En agosto de 2007 la Asociación Nacional de Fútbol Profesional chilena hizo oficial el acuerdo por el que Marcelo Bielsa se hizo cargo de la selección. La Roja venía de ausentarse en los últimos dos Mundiales y gozó de una revolución de la mano del entrenador argentino que se había alejado de la Albiceleste tres años atrás por falta de energías. El Loco armó su búnker en el Complejo Deportivo Juan Pinto Durán, que fue transformado desde su arribo. Y allí conoció a Gabriel Aravena, quien gracias a él adoptó el apodo de Cachureo.
—Gabriel, ¿cómo me dijo que le llaman a esos escombros acá en Chile?
—Cachureos, don Marcelo, cachureos.
La simpática fonética del sinónimo de los restos de material que se acumulaban en un rincón del predio de entrenamiento de la selección chilena disparó una carcajada de Bielsa, que desde ese entonces se dirigió hacia Aravena como Cachureo. Esa anécdota fue probablemente el inicio de una relación íntima que perduró en el tiempo.
Aravena había sido árbitro profesional en su país y colaboraba con la ANFP desde hacía algún tiempo, al margen de sus labores como técnico laboratorista en la Facultad de Ciencias Químicas y Famacéuticas de la Universidad de Chile. Cuando se presentó con Bielsa charlaron por un par de horas y ambos percibieron la química en el aire. Probablemente por ese motivo el ex referí decidió instalarse a su lado durante su estadía en Chile. “Para que no se sintiera solo”, llegó a declarar.
El escudero de Bielsa se convirtió en un auxiliar importante durante las convocatorias y entrenamientos. Se encargó de ubicar conos y estacas, inflar pelotas, colgar las redes de los arcos. Pero también figuró como soporte emocional en los extensos períodos de análisis y tiempo muerto del que todo seleccionador dispone. La compañía mutua los volvió inseparables.
Identificados por los rasgos de su personalidad de tipos ermitaños y silenciosos, pasaron juntos mañanas, tardes y noches enteras charlando, compartiendo algún mate y comentando las noticias que veían por televisión. Para Aravena fue imposible no trasladarse a esa costumbre que había tenido en algún momento con su padre. Por eso lo adoptó como un segundo papá o quizás un hermano mayor, pese a ser cercanos en edad (de hecho Cachureo tiene casi cinco años más que Marcelo). Bielsa, que nunca renegó de su carácter introvertido, bajo algún rapto de inspiración hasta se animó a recitar varios tangos en su presencia.
De cara al primer compromiso que el equipo de Bielsa tendría en las Eliminatorias rumbo a Sudáfrica 2010 (paradójicamente contra Argentina en el estadio Monumental de Buenos Aires), el estratega le preguntó a su secretario personal si alguna vez había viajado con la selección. Luego de la respuesta negativa, le confirmó que iba a formar parte de la delegación como asistente.
El doblete de tiro libre de Juan Román Riquelme significó un mal trago para la Roja, que igualmente enderezaría su rumbo a lo largo de la clasificación y sacaría boleto para la Copa del Mundo siendo escolta del líder, Brasil (junto a Paraguay). Este hecho fue un punto de inflexión para el fútbol chileno que años más tarde conseguiría sus primeros títulos continentales.
Hubo un momento de quiebre cuando Chile derrotó en Santiago a Argentina, resultado que sacó del puesto al Coco Basile. “Yo no grité el gol ni me emocioné por respeto a Marcelo. Hubiera sido muy feo gritar un gol delante de él, me lo guardé dentro de mi alma y en el camarín nos dimos un fuerte abrazo”, reveló tiempo después. Ese comportamiento le valió el reconocimiento del Loco, que obviamente lo llevó a Sudáfrica en 2010.
A principios de 2011 Bielsa anunció su despedida de la selección chilena por diferencias con los dirigentes de turno. Fue un antes y un después para Cachureo, que no pudo contener el llanto cuando la noticia tomó tono oficial. No obstante su amistad había quedado sellada para siempre.
Bielsa tomó las riendas del Athletic Bilbao con el que disputó las finales de la Europa League y la Copa del Rey (caídas ante Atlético Madrid y Barcelona, respectivamente, en la temporada 2011/2012). Para su aventura en el País Vasco convocó a Cachureo, que no pasó desapercibido y fue catalogado en España como “la sombra misteriosa de Bielsa”.
“Aravena oficia de amigo simplemente. Es una forma de expresarle gratitud a Chile. Está de manera testimonial nada más. De ninguna manera interpreten que este caballero tiene funciones”, aclaró el rosarino públicamente cuando fue consultado por su ángel guardián.
El destino profesional del técnico que acaba de hacer historia en Inglaterra con Leeds United lo llevó en 2014 a realizar otra escala europea en Francia, donde condujo al Olympique de Marsella y Lille. Y Cachureo se llenó los oídos con el acento galo al ser incluido en su cuerpo de colaboradores. Además, en 2017 Bielsa lo visitó en Chile aprovechando la cercanía de su periplo por Río de Janeiro en el que había sido protagonista de un simposio de fútbol. Allí le dejó claro que permanecía dentro de su círculo íntimo.
Con más de una década de amistad encima y una cabellera canosa, diferente a la negra azabache que lucía cuando conoció a su amigo, Cachureo viajó a Yorkshire del Oeste para hacer más familiar la travesía del obsesivo DT que, en dos años de trabajo, nunca logró perfeccionar su inglés. La presencia de su coterráneo Diego Reyes (el otro chileno mano derecha del Loco), de los argentinos Diego Flores y Pablo Quiroga, más los españoles Carlos Coroberán (ayudante de campo) y Víctor Orta (director deportivo) castellanizaron al Leeds e hicieron encajar a Aravena.
No bien consumado el ascenso del equipo a la Premier, los fanáticos fueron a buscar a Bielsa para felicitarlo. En el video viral en el que el argentino aclara que no habla inglés, recibe afectos y agradece con un rudimentario “Thank you, thank you”, Cachureo aparece por detrás con un teléfono celular, grabando una filmación que apenas le compartió a su familia y mostró a su fiel ladero.
Probablemente haya pasado inadvertido por el protagonismo del desahogo de Bielsa, pero, en otro video difundido por las redes sociales del club inglés, el chileno aparece en primer plano abrazado junto con varios jugadores del plantel, para los que a esta altura ya es un personaje ilustre.
Cachureo, devoto bielsista, se mantiene firme como hace 13 años con la recurrente pregunta “¿Qué necesita, don Marcelo?”. Y Bielsa duerme tranquilo porque sabe que su escudero estará ahí.
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