Una de las cosas representativas de la selección mexicana de fútbol es el color verde de sus uniformes. Sin embargo, esto no siempre fue así, pues el conjunto azteca a lo largo de los años de su historia ha cambiado varias veces sus colores.
Carlos Calderón, historiador del fútbol mexicano, recordó que en los inicios de la selección no se usaban los colores de la bandera. En entrevista con Infobae México, contó cómo fue el proceso hasta que se volvió un hábito usar el verde.
Todo empezó con la primera convocatoria de futbolistas en 1923, año en el que se celebró el primer partido del equipo. “En esa ocasión también se tomó en suerte la resolución de escogerles un uniforme”, mencionó el escritor.
Uno de los principales involucrados fue el licenciado Jesús Salgado, uno de los máximos dirigentes de la Federación Mexicana de Fútbol (FMF). El también presidente del Atlante tuvo una reunión con José Martínez Ceballos, quien fungía como asesor y delegado del Comité Olímpico.
La intención de dicha reunión era para que Martínez Ceballos le comentara cómo serían los uniformes que iban a utilizar las delegaciones mexicanas en los Juegos Olímpicos de París en 1924. “De esta plática, quedó claro que no era habitual utilizar los colores de la bandera" señaló Calderón.
Tras la charla con el delegado, el directivo de la Federación tuvo otra reunión. Ahora sería con una de las figuras del América y en ese entonces capitán de la selección: Rafael Garza Gutiérrez, quien era conocido como Récord.
En la reunión acordaron que el primer jersey sería de color rojo, casi tirándole a guinda, con un tono blanco en el filo del cuello y en la agujeta que cerraba la camiseta a la altura del pecho. El short, que era casi bermuda, sería completamente negro y las calcetas no tenían color definido, pero se les recomendó a los jugadores que fueran oscuras.
El historiador apuntó que el uniforme tendría pocas variaciones para los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928: el pantaloncillo pasó a ser de color blanco. Dos años después, México participaría en el primer Mundial de Fútbol en Uruguay, donde la camiseta tendría el mismo color, pero se agregó por primera vez el escudo nacional y el short sería azul marino.
“En 1934, se acordó, por iniciativa de Récord, darle una variante al uniforme durante los enfrentamientos que sostendrían contra Cuba en las eliminatorias rumbo al Mundial de Italia”, acotó el también encargado de contenidos del Salón de la Fama del Fútbol en Pachuca.
Ahora el color de la casaca fue blanca, con el escudo centrado al pecho. El short tenía un tono oscuro y las calcetas eran rojas, pero con dos franjas blancas en forma horizontal en la parte alta.
No obstante, el conjunto cambió para el partido en contra de los Estados Unidos a jugarse en Roma, donde la escuadra mexicana quedaría descalificada. Para este duelo, la selección regresó a la camiseta guinda, el short negro y las calcetas rojas con franjas blancas.
“Durante los siguientes años hubo pocas variantes. La camiseta guinda con agujeta al pecho era, de hecho, la oficial y solamente se mostraban cambios en el short que llegó a ser negro, blanco o azul”, señaló el historiador.
En 1938 la agujeta desaparece y el cuello ahora sería redondo. Luego, en 1947, la camisa cambia con botones al frente y cuello de solapa. “Parecían más unos burócratas que unos futbolistas”, expresó Calderón.
El especialista en fútbol mexicano hizo hincapié que este último uniforme tuvo críticas fuertes. Por ello, el cuello del jersey cambió al estilo “V” y la tela era de algodón más gruesa; el short era más corto y de color negro o azul marino, mientras que las calcetas tenían los mismos colores y llevaban una franja guinda gruesa en la parte superior.
Así se usó durante los partidos de 1949, así como en los Mundiales de Brasil (1950) y Suiza (1954). Sin embargo, en 1956, durante los Juegos Panamericanos, México desechó el guinda como color oficial. “Daría un giro definitivo al uniforme, haciéndolo más llamativo, más nacional, con el verde como color principal”, concluyó Carlos Calderón.
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