Apenas el árbitro Daniele Orsato pitó el final de la definición en el estadio da Luz de Portugal, se derrumbó. Aunque ya tiene el trofeo en su vitrina, para él esta Champions League era especial, la oportunidad de consagrarse como jugador franquicia del PSG. Pero el Bayern Múnich fue superior, se impuso 1-0 gracias al gol de Coman y a Neymar le ganó la decepción: rompió desconsoladamente en llanto dentro del campo de juego; incluso intentó taparse el rostro de las cámaras con la camiseta.
La imagen del delantero, de 28 años, fue el gran impacto de la final, incluso por encima de la celebración de los alemanes, que tuvieron un gran gesto. Antes de lanzarse a los festejos, David Alaba primero y el entrenador Hans-Dieter Flick se acercaron a consolarlo.
El ex Barcelona (equipo con el que ganó la Orejona en la temporada 2014/2015) no ofreció el nivel que había exhibido en el duelo de cuartos de final contra el Atalanta o en las semifinales frente al RB Leipzig. Asfixiado por la presión extendida de los bávaros, no encontró espacios para desequilibrar y, ya con su elenco en desventaja, apostó sin éxito a la acción individual.
Contó con una gran ocasión de gol a los 17 minutos del cotejo: recibió de Mbappé en una acción de contragolpe, pisó el área y remató cruzado: el arquero Neuer rechazó su intento.
Desde el arribo del plantel a la burbuja de Portugal, Neymar declaró que se veía en la final, incluso cuando su equipo estaba 0-1 abajo frente al Atalanta y quedaba apenas un puñado de minutos por jugar. Confiaba en el “grupo” que había conformado, en el que se respalda en los argentinos como Ángel Di María (”Di Magia”, tal como lo bautizó) y Leandro Paredes, quien lo defendió con fiereza durante el cruce con Gnabry (se le puso cara a cara) y también terminó con los ojos rojos de llorar.
Tanta era la confianza que tenía Ney que llegó al estadio con un parlante reproduciendo música brasileña a altísimo volumen y hasta le dedicó un pasito de baile para una persona que lo observaba fuera de cámara. Pero el paso arrollador del Bayern fue demasiado para su talento, lo mismo que para Mbappé. Y el espíritu colectivo alemán se impuso sobre las figuras del PSG.
Otra perla de su dolor, el momento que pasó junto al trofeo de la Champions: lo miró, lo tocó y le dedicó una media sonrisa melancólica. “Perder es parte del deporte... Lo dimos todo y luchamos hasta el final. Felicitaciones para el Bayern”, dijo. La próxima temporada buscará la revancha, para que su imagen postrera sea diferente.
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