Un duelo entre oficinistas, la derrota que no le dolió y un tablero destruido: la intimidad de los tres partidos secretos de Michael Jordan

Tras su primer retiro, el legendario jugador asistió a un gimnasio en Chicago para competir entre "mortales". En 1987 tuvo un encuentro en sillas de ruedas contra un chico tetrapléjico de 16 años y perdió. Y en 1985 hizo estallar un tablero en un amistoso en Italia que lesionó a dos rivales

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Los tres duelos menos conocidos de JORDAN - GYM EN CHICAGO

No fue nada fácil ser Michael Jordan durante dos décadas. Probablemente el deportista más conocido del planeta. El (casi) invencible MJ. El todopoderoso. Un Dios del deporte. Un ídolo, un espejo, un referente, la estrella que había cambiado la industria deportiva. El que todos querían al menos tocar, ver, sacarse una foto o tener su autógrafo, lo que fuera... Pero, claro, detrás de todo genio de un arte, hay una persona. Una persona que paga los costos de semejante popularidad, que a cada lugar que va es rodeado por un “enjambre” de personas, que ve limitada su privacidad, sufre por momentos y termina encerrándose para evitar ese acoso que los N°1 terminando odiando. Un avasallamiento que no permite mostrarse tal cual es y puede empujarla a dejar lo que más ama, en su caso el básquet, como le pasó en 1993.

Por eso no es extraño que ahora, con el boom de The Last Dance, salgan a la luz algunas historias mínimas, “secretas”, que muestran cómo él perseguía otros momentos, donde podía dejar fluir su esencia. Por un lado, el 23 es lo que se mostró en su serie, un basquetbolista obsesionado por ser el mejor, por ganar, por competir… Tal vez como nadie hemos visto en la historia del deporte.

Alguien desesperado por demostrarles a los que dudaban que estaban equivocados, que se alimentó de los desafíos, de las revanchas, de las venganzas y hasta del odio. Sentimientos que, por momentos, lo llevaron a maltratar, ser un tirano y a usar su poder para imponer su ley (y sus ideas). Un líder que sobrepasó algunos límites en su afán por empujar a sus compañeros y sacarles lo máximo. Una forma de liderazgo, más habitual y aceptada hace décadas que ahora, que recibió críticas en los últimos meses. Pero, claro, esa es una parte de la historia. También hay otra, que habla de un tipo más humano, con códigos, muy pasional, que disfrutaba del deporte como pocos, que era otra persona estando con gente normal, que no todo era probarse y ser el mejor, compitiendo sin piedad. Y ese otro MJ lo vemos en algunas de las historias poco conocidas en las cuales Infobae buceó para conocer mejor a Su Majestad

Cuando Jordan fue uno más: intimidad de los picados con jugadores amateurs

Durante el año y medio que estuvo retirado como basquetbolista, entre el 6 de octubre 1993 y el 18 de marzo de 1995, Michael quiso cumplir un sueño y el de su padre: ser jugador profesional de béisbol. Pero pocos saben que nunca abandonó a su primer amor, el básquet. Sobre todo antes de meterse fuerte en el objetivo de llegar a las Grandes Ligas (MLB). Cada vez que podía iba a un gimnasio en el centro de Chicago, el Athletic Club en el Centro Illinois, donde se preparaba para su transición hacia el béisbol junto a su PF Tim Grover.

Se aparecía en la cancha de básquet vestido sin alardes, un pantalón negro o rojo, una remera blanca, una muñequera negra y un par de sus zapatillas Air Jordan. Llegaba, saludaba, calentaba en una bici fija y se anotaba en la lista para jugar a la ganadora. Como cualquier hijo de vecino. Sin privilegios. Pese a que era el mejor jugador del mundo y estaba, con 30/31 años, en el mejor momento de su carrera. Pero allí era Michael, uno más. O al menos trataba de serlo. Esos momentos, aseguran sus rivales de turno, fueron los que más disfrutaron. Todos. Ellos y él. Experiencias que atesoran, vivencias que están llenas de anécdotas y que varios relataron para darnos otra semblanza de MJ.

Momentos que quedaron documentados por un video del ya desaparecido canal SportsChannel Chicago que una tarde mandó un camarógrafo y otro, más casero, de uno de los privilegiados que vivieron aquellos momentos con MJ. Picados que, a medida que se hicieron populares, atrajeron la presencia de varios famosos (los actores Danny Glover y Samuel Jackson, el artista R Kelly y el Secretario de Educación Arne Duncan), un par de miembros de los Globetrotters y varios de los mejores jugadores amateurs de la ciudad. Los sábados a la noche era el día más concurrido, aunque los picones se armaban cada día después de las 18. “Eran hermosos. Pero no podía jugar cualquier, el nivel era alto. Jordan lo elevaba, aunque se lo tomaba con calma. Había que estar a la altura, tenías que estar listo”, contó Tom Tuohy, uno de los habituales del gym. Pero, en general, Michael se los tomaba de una manera relajada. Iba a ganar, de hecho aseguran que sólo perdió un picado, pero lo principal era divertirse. “Podía ganarte, sin que vos pudieras hacer nada, pero de una forma tranquila. No era que quería volcarla sobre vos, humillarte. Se mostró distinto. No vimos su lado combativo, porque simplemente no esperaba lo mismo de nosotros”, precisó.

Tampoco era que Michael llegaba, jugaba y se iba. “Le gustaba jugar pero también socializar. Siempre saludaba, no actuaba como que no te conocía. Incluso, aprendía tu nombre y sabía qué esperar de cada uno en la cancha. Se mostraba divertido, podías ir bajando las escaleras y él empujarte… Se mostró como un gran tipo. Fue un placer verlo jugar y estar en una misma cancha, pero también interactuar con él. Yo disfruté cada instante”, contó David Boone, otro habitué del lugar. “Antes de conocerlo, pensé que era un tipo con demasiado ego. Pero allí vimos a otro MJ. Se sentaba en la misma mesa con nosotros, tomaba algo y charlaba... No era el ídolo al que no se le podía hablar. Era una persona que, por unos días, quería ser normal”, reconoció Alex Dubuclet, uno de los entrevistados en aquella nota de la TV de Chicago. “Bajaba con nosotros al restaurante y hablábamos bastante, no sólo de básquet. Hacía chistes, se reía… Así era en la cancha y afuera”, agregó Boone. “No sé por qué tantos hablan de que era mal tipo o un miserable (con el dinero)... Con nosotros fue grandioso. Incluso hasta pagaba la comida de todos (se ríe)”, sumó Dennis Allen.

MJ, como uno más, entre
MJ, como uno más, entre oficinistas

Ser uno más, un tipo promedio jugando al deporte que ama, es lo que seducía a Jordan. “Se lo notaba muy cómodo. Porque no estaba la prensa ni decenas de fans alrededor suyo. Disfrutaba de estar en el gym, con una pelota, relajado… Fue muy cool haberlo visto así”, analizó Tuohy. “Creo que, al fin del día, él apreciaba que pudiera jugar y estar con gente que no fuera de la NBA”, opinó Dubuclet. La cultura del gimnasio de básquet, los códigos que existen, donde todos son iguales y nadie molesta al otro, fue el clima que atrajo al astro. “Nadie le pedía un autógrafo o le iba a hablar salvo que él comenzara una charla… Yo creo que por eso venía”, precisó Tuohy. “Todos sabían que no debían molestarlo ni ponerse a adularlo sin sentido. Por eso disfrutó de cada momento. Estaban los que eran conocidos, varios famosos, pero él no iba con ellos. Tendía a estar con nosotros”, describió Boone. “Está claro que Michael ama la competencia, pero lo especial era jugar con gente que le caía bien. Lo sé porque venía muy seguido. Sin necesidad. Tenía el dinero suficiente, los autos que quería, las mujeres que quería, lo que fuera... ¿Por qué gastar tres o cuatro horas con un grupo de tipos olorosos y transpirados que salían de sus normales trabajos de 9 a 17 horas para jugar un rato al básquet? Yo creo que lo hacía porque amaba el juego”, es el análisis que hizo Dubuclet, uno de los “oficinistas” que iba siempre.

Por la Jordamanía que explotó con la serie documental, Ben Terrell buscó el VHS grabado en 1985 en el subsuelo de su casa hasta encontrarlo y hacerlo público en Youtube. “El tipo amaba el básquet. Yo jugué contra algunos profesionales, pero Michael era distinto, más de relacionarse con el resto. No había dudas que tenías que ser bueno para ganarte su respeto y te pasara la pelota, pero se preocupaba por saber su nombre y saber lo que hacías bien en la cancha”, admitió en una nota con Sport Illustrated. Michael disfrutaba haciendo gozar a otros. Boone contó que, en aquellos tiempos, él era rápido y podía anotar. Entonces, durante buena parte de los picados en los que compartía equipo, MJ le pasaba seguido la pelota. “A todos nos hacía mejores. Lo vimos en la NBA y lo comprobé ahí”, aseguró. Jim Watkins lo ratificó. “Yo era un jugador de fútbol americano y sólo podía tirar de cerca. Generalmente me salían ladrillos hacia el aro… Pero, con sus pases, nunca erraba. No exagero. Anotaba todos los tiros cerca del aro cuando él me la pasaba”, reconoció.

Eso sí, que no queden dudas: Jordan competía y quería ganar cada partidito, aunque no fuera la NBA. Cuando los picados se ponían ásperos, se veía al MJ famoso. “Cuando llegaban los momentos de definición, tomaba el control y hacía lo que quería. No se iba a permitir perder”, aseguró Boone. Incluso era habitual que Michael se prendiera en picantes intercambios en los que usaba su famoso trash talk. Boone tiene una anécdota cuando le tocó enfrentarlo y Michael se enojó sólo porque una vez anotó ante él. “Yo superé a mi marcador y Mike llegó un poco tarde a la ayuda y yo pude anotar. Me quedé helado. En mi cabeza, había logrado anotarle a Jordan, aunque tal vez no era tan así… Cuando volvía a defensa, me dice hoy no vas a anotar más. No me preocupé, total no me estaba defendiendo él… En la siguiente jugada me posteé sobre un rival más chico, MJ llegó a la ayuda y me metió un taponazo. Y, a la pasada, soltó te dije, hoy ya no vas a anotar. Ahí me di cuenta que estaba hablando en serio”, contó, sonriente.

Terrell también tiene su historia. “En aquella época, yo podía saltar y en una jugada me encontré yendo a taparlo, poniendo la mano entre la pelota y el aro. Terminé con la pelota en mi cabeza, caído en el piso y con él encima, como Scottie Pippen sobre Ewing en aquella volcada del 94, haciendo un comentario risueño: “Ben, por favor, no te lastimes”, relató. En el gym todos recuerdan a Allen, el más picante de todos los que asistían habitualmente. “Yo no era el mejor pero sí el más competitivo”, admitió Dennis.

“Era uno de esos tipos que, para ganarle, ibas a tener que mostrar muchas cualidades y esforzarte mucho. Además, era un experto en trash talk. Ni Michael podía ganarle en eso”, describió el ex NBA Kendall Gill, nativo de Chicago que lo conocía bien. Pagada dos pesos que Dennis se agarraría con el 23 en algún momento. Y un día empezó a torear a Mike ante la sorpresa de todos. Ahí se dio un diálogo que demostró que MJ también podía jugar el juego con la boca.

—Supiste ser el mejor del mundo. Pero ahora no eres nadie.

—¿Y vos quién supiste ser, Dennis?

Allen recordó su particular approach en aquellos duelos. “Yo no quería jugar con él sino en contra. No tenía sentido jugar y ganar con él. Todos lo habían hecho. Yo quería ganarle al mejor”, explicó. Estaba claro que, por personalidad, habría más de un choque entre ambos. Una noche, Allen terminó en el piso tras un golpe de MJ, se paró y lo empujó. Todo quedó ahí pero, al otro día, recibió una carta del club con una advertencia: si otro incidente ocurría, sería expulsado.

Dennis no se amedrentó y se le apareció a Jordan. “Ahora parece que necesitás que te defiendan”, le dijo, mostrándole el papel. MJ lo leyó y fue directo a la administración. “Si lo echan, yo no vengo más”, avisó. Dennis le agradeció. “Sabía que yo estaba jugando duro y que él se había equivocado al tirarme al piso”, fundamentó. Allen tuvo su particular venganza poco después, cuando organizaron una especie de All Star del torneo que tenían armado y Dennis fue el más votado por los jugadores. Increíblemente, MJ quedó atrás y tuvo que ser suplente. “En el partido entró por mí a los pocos minutos y aproveché para decirle algo a la pasada: Recuerda que, en tu mejor momento, fuiste suplente mío”, contó el alero, entre risas. Para cerrar, relató otra vivencia que ratifica lo competitivo que era MJ. “Un día le jugamos muy duro, sobre todo en lo físico, y al otro día se apareció con Richard Dent y Otis Wilson, jugadores defensivos de los Bears en la NFL. Ahora tengo a mis defensores, vamos a jugar, nos gritó. Nos mataron a cortinas”, recordó Allen.

Por último, hay una historia que demuestra lo que Mike amaba el juego y lo que disfrutaba cada duelo en el gym, aunque estaba lejos de ser por un anillo. “Una noche yo jugaba en su equipo y estábamos ganando, cuando le dije que me tenía que ir porque tenía entradas para ver a los Bulls”, contó Terrell.

Que los Bulls se vayan a la mierda. El partido que cuenta está acá…

Terrell, un poco avergonzado pero sabiendo que no tenía opciones, apuntó su dedo hacia su novia, que lo esperaba a pocos metros para ir al United Center. MJ meneó la cabeza y le contestó como tantos hombres a sus amigos cuando “prefieren” el plan con sus novias. “No tenés pelotas”, le dijo mientras fue hacia donde estaba la chica y le rogó para que lo dejara un partido más. Ben terminó yendo al juego aunque, presionado por jugar unos picados más por MJ, terminó llegando durante el segundo cuarto. “Recién nos habíamos sentado cuando mi novia me mira y me pregunta: “¿Cuánta gente podría creer lo que nos pasó? La miré y no me quedó otra respuesta. ‘Nadie nos creería. Nadie’”, relató.

La vez que enfrentó a un jugador paralímpico en silla de ruedas (y perdió)

Los tres duelos menos conocidos de JORDAN - VS PARALIMPICO

Era julio de 1987 y Jordan era la nueva estrella fulgurante de la NBA. Ya había batido el récord de puntos en un partido de playoffs (63), nada menos que en el Boston Garden contra los campeones Celtics, y en la última temporada había promediado 37.1 puntos. Cuando un chico discapacitado de 16 años escribió una carta a un programa de TV (Sports Fantasy de la cadena NBC) que se dedica a hacer realidad los sueños de la gente. Eric Barber contaba su sueño: jugar un 1 vs 1 contra el astro de los Bulls. Pero en silla de ruedas.

Eric Barber era un adolescente que había perdido el uso de sus piernas a los tres años y había empezado a practicar el deporte, en su modalidad, a partir de los 11. Michael recibió la requisitoria del canal y aceptó el duelo. El evento se organizó entonces en la Universidad de Lisle a las afueras de Chicago –donde ambos vivían- y con una única regla: ganaría el primero que llegaba a 20 puntos.

Con la canchita del campus casi llena, Eric se motivó y en una nota previa con NBC predijo su triunfo, incluso detallando cómo y por qué le ganaría al 23. “Michael es un novato con la silla y no sabrá manejarla. Más que nada me moveré mucho, seré intenso. Lanzaré desde cinco metros y si fallo, llegaré al rebote antes que él”, avisó Barber, dejando claro que la utilización de la silla sería una ventaja determinante. Eric, más cómodo con las condiciones de juego, arrancó mucho mejor hasta ponerse 16-4. “Michael daba esos pequeños golpes cortos como lo hacen las personas sin discapacidad cuando están en una silla de ruedas. Sus giros eran bastante lentos”, recordó hace días en una nota con el sitio oficial de los Paralímpicos.

Ahí asomó la capacidad competitiva de MJ. En una jugada, Barber le cortó el camino al aro en un momento y quiso sacarle la pelota de las manos con un manotazo. “La golpeé muy fuerte pero la pelota ni se movió de sus manos”, detalló Eric. “¿La quieres? Vas a tener que intentarlo más fuerte porque estoy empezando a sentirlo”, le dijo MJ con su clásico trash talk, dejando claro que, para perder, todavía faltaba bastante…

MJ encontró el tiro desde la silla y en defensa usó algunas mañas con sus pies para frenar la movilidad de Barber. Llegó a ponerse a cuatro: 18-14. Pero, en la siguiente posesión, a Eric no le pesó la presión de tener el tiro para ganarle a Su Majestad y lo cerró 20-14 para delirio de la afición. “Mike pudo transferir sus habilidades, sólo le costó un poco el manejo de la silla y yo me aproveché de eso. No me sentí mal porque él siempre tomó ventajas de sus superiores condiciones sobre otras personas”, admitió Barber. Eso sí, Eric quedó impresionado por la actitud de Michael en el duelo y sus especiales habilidades. “Hoy hablan mucho de su competitividad y a mí me quedó claro en aquel momento. Por su capacidad para aprender rápidamente cómo jugar con la silla. Menos mal que no le dimos mucho tiempo para adaptarse a su manejo”, contó, sonriente.

Aquel momento tan especial le sirvió para ganar mucha confianza y definitivamente dedicarse a jugar profesionalmente. A tal punto que tuvo una carrera larga y exitosa en el básquet. Barber fue a cuatro Juegos Paralímpicos con su país (2000, 2004, 2008 y 2012) y logró dos medallas de bronce, en Sidney y Londres. También sumó dos de oro y dos de plata en otros torneos, incluyendo Mundiales. Pero aquel día todavía lo recuerda como uno de sus preferidos: el día que le ganó al todopoderoso, casi invencible, Michael Jordan.

El día que MJ se tomó en serio una exhibición en Italia y rompió un tablero

Los tres duelos menos conocidos de JORDAN - ITALIA

Para 1985, pese a que sólo había jugado una temporada en la NBA, Jordan era el jugador de moda, la nueva estrella que venía a electrificar el juego y darle otro salto de popularidad a Chicago, sus auspiciantes y la competencia. En su primera campaña, MJ había eclipsado incluso a las estrellas de la época, Larry Bird y Magic Johnson, con un estilo espectacular y promedios de 28.2 puntos, 6.5 rebotes, 5.9 asistencias y 2.4 robos que hicieron que el premio de Rookie del Año le quedara chico... La empresa Nike, impactada por las ventas del primer modelo de zapatillas Air Jordan, comenzaba a ver su enorme potencial y quería empezar a moverlo por el mundo, con el fin de globalizar la marca.

Por eso anunció una gira por Europa y empezó a buscar posibles destinos. Giuseppe Stefanel, conocido empresario de moda femenina que acababa de convertirse en el nuevo dueño del equipo en Trieste, se enteró y usó sus contactos en el ámbito de la indumentaria para lograr lo impensado: conseguir que Michael Jordan jugara en el coqueto estadio Charbolla Hall de la ciudad portuaria ubicada en el noroeste italiano. Así se organizó un partido entre el Stefanel Trieste y la famosa Juve Caserta que, en los dos años siguientes, sería finalista de la Copa Korac (85) y de la Lega italiana (86 y 87) con dos estrellas sudamericanas en sus filas, el brasileño Oscar Schmidt y el uruguayo Tato López.

Antes del partido y siempre moviéndose en helicóptero, Jordan realizó algunas visitas turísticas a las ciudades de Valtelina, Caspoggio y Bormio, linderas a los Alpes suizos. En la última, como parte del acuerdo con Nike, participó en un 5 vs 5 de exhibición con Mike D’Antoni, hoy entrenador de los Rockets pero en aquel entonces estrella del Milano e ídolo absoluto de aquella región. Luego el grupo hizo una parada gastronómica en Venecia para comer en el famoso restaurante Colomba y Michael sólo se quedó con las ganas de jugar una ronda de golf porque el campo del Lido estaba cerrado aquel día. Aquel lunes 26 de agosto, el 23 y su séquito llegaron al estadio con la idea de hacer una exhibición relajada, con MJ jugando un tiempo para cada equipo, como se había pautado. Pero no contaban con Michael y su pasión. Por jugar y competir como él sólo podía…

De entrada, cuando estaban en los vestuarios, Michael avisó que no era lo mejor jugar con el equipo visitante en Trieste. Bogdan Tanjevic, mítico entrenador yugoslavo de larguísima (41 años) y exitosa trayectoria, era el entrenador del Caserta y, en diálogo con Infobae, recordó bien los momentos previos en el vestuario pese a los 35 años que ya pasaron desde aquella exhibición. “Sí, me acuerdo que Jordan pidió jugar para el equipo más débil y también no salir en todo el partido. Quería mostrar todo lo que tenía, se lo veía como un chico con mucha pasión”, rememoró quien, entre otros logros, llevó a Turquía a una sorprendente final en el Mundial 2010. Desde su residencia justamente en Trieste, la ciudad de aquel juego y donde se quedó a vivir luego de dirigir al equipo local durante ocho años, entre 1986 y 1994, Tanjevic relató una sorprendente conversación que tuvo con MJ. “Le conté que yo lo había conocido en 1981, cuando habíamos visitado la Universidad de North Carolina para jugar un partido con la selección yugoslava U22 que yo dirigía. Y me impactó cuando dijo que se acordaba del amistoso y, sobre todo, me habló puntualmente de un jugador, del que era nuestra estrella, (Drazen) Dalipagic. Incluso pronunció bien el apellido”, precisó, aún impresionado.

Ya en la cancha, para cumplir con lo prometido, Jordan sólo se puso la camiseta blanca del Caserta durante una parte del calentamiento. Y luego se calzó aquella hermosa casaca con más naranja que negro que dio nacimiento a una edición limitada de aquellas Air Jordan I, con los colores del Stefanel. Que jugara para el local generó el delirio del público, como había imaginado Michael. Algunos creen que MJ había encontrado otra motivación para ese partido, puntualmente un rival… Como se acordaba de Dalipagic, dicen que también sabía de Oscar Schmidt, el temible tirador brasileño que era el goleador de la Lega italiana. Aseguran que, pese a que todavía no era su pico de fama, MJ conocía historias suyas, incluyendo el interés de los Nets por ficharlo (lo intentaron durante tres años seguidos) luego de haberlo elegido en el draft de 1984 (en la sexta ronda), el mismo del que había salido él. Fiel a su personalidad competitiva, enfrentar a una de las figuras extranjeras de la época pudo ser una de sus motivaciones para el partido.

Está claro que, para Jordan, no había exhibiciones… Por eso no sorprendió que al juego se lo tomara en serio y desplegara todo su arsenal. Anotó 41 puntos, con todo tipo de jugadas acrobáticas y espectaculares, paseando su versatilidad y recursos ofensivos. López, el uruguayo que años después se transformaría en un jugador muy conocido en nuestro país por la brillante trayectoria con su selección, pero sobre todo por la huella que dejó en la Liga Nacional, era la reciente adquisición del Caserta y atendió a Infobae desde Montevideo para ofrecer las memorias que tiene de aquel duelo.

“Yo hacía apenas siete días que había llegado a Italia y estaba muy atento a muchas cosas, no tanto a Jordan. En ese momento recuerdo que generó un gran impacto, aunque nadie imaginaba en lo que se convertiría”, precisó Tato. MJ metió un par de asistencias lujosas y los testigos aseguran que, aunque falló bastante, incluido el triple que forzó el suplementario, cada acción fascinó a todos y generó más de “uuhhh” en la multitud. Claro, hubo una acción en particular que permitió que aquel partido pasara a la historia casi como un mito…

Promediaba el primer tiempo cuando, en su mejor momento de la noche, MJ corrió un contraataque y, llegando al aro, decidió hacer gala de su salto y plasticidad. Voló y voló, pasó por un costado de López -estaba parado en su camino al aro- y metió la volcada llamada Tomahawk, con estilo y fiereza. El tablero no aguantó y estalló en cientos de pedazos. La lluvia de vidrios sorprendió a los rivales que quedaron parados bajo el aro y dos jugadores del Caserta quedaron heridos, el propio López y el italiano Pietro Generalli.

Todos los reportes indican que tuvieron heridas menores que fueron curadas en el momento, pero Tanjevic sorprende contando que no fue así. “Lo recuerdo como un momento de mucho dramatismo y preocupación porque dos de mis jugadores importantes terminaron en el hospital. Tato tuvo que ser operado de un tendón de la mano derecha y estuvo dos meses afuera de competencia, justo cuando estábamos empezando la temporada. Lo de Generalli resultó menor, pero igual se perdió 15 días”, detalló. López, desde Uruguay, prefirió no confirmar. “Sí, me lastimé. Pero no te puedo contar todo porque tengo pensado escribir una columna de eso”, explicó. Los que respiraron fueron los ejecutivos de Nike, que vieron cómo Jordan escapaba de los vidrios y no sufría ninguna consecuencia física.

López sí explica por qué sucedió el accidente. “No es que fue una volcada tan fuerte. Pasó que, en ese momento, los aros retráctiles no eran tan usados y el tablero no estaba en condiciones”, analizó. El partido terminó, luego de la media hora que se tardón en reemplazar el tablero, pero el resultado final ha sido una incógnita para muchos, incluido Tanjevic. “Me tomé como seis grapas después del partido y no lo recuerdo”, admitió sin dramas. Infobae dio con el score: fue 113-112 para Stefanel en suplementario. Era previsible... MJ, como era de esperar, no iba a permitirse perder. Si no lo hacía en un gym sin público en Chicago, imagínense en un estadio repleto y contra un gran equipo europeo enfrente.

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