Hacía 16 años que el Leeds United deambulaba por el ascenso inglés antes de que Marcelo Bielsa lo devolviera a la máxima categoría, donde hace décadas supo ser protagonista. Uno de los hombres claves para el arribo del rosarino en 2018 fue Andrea Radrizzani, el ambicioso empresario italiano que amasa una fortuna de 500 millones de euros y que desembarcó en el fútbol británico con la idea de reconstruir la historia del equipo de Yorkshire del Oeste.
El máximo accionario del Leeds nació hace 46 años en Milán, donde se crió y mamó su pasión por el fútbol. A pesar de que su padre era fanático del Rossonero, él se inclinó por la Juventus desde que era joven. Cada vez que su estrecha agenda se lo permite, regresa a su tierra natal para degustar la comida casera de su madre. No pierde algunas costumbres.
“Me gustan los riesgos, me gusta tomarlos porque un día seré polvo como el resto, así que el dinero no importa. Invierto en cosas que me provoquen adrenalina, y el fútbol es una de ellas”, declara Radrizzani en el documental Take us home, que relata la campaña anterior del Leeds United en la Championship, de la mano de Bielsa.
Hace años fundó su propia empresa de inversión global especializada en la comercialización de derechos de transmisión deportiva por televisión, con las ciudades de Shanghái, Tokio y Singapur como puntos más relevantes. En 2003 se marchó de Milán, y vivió en Singapur y Londres, donde hace escala antes de llegar a Leeds (incluso prometió con su esposa Nedine que vivirían un año en la ciudad inglesa si conseguían el ascenso a la Premier).
Una ola de pésimas decisiones dirigenciales llevó al Leeds a su desmoronamiento deportivo y financiero tras la temporada 2003/2004, cuando se vio obligado a vender a sus mejores figuras para maquillar la desastrosa gestión, entre ellas, a Rio Ferdinand, Robbie Fowler, Jonathan Woodgate y Harry Kewell. A más de una década de tocar fondo (en 2007 retrocedió a la tercera división), desde Europa llegó este salvador.
Tras una nueva etapa de frustración para un Leeds que quedó en el séptimo lugar y fuera de la zona de playoffs para pelear por el ascenso en la temporada 2016/2017, Radrizzani compró el 50% de las acciones del club. Al tiempo, se hizo con el 50% restante. La primera campaña, quizá considerada de transición, fue bajo la conducción técnica del danés Thomas Christiansen, despedido por la floja campaña a principios de 2018. El inglés Paul Heckingbottom lo reemplazó, pero también fue despedido tras cuatro meses de trabajo: 1) por no haber convencido a los directivos; 2) porque empezó a tomar fuerza el arribo de Bielsa.
Antes de que el argentino fuera convocado, Radrizzani contrató a otros dos hombres claves que forman la cúpula directiva. Angus Kinnear, ex ejecutivo del West Ham, se transformó en CEO del Leeds. El español Víctor Orta, quien tuvo la osada idea de impulsar el apellido de Bielsa entre los candidatos a DT, de pasado en Middlesbrough, fue nombrado flamante director deportivo. Ellos dos fueron los que viajaron a Buenos Aires y se reunieron durante doce horas en un hotel para convencer al rosarino de tomar el equipo.
A mediados de la temporada pasada, el magnate italiano le abrió las puertas a la junta directiva de los San Francisco 49ers (equipo de fútbol americano), considerada una de las mejores franquicias deportivas del mundo. A través de su inversión con acciones en Leeds aportaron elementos para diseñar una nueva perspectiva comercial y técnica.
Pero Radrizzani no solamente se implica en los negocios, sino que los 272 empleados con los que cuenta la institución británica valoran su trato en el día a día. Su cargo no impide que salude desde la primera persona hasta la última con la que se cruza en el estadio Elland Road o en el campo de entrenamiento situado en Thorp Arch. El hombre que un día se entrevistó con el papa Francisco (y le obsequió la camiseta del Leeds) en el Vaticano comprende que el rol social es fundamental: lleva a cabo acciones benéficas en hospitales, invita a niños a los partidos y hasta dialoga y arenga a los fanáticos cuando las cosas no van del todo bien en el campo. Sus pares de otros clubes reconocen que ahora Leeds maneja otra clase de camaradería, algo que antes no sucedía. Se implica en todo lo que esté a su alcance, e incluso se lo vio discutir sobre los detalles de la camiseta que el conjunto luciría para celebrar los 100 años de existencia.
Probablemente el mayor disgusto que Radrizzani tuvo con Bielsa fue por culpa del Spygate. La federación descubrió que el argentino enviaba colaboradores a espiar los entrenamientos de sus rivales, apercibió al Leeds y lo multó con 222.000 libras (monto del que se hizo cargo el Loco). Fue un momento crítico en la temporada pasada, justo a la par de una merma en el rendimiento del equipo y de los resultados. “Lo del Spygate no ayudó a mantener la calma. Si el entrenador no está centrado, lo cual es normal, porque es humano, y estás bajo presión necesitas justificarte y explicar cosas, no eres el mismo. Aunque creas que sí, no eres el mismo. Eso se lo transmite a los demás, y él es el líder. La rueda de prensa que dio no era necesaria, podría habérselo explicado a la federación y a la liga, no al público”, declaró en ese entonces Radrizzani, que igualmente reconoció que este episodio terminó uniendo y fortaleciendo al plantel.
Con el barco enderezado en la temporada 2018/2019, las diferencias se zanjaron, y a pesar del malestar por no haber obtenido el ascenso a la Premier, Radrizzani se reunió con Kinnear y Orta para definir la continuidad de Bielsa. “Fue una temporada magnífica que no acabó bien. Perder es difícil, la herida tarda en sanar, el dolor está ahí. Te preguntas qué podrías haber hecho de otra forma. Es humano buscar e inventar excusas, pero eso es lo que quiero erradicar del club. No me gustan las excusas”, remarcó.
El milanés ponderó el valor de Bielsa como entrenador y cómo cambió al equipo y la ciudad, convirtiéndose en un ícono del Leeds: “Lo quería porque necesitábamos un líder que cambiara la cultura del club, y lo consiguió en un año. Tendrá que cambiar y dejarse llevar un poco más, disminuir el nivel de estrés. Todos nos merecemos otra oportunidad”.
Los últimos tres balances de la entidad de Yorkshire del Oeste arrojaron pérdidas, y para no arriesgarse a una posible quita de puntos, vendió a algunos de sus futbolistas e incorporó refuerzos por medio de préstamos. La frase que posiblemente explique su éxito y descubra su obstinación la emitió justo después de la eliminación por el ascenso pasado: “Escuché rumores que dicen que quiero irme o vender el club. De ninguna manera. Quienes me conocen saben que estoy decidido a conseguir lo que quiero. Rechacé cualquier oferta de compra porque no estoy dispuesto a rendirme”. Dicho y hecho.
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