Este miércoles se cumplieron seis años de la peor derrota en la historia de la selección de Brasil no sólo por la diferencia en el marcador, 7-1, sino además porque fue en el Mundial en el que oficiaba de anfitrión y en una semifinal ante Alemania. El elenco europeo hizo historia en ese duelo que jamás se olvidará y que además, en la siguiente instancia, coronó con el título de campeón al vencer a la Argentina de Lionel Messi por 1 a 0 en el tiempo suplementario.
Hace algunos días, el futbolista Sami Khedria, integrante de esa selección germana y autor de uno de los tantos en Belo Horizonte, recordó en diálogo con el periódico Bild parte de lo que sucedió aquella noche en donde él y sus compañeros hicieron historia ante el máximo candidato a quedarse con el certamen.
El primer tiempo del encuentro terminó 5-0 por lo que a falta de 45 minutos la historia ya estaba resuelta. Sin embargo, Alemania no pisó el freno y en el complemento siguió marcando tantos, por orden de su entrenador Joachim Löw. “Jogi nos dijo: ‘¡Genial! Pero el juego aún no ha terminado. Si veo a alguien que está bromeando con los brasileños, lo cambio de inmediato’. Él eliminó por completo la euforia del momento y gritó: ‘Estamos comenzando de nuevo a 0:0 y también queremos ganar la segunda mitad'. Esa fue una respuesta perfecta de él”.
El mediocampista que visitó la camiseta del Real Madrid insistió en que la mejor manera de respetar a Brasil era siguiendo jugando con la misma intensidad: “Fue claro para todos nosotros: no queríamos parecer arrogantes en la segunda mitad. Creo que debería ser un código de honor para todos los atletas en tal situación. Debes continuar dando todo, pero no humillar a tu oponente”.
Luego del partido, con el 7-1 ya en los titulares de todos los portales de noticias del mundo, no hubo tanto festejo por parte de los futbolistas alemanes, ya que su entrenador había disminuido los festejos al mínimo luego de lo que había sido su debut en esa Copa del Mundo: “Después del primer 4-0 en el partido de grupo contra Portugal, tocamos música a todo volumen en Campo Bahía, algunos jugadores y entrenadores se sentaron en el bar durante mucho tiempo. A Jogi no le gustó, por eso lo prohibió para los siguientes juegos“.
“Así que... estábamos contentos. Sin embargo, el ambiente de fiesta surgió en el viaje de regreso. Siempre teníamos que tomar el ferry al barrio. Los lugareños nos recibieron de manera increíblemente positiva, algunos de nosotros cantamos en el barco. Luego, todos nos retiramos rápidamente“, recordó el jugador de la Juventus.
Cuando llegaron de nuevo al hotel, los jugadores tuvieron permiso para romper la estricta concentración a la que estaban sometidos, ya que la algarabía que se manejaba dentro y fuera del plantel era incontenible. Habían goleado 7-1 a Brasil, la selección más ganadora de mundiales de la historia, el anfitrión del certamen, el máximo candidato y encima en instancias de semifinales: “Todos estaban ahí. Y desde arriba llegó el mensaje: disfruta, pero quédate en el suelo“.
“Recibí noticias de todo el mundo. Fue comparable a un cumpleaños. No pude leer todo. Todos me escribieron ‘Krass’, ‘Wahnsinn’, ‘¿Qué está pasando?‘. Tunecinos, alemanes, personas que ni siquiera conocía como fanáticos del fútbol“.
La goleada quedó grabada en la historia y significó el golpe más duro de la historia para la selección brasileña, campeona en cinco ocasiones de un Mundial, pero que perdió en las dos ocasiones que organizó el certamen. La primera había sido en 1950, cuando ocurrió el famosos Maracanazo de Uruguay en el último partido (no había final en ese entonces) y luego este de 2014, en el Mineirao.
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