Pese a que muchos solo recuerdan su última etapa durante los años 2000 y asocian su nombre con aquel que quiso igualar el récord de goles de Pelé y no lo consiguió, no hay dudas de la clase de jugador que fue Romario. El brasileño no solamente se destacó por su increíble cualidad goleadora, sino que en los ’90 demostró tener el talento suficiente como para liderar a la Selección de Brasil a consagrarse en el Mundial 1994, mismo año en el que recibió el Balón de Oro.
Fue así que desde el diario español Marca decidieron entrevistar a varios ex compañeros del Chapulín, quienes compartieron equipo con él durante sus pasos por el Barcelona y el Valencia. Los mismos no solo recordaron todas las condiciones que tenía el nacido en Río de Janeiro como futbolista, sino además detallaron varias de sus anécdotas más increíbles.
Su paso por el Blaugrana fue corto pero contundente, en una temporada y media, O Baixinho consiguió anotar 39 goles en 65 partidos disputados y levantó el trofeo de la Liga de España.
“De los jugadores te acuerdas de sus partidos, pero de los grandes rememoras hasta de los entrenamientos. En uno de ellos demostró que era un jugador de dibujos animados. Le hizo goles de todos los colores a los porteros, cosas que sólo podía hacer él”, destacó Miguel Ángel Nadal, ex compañero del atacante. Mientras que Óscar Arpón relató una acción de Romario sobre Josep Guardiola en una práctica: “Cuando venía con ganas de entrenar era una barbaridad. En los partidillos resultaba una gozada verle jugar. Es verdad que el que estaba en su equipo ganaba seguro. Recuerdo que una vez le hizo un sombrero a Guardiola, Pep paró el entrenamiento por completo y se puso a aplaudirle. Pronto le seguimos todos”.
Otro de las que trajo al presente una situación incomoda que vivió aquel vestuario fue el día que el astro brasileño se cruzó con Johan Cruyff, por entonces entrenador del Barça. "Es el mejor futbolista que yo he visto, no hay otro igual. Un día tuvo un enfrentamiento con el míster, que en aquel entonces lo que decía iba a Misa. Algo le reclamó y Romario le contestó tajante. ‘Tú no eres mi padre, yo entreno, juego...’, Johan le dijo que le esperara en el vestuario y él, después de estar un rato, le avisó a un trabajador del club para que le trasladase a Cruyff que se había ido a un torneo de tenis. Un genio. Le dije que no hiciera esas cosas y me contestó ‘Soy Romario, tú no sabes lo que es ser Romario’”, le comentó al medio ibérico.
Claro que más allá de estos roces, el holandés era uno de los pocos que entendía todo el talento del delantero. “Le respetaba más que nadie en lo futbolístico porque veía cosas en él que el resto no teníamos”, aseguraron sobre Cruyff y hasta reeditaron la conocida anécdota del día que el DT le propuso que lo dejaría viajar a los carnavales de Río con la condición de que marque un doblete en el siguiente partido, hecho que Romario cumplió con el detalle de que ya había sacado los pasajes de avión antes del cotejo.
En 1996, tras una breve vuelta al fútbol brasileño, el Chapulín recaló en el Valencia, conjunto en el que se tuvo que poner a las órdenes de Luis Aragonés, entrenador multicampeón con el Atlético de Madrid y famoso por su exigente manera de entrenar. El carioca no llegó en su mejor forma al conjunto Che y tan solo pudo disputar 12 partidos y convertir 6 tantos.
“Lo de correr no era lo suyo y por eso tuvo muchos enganchones con Aragonés, que le decía ‘Míreme a los ojitos’. Iba a lo suyo, pero no era una mala persona. Yo le vacilaba bastante con esto de los entrenamientos, pero era un gran encajador”, explicó Jorge Otero, que además brindó un detalle: Romario siempre se entrenaba con un impermeable para la lluvia “aunque hiciese 40 grados en pleno agosto valenciano”.
O Baixinho le escapaba a los entrenamientos físicos, pero, según explicó José Manuel Sietes, su nivel en los últimos metros de la cancha eran superlativos. “No corría pero él repetía, ‘que lo hagan los jóvenes, Mendieta y compañía. Yo ya no estoy para correr’. Se excusaba diciendo que si lo hiciese después luego no iba a estar fresco cerca del área, que es donde era letal con ese espectacular cambio de ritmo. Eso sí, el balón que cogía era para marcar. Miraba para indicarte dónde quería el esférico y hacer él ahí el desmarque. Si lo tenías contento te ganaba el partido él solo de sobra pero había que darle los balones dentro del área", concluyó.
En total y tras 24 años como profesional, Romario consiguió la marca de 774 goles oficiales en 987 encuentros (marca que computa los conseguidos con los seleccionados Sub 20 y Sub 23), aunque él asegura haber anotado 1002 gritos, producto de los que consiguió en su etapa de inferiores.
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