Con la ventaja ante el reinante campeón del mundo, Camerún sentía que tenía el partido asegurado. Gracias a ese salto al cielo que inmortalizó Omam-Biyik, la selección africana estaba a punto de generar uno de los mayores impactos en la historia de los Mundiales. Cuando restaban menos de 10 minutos para el final del partido, el entrenador soviético Valeri Nepomnyashchy decidió mandar a la cancha al futbolista que entró en la lista de buena fe gracias a un mandato presidencial.
Físicamente impecable a sus 38 años, el ingreso de ese número 9 en formato 3D de las camisetas de la época ofició como una señal de lo que más tarde sucedería con el experimentado delantero en Italia 90. Ese fue el Mundial de los Leones Indomables, el primer equipo africano en la historia en llegar tan lejos en el máximo torneo de fútbol del mundo. Aquella no fue la primera Copa del Mundo para Roger Milla. Es más, estuvo a punto de no ser su segunda actuación con la selección tras su estreno en España 82, pero todo cambió unos meses antes por una llamada.
Milla ya tenía planificado su retiro del fútbol profesional cuando sonó el teléfono de su residencia en la isla de la Reunión, un lugar paradisíaco ubicado en el océano Índico, al este de Madagascar, correspondiente al ultramar francés. “Sí, me llamó el presidente de la República. Fue difícil para aquellos que no entendieron su decisión. Así que orgullosamente honré su llamado”, le confesó el 9 de Camerún a Infobae desde su tierra.
Según cuenta la leyenda, Paul Biya, actual primer mandatario del país africano y el mismo que se mantiene en el cargo desde hace 36 años, fue el encargado de seducir al histórico atacante para sumarse al plantel mundialista. Antes de firmar con el conjunto semi profesional Jeunesse Sportive Saint-Pierroise del archipiélago francés, Milla había tenido un exitoso paso por el Montpellier, donde había marcado 37 goles en tres temporadas con el equipo.
Casi sin actividad, el potente y hábil futbolista comprendió que el llamado presidencial era con el objetivo de sumarle experiencia a un plantel juvenil, casi sin roce internacional más allá de la del arquero Thomas N’Kono, que por aquel entonces ya defendía los tres palos del Espanyol, de Barcelona. Una vez que Milla dio el Sí, la historia del fútbol de Camerún se transformó para siempre.
“Nos preparamos muy bien cuando estuvimos en Yugoslavia. Había hermosas infraestructuras, estábamos bien acomodados. Se cumplieron todas las condiciones para hacer un gran Mundial”, recuerda el veterano 9 del equipo africano sobre la preparación que llevó adelante el equipo en suelo europeo, justo en uno de los países que también se cruzó con la selección argentina en el Mundial de Italia.
Una vez que Camerún desembarcó en el país anfitrión de la Copa del Mundo, el seleccionado estaba listo para verse las caras con el conjunto dirigido por Carlos Salvador Bilardo. “En ese momento, Argentina era el actual campeón mundial, por lo que temíamos a todos, no solo a Maradona”, analiza Roger Milla para Infobae. En lo que fue el partido inaugural del 90, los africanos apuntaron contra el físico del capitán argentino como pocas veces en la trascendental carrera del histórico 10 de Argentina.
Los Leones Indomables también fueron feroces contra un rubio delantero que se caracterizaba por su rapidez en el ataque y que entró en el comienzo de la segunda etapa del encuentro que se jugó en el estadio Giuseppe Meazza. “Claudio Caniggia, por ejemplo, era muy peligroso, él solo podía superar a la defensa. Preparamos ese partido con el objetivo de hacer un buen desempeño. No queríamos ser espectadores contra Argentina”, recuerda el ex futbolista camerunés.
A pesar de los intentos, y con un Maradona destrozado por los embates de la defensa africana, el gol de Omam-Biyik, que contó con la complicidad de Nery Pumpido, penetró como una daga en el corazón argentino. Camerún hizo historia con su recordado 1-0 en Milán, un triunfo que fue clave para pasar a la siguiente ronda del Mundial. ¿Cómo vivieron los cameruneses el minuto después del final del juego? “Cuando terminó el partido, solo recuerdo la explosión de alegría que estaba a nuestro alrededor. Fue increíble”, dijo un memorioso Milla.
Esa victoria de los africanos puso la calculadora en manos del equipo argentino. Pero también en las de la Unión Soviética y de Rumania, los otros integrantes del Grupo B. Mientras que el resto pensaba en la clasificación a los octavos de final, el 14 de junio de 1990 se convirtió en una fecha inolvidable para aquel 9 de casi cuatro décadas de edad. En Bari, y gracias a sus dos conquistas -otra vez saliendo desde el banco-, Milla le dio el triunfo a su selección contra los rumanos. Con sólo 30 minutos en el campo, pero con todo el oficio de un experimentado atacante, el baile de Roger junto al banderín del córner tras sus goles recorrió el mundo. Lo mismo que la noticia de que Camerún se había transformado en la primera selección africana en avanzar a la segunda fase de una Copa del Mundo.
Después de avanzar como líder de la zona, el rival a vencer para los africanos fue la Colombia de René Higuita. En lo que fue el primer encuentro de la serie de octavos, el empate sin goles en el tiempo regular llevó el duelo a suplementario. Y ahí apareció él, otra vez para marcar un doblete que fue otro hito en la historia de su selección. Tras lograr una gran definición por encima del cuerpo del arquero colombiano, Milla aprovechó toda su sabiduría y dejó en ridículo al hombre que se hizo famoso por hacer el Escorpión en Wembley.
Higuita intentó gambetear al atacante de Camerún, pero este le robó el balón y definió con el arco libre para clasificar a su conjunto a los cuartos de final de Italia 90. “No sé si esa fue una de las mejores jugadas de mi carrera, pero una cosa es segura: mis mejores recuerdos como futbolista son de mis partidos en aquella Copa Mundial”, mencionó el futbolista elegido por la FIFA como el mejor jugador de África del siglo XX.
Ya entre los mejores ocho equipos de la competición, Camerún soñó engrandecer su historia. En un encuentro electrizante frente a Inglaterra en el San Paolo de Nápoles, finalmente los Leones fueron domados. Gracias a una actuación superlativa de Gary Lineker, autor de los tres tantos de su selección, los británicos pasaron de verse eliminados a dar vuelta el resultado en la prórroga. Los africanos quedaron a minutos de dar otro golpe histórico en el 90, más grande aún que el triunfo inicial ante Argentina.
“Después del partido contra Inglaterra, no nos arrepentimos porque fuimos el primer país africano en llegar a esta etapa de la competencia. Pero hoy, viendo lo hecho, creo que había espacio para hacerlo mejor. Tengo la sensación de que podríamos haber clasificado a la final si vencíamos a Inglaterra, en la final todo está permitido…”, analiza Milla sobre las sensaciones después de la eliminación y su pensamiento a 30 años de aquel torneo que marcó para siempre al fútbol africano.
“Marcamos el mundo con nuestras actuaciones”, dice el hombre que hoy tiene 68 años y que vive con simpleza en Camerún, al mismo tiempo que se encarga de ayudar a los jóvenes de la mano de su fundación llamada Corazones de África.
El tiempo pasó para Roger Milla. Después de su heróica performance en Italia, cuatro años más tarde se convirtió en el jugador más longevo en marcar un gol en la fase de grupos de un Mundial. En el 6-1 de Rusia contra Camerún, ya con 42 años, el 9 anotó el único tanto de un equipo que, a diferencia de lo que había logrado en Italia, pasó sin pena ni gloria por Estados Unidos 94.
Una vez que se retiró en 1996, después de jugar un par de años en Indonesia, la carrera de Milla terminó con una cuenta pendiente: jugar en alguno de los grandes equipos del mundo. Casi como una historia paralela a la ficción que protagonizó Brad Pitt en El curioso caso de Benjamin Button, Roger vio rejuvenecer su vida futbolística cuando muchos ya habían optado por colgar los botines.
“Me hubiera gustado jugar en Barcelona por su tecnicismo. Real Madrid, Bayern Munich y en el AC Milan también me hubieran querido. Todo hubiera sido posible si habría llegado a Europa a los 17 o 18 años”, analiza Milla, que también se tomó su tiempo para destacar a los que él cree que son en los mejores equipos del mundo en la actualidad.
“Siempre veo fútbol, especialmente cuando hay buenos partidos. Barcelona, Manchester City o incluso PSG juegan un fútbol hermoso y me encanta el fútbol hermoso. Es un placer verlos”.
En la balanza de los mejores de la historia del deporte que supo jugar, hay varios futbolistas con peso propio para sobresalir. El gusto de cada fanático es el que termina de definir su elección. Para Milla, Lionel Messi es uno de los grandes de todos los tiempos, pero no el número 1.
“Messi es un jugador fabuloso y, por supuesto, uno de los mejores de la historia. Lo mejor para mí es el Rey Pelé”, contesta sin tapujos.
Elegido como uno de los hombres que marcó la historia de los Mundiales, justo a tres décadas de protagonizar uno de los equipos revelación en las Copas del Mundo, Roger Milla se despide con una frase que grafica lo que fue su vida de película con la pelota en los pies. “No podía imaginar que algún día me convertiría en futbolista profesional. Ni siquiera sabía lo que era. Solía jugar al fútbol solo por diversión”. De ni siquiera pensar a ser una leyenda. Una vida increíble.
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