo. Pero, ni bien termine la temporada, me vuelvo a la Argentina, porque tengo muchas ganas de ir para allá y estar con mi familia”, es la explicación de Nadia, para agregar que la visita a su tierra santafesina sería muy corta, porque para ir a jugar a Australia, ahora hay que hacer dos semanas de cuarentena previa a la competencia.
Por eso, la idea que tienen es la de viajar a mediados de diciembre a Australia, “hacer las dos semanas de cuarentena, entrenar, competir y jugar el Grand Slam australiano”.
— ¿Hasta dónde pensás que podés llegar?, consulta Infobae
— No sé hasta dónde puedo llegar. Recién me estoy insertando en este circuito, pero creo que tengo el nivel suficiente como para mantenerme acá. No creo que esto haya sido casualidad. Con mi equipo venimos realizando un trabajo muy importante que nos tendría que permitir sostener este nivel.
Podoroska hizo su historia y parte de la del tenis argentino en esta edición del Abierto francés, pero muchas veces los deportistas lo ven como algo del otro y no propio, de un tercero. “No es mi caso, me suena que soy yo, me doy cuenta de lo que me pasa, pero eso de hacer historia lo dejo para el afuera o para cuando termine mi carrera. Hoy, lo único que me interesa y tengo claro es que quiero ganar la mayor cantidad de partidos posibles en el circuito y seguir de esta manera.”
— ¿Te sentís la Cenicienta de este Roland Garros?, surge en la charla.
(Comienza a reírse y contagia) “No, no”, dice y continúa hablando mientras alarga la carcajada: “¿Por qué me pusieron la Cenicienta? Pero no, la verdad que no”.
Cuando Vassallo Argüello llegó a octavos de final en Roland Garros se paró sobre su banco y gritó: “Esto es una cosa de locos”, Federico Coria dijo, cuando avanzó a la misma ronda, que el tenis estaba loco y Nadia… “Que es una locura (y vuelve a reír, una constante en, casi, cada frase). Pero iría por ahí también, porque el tenis tiene eso. En una o dos semanas te puede cambiar el ranking, porque, en definitiva, lo otro no se modifica tanto, aunque para el afuera sí que cambia”, le agrega como una forma de razonar esa locura de la que hablan los tenistas en su felicidad.
— ¿Un deseo, hoy?
— Me encantaría que el tenis femenino en la Argentina pueda tener un poco más de difusión y que esto que hice en Roland Garros pueda ayudar para que haya más torneos y apoyo. Eso sí que me gustaría.
— ¿Un sueño?
— Ser la Número 1 del mundo.
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