A pesar de la objeción de tenistas de peso, la ATP pone por delante el negocio sobre las posibilidades de los jugadores y, junto con la Asociación estadounidense, pretenden llevar a cabo el US Open en la fecha pautada.
“Lo que tienen que entender es que esto es un negocio. Los comprendo, porque cuando yo era jugador como ustedes, no lo veía de esta manera, pero ustedes cambiarán de opinión, después de que se retiren, como yo lo hice”, les dijo a los tenistas el nuevo presidente de ATP, el italiano Andrea Gaudenzi, dando un panorama de las verdaderas intenciones de la reunión en la que se hallaban participando.
La conferencia convocada para hoy, a partir de las 11 de la mañana de la Argentina y que se extendió por 4 horas, contó con la presencia de varios de los jugadores argentinos y reunió a la mayoría de los 700 primeros jugadores del ranking mundial. Algunos de ellos comparten la especialidad de dobles, también. Cada uno desde su hogar u oficina tuvieron la oportunidad de escuchar, más que de participar. “Se suponía que íbamos a entablar un debate para sacar una conclusión, pero todo terminó más parecido a que nos dijeran qué se iba a hacer, sin que nosotros tengamos decisión alguna sobre eso”, comentaba uno de los jugadores presentes allí. “Nosotros tratamos de hacernos respetar un poco más, pero siempre pasa lo mismo, los beneficiados son los de arriba”, comentaba otro de los tenistas convocados.
Roger Federer, recientemente operado de su rodilla, no participó de la reunión y no se escucharon las voces ni de Djokovic ni de Nadal, en una jornada que tuvo a otros jugadores veteranos como protagonistas. La posición de ellos tres ya era conocida. Nadal y Federer son partícipes de que todos los jugadores deben tener las mismas posibilidades de poder disputar un torneo y de que no se estarían dando esas condiciones. “Si hoy me preguntan si voy a jugar a Nueva York (el US Open), digo no”, expresó el español en la video conferencia con periodistas invitados.
Por su parte, Djokovic, en una entrevista televisiva, había manifestado que los organizadores del abierto americano exigían demasiado y no garantizaban un buen torneo. “Demasiados test, alojarse todos en un mismo hotel en Laguardia, sin vestuarios en el torneo y con un solo miembro del equipo”, señaló el serbio.
“Ya ha habido intentos de boicot en otros momentos”, recordaba Gaudenzi de su época de jugador y arengaba a que no se plegaran a ello, porque “muchos fueron los que hablaron y, después, cuando apareció la plata, fueron sin decir nada. Y no hubo boicot”.
El enfoque en la comunicación del italiano siguió por el mismo camino de mostrarle a los jugadores la dependencia y el beneficio del negocio del tenis. “Tanto la ATP como la USTA quieren y necesitan hacer el torneo -continuó Gaudenzi-, ESPN pagó mucho por los derechos de televisión y también están necesitados de contenidos que el tenis puede brindarles.” Unos 30 millones de dólares es lo que espera recaudar limpio la USTA en derecho y algunos sponsors, por lo que no le resultaría necesario el ingreso del público.
Mientras algunos sólo se preocupan por cuántos integrantes de su cuerpo técnico que podrán llevar de acompañantes, el otro tema de discusión es la cantidad de jugadores que podrán participar de los torneos. La federación estadounidense hizo su propuesta: “Nosotros podemos realizar Cincinnati y el US Open. Si hacemos los dos, serían sin la clasificación y con cuadro de dobles de 10 parejas, pero si sólo hacemos el Grand Slam, le agregamos la Qualy.”
“Decir eso y decir que hacen dos torneos para los mismos jugadores, es lo mismo”, confesó uno de los tenistas contrariados. “¿Y qué pasa con los puntos?”, preguntó Marius Copil, quien el año pasado llegó a segunda ronda del US Open y está ubicado en la actualidad en el puesto 182 del ranking. “No me parece justo. Si se le otorgan puntos al torneo, yo no tengo posibilidad de defenderlos”, dijo el rumano desde una posición en el escalafón que le impide ingresar al cuadro principal.
Por su parte, Marin Cilic (Croacia) sostuvo que no todos los jugadores estaban en las mismas condiciones o podrían no estarlo por situaciones ajenas a ellos. Para explicar su punto puso como ejemplo que si alguno de sus colegas estaba o compartía espacio con una persona dentro del grupo de riesgo o estaba contagiada, no iba a poder participar del torneo. A esta posición se agregaron el sudafricano Kevin Anderson y el canadiense Milos Raonic, quienes, además, aportaron dudas sobre el tratamiento que tendría el ranking.
“Aparecieron ideas muy confusas. Algunos querían dividirlos por semanas, otros tenerlos en cuenta y otros que se juegue sin puntos, casi como una exhibición”, contaba otro de los presentes al conference. Las dudas surgieron a borbotones: algunos jugadores, por las irregularidades que provocó la pandemia, podrían jugar esta temporada, pero el año que viene, con el circuito normalizado, no tendrían posibilidad de defender esos puntos y se irían lejos en el ranking. “Por eso, lo más lógico nos pareció, a muchos, es que sólo se jugara por los premios, si total el esfuerzo iba a ser lo mismo y lo que buscaban varios jugadores era sólo la plata”, subrayaba, expresando lo que se vivía internamente. Al no haber puntos en disputa, los jugadores se mostraron más propensos a aceptar la disputa del torneo, pero las asociaciones lo negaron de plano y todo volvió hacia atrás.
Hubo más de un intento por realizar una votación que pudiera resolver la posición de los jugadores, pero la ATP se negó en todo momento. “Parecía cosa juzgada, sólo nos estaban informando”, se quejaban los jugadores. “Un negocio como éste no se puede resolver en sólo cinco días. Yo manejo otros negocios por fuera del tenis y lo tengo muy claro”, decía el indio Rohan Boppana, en referencia a que en menos de una semana (el 15 de junio), la USTA debe definir si realiza el Abierto de Estados Unidos el 31 de agosto.
La ATP y la USTA marchan juntas, mientras que los jugadores se encuentran divididos. “Hay quienes necesitan jugar para conseguir sus ingresos”, dijo el británico Daniel Evans, pero otros buscan, también, que se garantice la seguridad y la igualdad de condiciones para los tenistas.
Más allá de lo que suceda con los torneos en los Estados Unidos, se avanza con una mini gira de polvo de ladrillo, pegada al US Open, en septiembre y octubre, que incluiría a los certámenes de Roma, Roland Garros, que es el que estaría más firme, y Madrid. Para ello, la USTA dispondría de un vuelo charter para que los jugadores se movilicen desde Nueva York a Europa.
No hubo una conclusión final, no hubo votación, sólo quedó la comunicación de que el deportista debe resignarse al negocio, que es lo que le da de comer. La idea de la ATP es que el circuito se reanude a mediados de agosto con el torneo de Cincinnati, porque, como dijo su presidente: “Hay que salvar lo que resta de la temporada”.
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