Johan Cruyff había jugado condicionado en la ida de la Intercontinental 72 contra Independiente en Avellaneda. Convirtió el 1-0 para el Ajax antes de irse lesionado a los 26 minutos tras una patada del Tano Mírcoli, historia contada en este medio. Desde que arribó a Argentina, uno de los mejores futbolistas de ese entonces había sido amenazado de muerte y hasta tuvo que dormir con un policía en la puerta de su habitación como resguardo. Las amenazas, anónimas, fueron vinculadas al evento deportivo: eran épocas en las que reinaban los intentos de amedrantamiento dentro del fútbol sudamericano.
Probablemente algún triste recuerdo le haya dejado aquel capítulo al bueno de Johan, que un par de años más tarde desplegó todo su repertorio y se transformó en director de orquesta para que la Naranja Mecánica apabullara 4-0 a la selección argentina en el Mundial del 74 (fue en Gelsenkirchen, por el primer partido de la segunda ronda). La flamante estrella del Barcelona se despachó con un doblete. Esa sería la única cita mundialista a la que asistiría.
Holanda no se había clasificado a la Copa del 70 y se privó de coronar su llamativo (y efectivo) estilo de juego, “fútbol total”, en la final del 74 contra Alemania. Muchos aguardaban con ansias la revancha de Cruyff y compañía, pero el Flaco de Ámsterdam se ausentó con aviso pese a haber formado parte del seleccionado naranja en las Eliminatorias.
¿Por qué Cruyff no viajó a Argentina? Las versiones son múltiples.
Algunos afirmaron que Johan quería encabezar un boicot contra la dictadura militar argentina que había tenido total injerencia en la organización de la Copa del Mundo. Hay quienes apuntaron a un desacuerdo con la federación holandesa de fútbol respecto a los premios. Otros señalaron que el futbolista considerado en la mesa chica de los grandes jugadores de la historia no tenía intenciones de lucir los símbolos de la marca Adidas con la camiseta de Holanda, ya que era auspiciado por Puma (de hecho, en su momento se quitó una de las tres tiras en las mangas de la camiseta naranja por su contrato personal). Y surgió otra versión.
Juan Carlos Heredia, alias Milonguita, fue quien aportó datos a esta historia. El ex delantero de Belgrano de Córdoba y Rosario Central había sido transferido al Barça en los años 70, donde compartió plantel y forjó una gran amistad con Cruyff. “Era un fenómeno, tenía una humildad y sencillez únicas. Tenía claro quién era y se peleaba con los dirigentes para defender a sus compañeros”, recordó el cordobés que aún reside en su provincia.
Heredia tenía grandes cualidades futbolísticas y era uno de los argentinos más destacados en Europa. Sin embargo nunca fue citado para la Selección: explicó que la recomendación pública del Toto Lorenzo (distanciado del técnico nacional César Luis Menotti) pudo haber desanimado cualquier tipo de intención de llamado del Flaco. Fue entonces que Ladislao Kubala, entrenador de la selección española, lo reunió en el Hotel Princesa Sofía y lo invitó a jugar con la Roja, propuesta que fue aceptada.
Pero a las pocas semanas un contacto telefónico de Heredia con sus padres en Córdoba hizo que diera marcha atrás. Se enteró que algunos militares habían irrumpido en su casa para llevarse secuestrado a su papá. Los golpearon y robaron algunos objetos de valor hasta que el jefe de la redada se percató de que era la antigua casa de la figura del Barcelona de España: “Dieron vuelta la casa y vieron que mi vieja tenía posters míos en el comedor. Pensaron que eran fanáticos míos hasta que chequearon que eran mis viejos”. El padre de Milonguita (también llamado Juan Carlos y apodado Milonga) había sido futbolista e incluso vestido la camiseta del seleccionado argentino. “¡Pídanle disculpas a esta gente porque no es la que buscamos. Salgan todos que se equivocaron!”, fue la orden de la autoridad de turno. Los camiones y soldados se alejaron, pero el miedo persistió.
La reflexión inmediata de Heredia, a la distancia, fue: “Si por nada casi hacen desaparecer a mi papá, imaginate qué va a pasar si voy a jugar el Mundial con otra camiseta que no sea la argentina... Van a hacer desaparecer a toda mi familia”. Milonguita disputó algunos partidos con España, pero le anunció al húngaro Kubala que no podía hacer goles en Argentina y al mismo tiempo preocuparse por la seguridad de sus padres. A través del técnico se enteró de que Cruyff se había “solidarizado” con él.
Dio la casualidad de que el holandés había sufrido en carne propia un asalto el año anterior a la Copa. Contó hace algún tiempo, cuando fue consultado por su faltazo a Argentina 78: “Alguien me ató a mí y a mi familia en nuestro departamento de Barcelona y nos puso un rifle en la cabeza. Todo esto hace cambiar tu punto de vista sobre muchas cosas. Hay momentos en la vida en que los valores son otros. Queríamos parar y ser un poco más sensatos. Era el momento de poner el fútbol a un costado. No podía jugar un Mundial después de eso”.
Cruyff había quedado sugestionado por la violencia y sintió que podía llegar a padecer su participación al alejarse de su familia y exponerse en un país en el que no creía que tuviera garantías.
Milonguita detalló una conversación que tuvo con Cruyff a la salida de un entrenamiento del Barcelona: “Salimos y me preguntó si era cierto lo que le había dicho Kubala, que no iba a jugar el Mundial con España porque habían intentado secuestrar a mi papá. Le respondí que sí y me dijo que a él no le gustaba la idea de jugar en medio del régimen militar. Yo le retruqué que él tenía que ir, que era la figura de la selección holandesa”.
—¿Sabes una cosa, Milonguita? Me voy a solidarizar con vos. No voy a ir al Mundial.
—Johan, ¿vos estás loco?
—Estaré loco, pero no voy a ir. Donde haya guerra y militares, yo no juego.
El vínculo de amistad entre los compinches del conjunto catalán se hizo aún más estrecho desde allí. Al punto tal que siguieron las alternativas de la copa mundial juntos y se reunieron para ver la final, paradójicamente entre Argentina y Holanda, en las entrañas del club.
“Vimos el partido por televisión en la cancha del Barcelona. Adentro de una de las oficinas de uno de los dirigentes del club. Ni yo festejé los goles de Argentina ni él el de Holanda. Fue una cosa tranquila, amistosa”, concluyó Milonguita.
Hoy se cumplen 42 años del triunfo argentino en cancha de River Plate y de una de las ausencias más relevantes en la historia de los mundiales. La de Johan Cruyff.
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