Tiene apenas 15 años, 7 meses y 6 días. Su nombre es parte de las notas periodísticas desde hace varios años, cuando era mucho más chiquito y ya despertaba las pasiones de Barcelona o Real Madrid. Luka Romero –descendiente de argentinos, con nacionalidad mexicana y pasaporte español– es el joven talento que otra vez dominó las portadas del mundo a partir de su histórico debut con el Mallorca español y es el producto final de una herencia familiar plagada de raíces en el fútbol de todo tipo.
Su padre fue jugador profesional, su abuelo un histórico formador de Quilmes y sus tíos también pisotearon este deporte en distintas modalidades. El talento del que hablan en todo el mundo es, principalmente, el resultado de una familia que tiene como idioma principal a la pelota.
Diego Adrián es el padre de los mellizos Luka y Tobías –que se destaca como un promisorio arquero en las inferiores del Penya Arrabal–. La historia del ex futbolista rápidamente volvió a ser foco en todo el mundo a partir de la temprana irrupción en primera de la joya de las inferiores del combinado de Mallorca, pero poco se conoce que el árbol genealógico está repleto de frutos futboleros.
El ex mediocampista desembarcó en las inferiores de Quilmes con 8 años y permaneció allí hasta fines de los 90, donde llegó a ser inclusive compañero de un joven Chapu Braña. El Cervecero, que está en la columna vertebral de su familia, fue el trampolín para guiarlo rumbo a Atlético de Rafaela a comienzos del nuevo milenio y luego hacia el exterior: pasó por las máximas divisionales de Eslovenia, México y Ecuador.
Las aventuras fuera de los límites de su patria de este mediocampista con recorrido y llegada al gol fueron las que transformaron al pequeño Luka en un ciudadano mexicano: nació en el 2004 mientras su padre defendía la camiseta de los Alacranes de Durango. La tercera pata de su nacionalidad se desarrolló en el epílogo de la carrera de Diego, cuando los Romero decidieron afianzar las estructuras en España donde él despuntó el vicio en el ascenso profundo de ese país. Lentamente, dejaba de ser el nombre principal en las marquesinas del fútbol para convertirse en el padre de la pequeña estrellita.
Para ese entonces, Luka ya había sido sondeado por el Barcelona y el Real Madrid y un video jugando a la pelota con Dani Alves en la playa se había viralizado en redes. “Sáquenle las fotos a él, es Leo Messi”, definió el talentoso lateral brasileño al niñito pelilargo que hacía malabares a su lado con la pelota desde las brillantes arenas de Ses Illetes en Formentera, la isla donde Romero dio sus últimos pasos como profesional y que fue el hecho fortuito que acercó a Luka al Mallorca a pesar del insistente contacto desde el Blaugrana o el Merengue.
Sin embargo, por las calles del sur del conurbano bonaerense ya era un secreto a voces que el pequeño Romero era una estrella en proyección desde antes de levantar suspiros a los poderosos de Europa o sorprender al propio Alves. No es casualidad ese susurro que se oía y no todo tiene que ver con el pasado de Diego en el club de la ciudad. Una parte de las raíces de ese frondoso árbol llevan el nombre de Pepe Romero, el abuelo de Luka. Todo aquel que haya caminado por los recintos juveniles del Cervecero que hoy milita en la segunda división de Argentina conoce a Pepe. Impulsó la creación del predio juvenil en esa entidad, fue líder de las estructuras de inferiores y entrenador de las categorías menores.
El hombre que previamente comandó durante cinco años a las juveniles de Guatemala –adonde también tuvo un paso en inferiores Gustavo, el hermano mayor de Diego– es una referencia en Quilmes ya sea como impulsor del futsal (disciplina que se disolvió) o en cancha de 11, donde actualmente tiene bajo su órbita una filial en Berazategui.
En el fútbol de salón se formó otra de las ramificaciones de los Romero: Leonel, hermano de Diego, estuvo en los equipos juveniles de cancha de 11 pero hizo gran parte de su trayectoria como pivote con la camiseta de Quilmes de futsal hasta llegar a ser el capitán del primer equipo de ese club y director técnico de juveniles. Luego emigró a primera división con Independiente y tuvo su despedida con la camiseta de Unión de Ezpeleta, cuando un accidente vehicular lo obligó a abandonar la práctica deportiva.
Pero la semilla no fue germinada sólo por un costado familiar: los Bezzana, la rama de su madre Vanina, también aportaron lo suyo. El abuelo, Alfredo, llegó hasta la reserva de Quilmes en la década del 60 antes de seguir con su vida deportiva en San Juan. Los dos hermanos de su madre, Flavio y Alfredo, fueron parte también de la reserva del Cervecero antes caminar hacia otros destinos.
Alfredo, marcador central, además estuvo en el plantel de Talleres de Remedios de Escalada que logró el ascenso a la B Nacional en 1988. Mientras que Flavio, un mediocampista por derecha, se destacó por sus habilidades en Atlético de Trenque Lauquen una vez que se marchó del club cervecero.
El jovencito, que se crió entre México, Ecuador y España, eligió ponerse la camiseta juvenil de la selección argentina: formó parte del Sub 15 y ahora está bajo la órbita de Pablo Aimar en la Sub 17. Los que lo conocen saben que todos los años pasa sus vacaciones en el país con sus familiares y que es fanático del fútbol argentino. El fruto, al parecer, nunca cae demasiado lejos del árbol.
“Toda mi familia es argentina; mi sueño es vestir la camiseta nacional. Sigo en contacto con los chicos de la Selección porque tenemos un grupo de Whatsapp y hablamos por ahí, estamos todos los que fuimos al Sudamericano. Cuando me fui para allá para las fiestas también me vi con un par de compañeros,” declaró en su momento Luka en una entrevista con el sitio oficial de AFA, quien además aseguró que mientras lo sigan llamando desde Argentina continuará eligiendo esta camiseta.
“A mí me avisó de la existencia de Luka un abogado de Mar del Plata, Lelo Rodríguez, quien me puso en ambiente, me explicó un poco de cómo venía la mano de su familia y medio que me sorprendí: ¡claro, con razón quiere jugar para Argentina! Tiene un peso familiar atrás que debe ser lindo”, le comentó a Infobae Alejandro Saggese, el DT que lo metió en la estructura de los juveniles de Argentina.
“Es un nene, sigue siendo un nene. Él con los chicos de acá se fusionó, se ambientó tan bien, que era innegable que estaba cómodo, que le gusta. Por más que nació en México, es innegable que tiene raíces argentinas”, agregó en su apreciación del chico que hace ruido en el fútbol mundial luego de convertirse en el jugador más joven en debutar en La Liga de España. Y que conoció el profesionalismo justo el día del cumpleaños 33 de ese tal Messi con el que lo comparó Dani Alves en la playa.
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