8 de julio de 1990. Final del Mundial de Italia. La Alemania de Andreas Brehme, Lottar Matthaus y Jürgen Klinsmann contra la Argentina de Diego Maradona. Una nueva oportunidad para los teutones, que cuatro años antes, en el estadio azteca, habían sufrido al equipo de Carlos Salvador Bilardo. Sin embargo, un nombre por fuera de los protagonistas quedó grabado junto a aquella definición: el de Edgardo Codesal.
Uruguayo de nacimiento, con un abuelo argentino, naturalizado mexicano y médico de profesión, fue a seis minutos del final cuando tomó la decisión que 30 años después se sigue debatiendo. Con Argentina jugando con un hombre menos por la expulsión de Pedro Damián Monzón, Rudi Völler ingresó en el área y Roberto Sensini, en su afán de disputarle el balón, buscó evitar que se posicionara para rematar. El delantero alemán se trastabilló y se dejó caer.
El juez vio penal, que Andreas Brehme cambió por gol, a pesar de tener a Goycochea, un especialista en atajar remates desde los 12 pasos, como duro contendiente.
Mi tarea en la Conmebol me dio la oportunidad de conversar con Codesal en varias oportunidades. En un nuevo aniversario de aquella definición, atiende amablemente el teléfono y se dispone al debate, firme en sus convicciones.
“El defensor no toca el balón aunque intenta jugarlo, y con el muslo lo contacta adelante y con el antebrazo sobre la cintura, haciéndolo caer”, es su explicación sobre la jugada más controvertida del duelo, con la distancia como aliado.
Claro que no fue la única. “Hubo dos jugadas importantes que desestimé porque se juzgaba la intencionalidad”. Se trata de la salida con los pies de Goycochea dentro del área (”hoy la consideraría falta”) y el golpe de Matthaus a Gabriel Calderón, que en las última semanas volvió a estar en el tapete ante un nuevo reclamo de los ex jugadores albicelestes. “Fue un un choque accidental”, aseveró.
-Hace poco dijo que Maradona era una de las peores personas que conoció en su vida y esa frase le valió nuevas críticas.
-A Maradona lo considero un gran jugador, pero como persona es una de las peores que conocí. En esa oportunidad siempre traté de tranquilizarlo, le pedía que hiciera lo que mejor sabía, que es jugar. Cuando se cantaba el himno traté de calmarlo por sus insultos hacia los tifosi italianos, pero solo recibí un destrato. Es más, cuando lo expulsé a Monzón, me dijo cosas que pudieron haber hecho que le mostrara la tarjeta roja a él. “Nosotros sabíamos que esto iba ser un robo, la FIFA te mandó para que no ganáramos”, me gritó.
-¿Por qué no lo expulsó?
-Lo contemplé por lo que era como jugador y lo que representaba.
-¿Hoy lo expulsaría?
-Tampoco.
-¿Sigue recibiendo críticas por su tarea en aquella final?
-Claro y algunas me dan mucha tristeza. La última que recibí en mi Facebook, decía: “Ojalá que tus hijos y nietos mueran de Covid-19 y tú no, para que tengas que sufrir viendo morir a tus seres queridos”. Me cuesta entender que no piensen que fue un partido de fútbol, seguramente con errores y aciertos.
-¿Hoy volvería cobrar lo mismo?
-Sí, por supuesto.
-¿Después de finalizado el partido la FIFA le comentó algo de la jugada del penal?
-Absolutamente fue fiel a su estilo, el de respaldar al árbitro.
LA GRAN POLÉMICA, BAJO LA LUPA DE SCIME
En los 90, la reglas del juego se contextualizaban en el principio de la “Intencionalidad” y no en el de “la fuerza aplicada al disputar el balón”. En sus escritos nos decían “cometer intencionadamente alguna de las siguientes infracciones”. Era legal (por ejemplo) dar una patada a un contrario por calcular mal el bote del balón, o que el guardameta derribara a un delantero por un error de cálculo, si su intención era atrapar el balón o jugar el mismo.
Recién a partir del fin del siglo pasado la FIFA dejó de lado “la intención” para comenzar a interpretar la fuerza aplicada y sus consecuencias para sancionar una infracción. Razón suficiente para fundamentar que lo de Sensini ante Völler no fue infracción.
Hoy sí hubiera sido posible contemplarla como infracción imprudente. Contextualicemos por qué no fue infracción entonces y ahora sí.
Primera pregunta: Roberto Sensini, ¿tuvo “intención” de cometerle infracción? No, solo quiso disputarle el balón.
Hoy nos preguntaríamos: ¿mostró una falta de atención, actuó sin precaución al disputar el balón en forma “imprudente”? Si, podríamos suponer.
Las modificaciones de las reglas del juego nos llevan a señalar que lo que hoy no se permite, quizás el año próximo sea legal.
Otro actor estelar de aquel partido, el ex defensor alemán Andreas Brehme, autor del penal, años después declaró “no hubo infracción de Sensini sobre Völler”. Nadie le quitará a Alemania la corona de campeón de Italia 90. Como tampoco nadie podrá borrarles a los fanáticos argentinos el sabor amargo de entender que la acción que definió el pleito se trató de un error.
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