No era un cuento de Messi. Lo pensaba. Hasta hace algunos años repetía en privado lo mismo que declaraba en público. Jugar en Newell´s tenía que ver con una sensación que va más allá del romanticismo. Cuando en el lugar que te empezás a formar no podés brillar, siempre la ilusión es volver un día con la 10 y la cinta de capitán. Las fotos de chiquito de Leo son de rojo y negro. El Tata Martino era el ídolo de su Jorge, su papá. Un volante tan derecho como talentoso que dibujó su cara en la bandera de los grandes. En su despedida, en el 95, el Coloso explotaba. Ese día Messi entró con sus compañeros de infantiles y se puso a hacer jueguitos. El estadio aplaudió al chico de 8 años. En esa época en su mapa no veía Europa. Recién largo tiempo después cambió su primer guión. Cuando acá no le podían pagar el tratamiento para ser más alto que Maradona, como le avisó el médico que lo trató. Ahí partió con su padre a Barcelona. Siempre repitió que quería volver a Newell´s. No fue demagógico. Messi sigue hablando en rosarino pese a vivir más años en España que en la Argentina. Pero con el tiempo -al formar una familia y ver la vida de otro modo- ese plan cambió. El burofax no le modificó el objetivo que tiene para su futuro. Ni aunque haya movilización en Rosario. Ni aunque se lo pida el Presidente del país...
Alberto Fernández es futbolero. Siempre mezcló esa pasión con la política. Hincha de Argentinos Juniors, hasta alguna vez proyectó la idea de ser presidente del club. Cuenta que toda la vida jugó a la pelota. Es arquero. De los buenos, si es que la palabra de los ministros no está condicionada por el rango. “Hasta el día de hoy sigo atajando”, contó hace un tiempo, cuando la pandemia le abrió una pequeña ventana para hablar de otro tema. Ahora se metió en la tapa de los diarios deportivos del mundo y directamente le envió un mensaje a Leo. “Yo lo que le diría a Messi es: ‘Vos estás en el corazón de todos nosotros. Y nunca pudimos verte jugar en nuestra tierra. Danos el gusto de venir a terminar tu carrera a Newell’s, que es tu club’... Si Messi no termina en Barcelona tiene que hacerlo en Newell’s. Como alguna vez espero que lo haga Bielsa. Los de Argentinos tenemos un cariño especial por Newell´s porque es una gran cantera. Como Messi, que empezó a allí. Ese fútbol lindo que tiene. Hay hinchas que disfrutamos de ver jugar bien al fútbol, no de ver ganar”, le pidió en Sobredosis de TV, por C5N. Ahí también a Alberto se le mezclaron los gustos futbolísticos con el mensaje políticamente correcto.
Messi ya se enteró. Como sabe de la caravana de la gente de Newell´s. Siempre hay alguien que le envía esos videítos por WhatsApp. Casi toda su familia vive en Rosario. Desde su papá, que no para un minuto desde hace días con el teléfono; su mamá Celia; su hermano Matías y su hermana María Sol. Rodrigo, el mayor, es el único que desde hace muchísimos años se instaló en Barcelona. Ellos vieron de cerca el amor de los hinchas, más demostrativos que en Barcelona. La pasión no siempre entiende a la razón. Leo es un valor inigualable para un hincha orgulloso por los genios con su camiseta. En el 93 jugó Maradona en el equipo. Con los números bien redondos, los pantalones bien cortitos y la publicidad de Yamaha. ¿Quién no se acuerda de la rabona de Diego en el debut con Independiente que le tapó Islas? Es un campeonato sin vuelta olímpica en el corazón de los hinchas. Como cada vez que el Loco Bielsa, el nombre del estadio, genera admiración en el mundo.
Messi es el embajador más famoso. Hizo conocido el club en cada rincón del planeta. Por eso se enloquecieron cuando los hinchas de River se lo quisieron apropiar después de la final del Mundial de Clubes porque se vio una foto con la camiseta. Hasta Leo aclaró que su único amor. “Dijeron que era de River porque no le grité mucho el gol”, se sorprendió.
Messi es un futbolista mega competitivo. Ese espíritu choca con el sueño de Newell´s. A los 33 años, Leo no piensa en una jubilación en botines ni un homenaje de local. Sin olvidar que -entre otros defectos de nuestro fútbol- aún no está claro cómo se jugará el próximo torneo local, un hecho que a veces se minimiza detrás del pedido demagógico. No es como su amigo el Pocho Lavezzi, que hace tres años se fue a ser el futbolista mejor pago del mundo en China. Ni como Maxi Rodríguez, que a los 31 dejó el Liverpool para ir detrás de su sentido de pertenencia.
Messi quiere ir otra vez por la Champions. Es el trofeo que más lo obsesiona después de la Copa del Mundo con la Selección. Busca intentarlo con un proyecto serio, con una estructura que lo acompañe a intentarlo. Por eso no tiene tiempo ni ganas de esperar a un Barcelona que debe reconstruirse para volver a competir. Él ganó cuatro veces la orejona. El tema es que la última foto de vuelta olímpica es en 2015. Cinco años son una vida para el 10. Más cuando viene de tres cachetazos feos contra Liverpool, Roma y Bayern Munich. Si se plantó en España es para pensar en un equipo tipo Manchester City. Sabe que le quedan dos años -tres mirado con excesivo optimismo- para intentar ganar la competencia que lo moviliza. A él tampoco le alcanza el torneo local entre dos o tres equipos.
La familia tiene un peso decisivo en su futuro. Es más fácil que lo acompañe en su desafío profesional en otro equipo de Europa que en volver a la Argentina. Y Messi sabe que no es lo mismo decidir mudar todo para buscar su última hazaña que por cumplir un sueño de chico. Hace rato que ponía cada vez más en duda el regreso. Su casamiento fue en Rosario. Todos los años viene durante las Fiestas. Aunque es más fácil pasar unos días. Su vida es muy distinta con la pasión controlada. “En la Argentina no podés salir de tu casa si perdés un clásico. Es una locura”, blanqueó hace un tiempo.
No es casual que cuando cargaba a su hijo mayor con un posible cambio de país le hablaba de Estados Unidos. Leo ha contado en ronda de amigos su gusto por New York, por ejemplo. Allá puede pasar un actor famoso por la calle sin que nadie lo corra para una selfie. Messi lo vivió en primera persona. “Cruzar la calle sin que nadie corra atrás... Es mucho para mí andar por un lugar sin que te miren. Que no te reconozcan te da libertad. Aunque no me quejo de mi vida”, me dijo una vez en un viaje allá con la Selección. Son señales que permiten imaginarlo más cerca de irse un día a Estados Unidos que de volver al país. Aun cuando sería un sueño -nuestro- verlo todos los domingos en la Argentina.
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