A 30 años del golpe brutal de Camerún a la Argentina de Bilardo y Maradona: “El partido lo ganamos en el calentamiento”

Nadie que lo haya visto lo olvida: la derrota de Argentina, que venía de ser campeona mundial, ante Camerún en el partido inaugural de Italia 90. Uno de los protagonistas fue el arquero del equipo africano. “Bilardo no se esperaba lo que preparamos”, dice Thomas N’Kono durante una entrevista con Infobae

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"La gente en África es muy supersticiosa"
"La gente en África es muy supersticiosa"

¿Cuando comienza a perderse un partido? En el caso del imborrable Camerún 1, Argentina 0, del Mundial de Italia 90, hay una respuesta evidente: fue a los 67 minutos de juego, con el cabezazo de Francois Omam Biyik, que enmudeció a todo un país. Pero hay otras respuestas, la mayoría de ellas desconocidas hasta hoy. Y se resumen muy fácil: la Argentina de Diego Maradona y Carlos Salvador Bilardo perdió ese partido antes de empezar a jugarlo.

Es lo que dice Thomas N’Kono, el arquero de los cameruneses en aquel encuentro. Durante una entrevista con Infobae, el hoy entrenador de arqueros del Espanyol de Barcelona marca tres situaciones previas al gol de Omam Biyik, dos de ellas decisivas y anteriores al partido. Ese choque del 8 de junio de 1990 en el estadio Giuseppe Meazza, también conocido como San Siro, fue señalado semanas atrás por un columnista del New York Times como uno de los seis partidos esenciales de la historia del fútbol. N’Kono no podría estar más de acuerdo.

“No podíamos creer lo que habíamos conseguido, porque, quieras o no, Argentina era la campeona y, sobre el papel, la favorita”, dijo N’Kono, de 63 años, a Infobae.

—¿Qué se habían propuesto antes de aquel partido? ¿Pensaban realmente en ganar como algo probable?

—Lo que buscábamos, más bien, era hacer un partido que complicara un poco a Argentina. Sabíamos que eran muy importante los minutos iniciales del partido, hacerlos dudar de sus capacidades. Y es lo que hicimos al principio.

—Terminaron llegando a cuartos de final. Aquel Mundial fue un hito no solo para Camerún, sino para todo África, que nunca había estado entre los ochos mejores.

—Ese Mundial fue un antes y un después, sí. Si para Italia solo clasificaban dos africanos, después de ese Mundial se ganaron tres plazas más hasta tener cinco participantes, eso es lo más importante. Y eso hizo pensar a las generaciones que venían atrás que con trabajo y disciplina se podía lograr algo así. El Mundial es una competición muy corta, hay que estar físicamente frescos y con una concentración extrema. Nosotros llegamos muy bien a Italia.

—El de Omam Biyik no era un nombre conocido para la mayoría de los argentinos, pero hoy muchísimos aún lo recuerdan perfectamente.

—¡Era mi compañero de habitación en ese Mundial! La noche previa al partido le dije: “Francois, tienes que descansar porque mañana vas a marcar el gol de la victoria”. Yo estaba relajado, porque me habían dicho que no iba a jugar. “Tú tienes que descansar”, le insistí a Francois. Y al final fue así. Él era el punta que teníamos, rápido, ágil, iba bien de cabeza. Nosotros sabíamos lo que nos podía aportar.

—¿Qué le dijo después de marcar ese gol?

—¡Ni se acordaba! Yo se lo recordé... “Sí, sí, tenías razón”, me dijo.

N'Kono en su paso por el Espanyol como integrante del cuerpo técnico
N'Kono en su paso por el Espanyol como integrante del cuerpo técnico

Omam Biyik vive hoy en Camerún, es el segundo entrenador de la selección nacional, la mano derecha del portugués Antonio Conceiçao. La otra gloria camerunesa en el staff de la selección es Jacques Songo’o, entrenador de arqueros. N’Kono vive en Barcelona, la ciudad de su vida, donde sus tres hijas, españolas, ya son mayores. Nunca volvió a ver el partido que se jugó en Milán, pero ante cada pregunta demuestra que recuerda sus detalles como si se hubiera jugado ayer. Recuerda, sobre todo, los hitos que llevaron a la victoria.

Uno de esos hitos es él mismo. El arquero titular era Joseph Antoine Bell, pero cinco horas antes del partido con Argentina, N’Kono se enteró de que los tres palos eran suyos. Bell, elegido la temporada anterior como el segundo mejor jugador de la Liga francesa, generó un escándalo con una entrevista con France Football en la que criticaba la organización de la selección y decía que Camerún no tenía “chance alguna de competir con Argentina ni con ninguna otra selección”. Y, por si a alguno le quedaban dudas, reforzó el concepto: “Nos vamos a ir en primera ronda y con poca gloria”. La rivalidad entre Bell y N’Kono era ya conocida. Después de Italia ya no tuvo retorno.

Valeri Nepomniachi, el entrenador ruso que dirigía a Camerún, tuvo que convencer a N’Kono de que ocupara el lugar de Bell. N’Kono no quería. “Hasta cinco horas antes yo pensé que no jugaba, el entrenador me había dicho hacía dos semanas que no era el titular. Cuando me dijo de jugar yo le dije que no, porque no estaba preparado. Pero al final decidí jugar, porque era el que tenía más experiencia en Mundiales”.

Otra historia muy especial de Italia 90 fue la del veterano Roger Milla, que con 38 años se convirtió en el jugador más veterano en marcar goles en un Mundial, con los dos en tiempo extra en octavos ante Colombia como gran hito. Ante Argentina jugó solo los once minutos finales: “Había que sacrificar a algunos en función de sus características. Le dijimos a Roger que iba a ser nuestro suplente de lujo. Y fue una decisión acertada, fue el mejor saliendo del banquillo”.

—Muchos argentinos, más allá de la derrota, recuerdan aún hoy la dureza de Camerún, que terminó el partido con dos jugadores menos. ¿Era violento Camerún en ese Mundial?

—No lo sé, dentro de lo que es la competición, el que tiene que marcar la disciplina es el árbitro. En el momento que tuvo que sancionar juego duro lo hizo sin reparos. Nosotros íbamos al choque, éramos más duros. Seguramente eso sorprendió a los argentinos. No esperaban que fuéramos tan rudos ni que jugáramos tan pegados a ellos. Hicimos un sistema muy defensivo y de salir en contraataque rápido, ellos no se esperaban eso.

—¿Venían jugando así o cambiaron para enfrentar a la Argentina?

—No, no jugábamos así. Diez días antes de la apertura del Mundial cambiamos el sistema por uno que era el adecuado.

—¿Y cómo se llegó a eso?

—El entrenador nuestro era ruso, y los jugadores intentamos transmitirle, a través de los entrenadores cameruneses, que nosotros nunca íbamos a poder jugar un 4-4-2, que teníamos que cambiar. Diez días antes cambiamos contra la selección sub-21 de la entonces Yugsolavia, e hicimos un 4-1-1. Fue el momento del cambio completo.

—Le ganaron la partida táctica precisamente a Bilardo, obsesionado con la táctica.

—Seguramente no se lo esperaba, porque habrá visto al equipo en la Copa África de Argelia 90, en la que hicimos un mal torneo. Se habrá quedado con esa imagen y un sistema diferente. Nuestra preparación para Italia fue en Yugoslavia, ganamos aquel partido 1-0.

—¿Cómo y de quiénes surgió la idea de jugar distinto?

—Se lo propusimos a los entrenadores, la iniciativa fue nuestra. Confiaron en lo que les propusimos y trabajamos tácticamente de ese modo desde entonces. Fue una idea que brotó de los jugadores más experimentados.

—¿Cómo vio a Maradona en aquel partido en el San Siro?

—Estaba incómodo, Diego no estuvo, y tampoco lo dejamos hacer cualquier cosa. La idea nuestra era intentar hacer que no jugase cómodo, y el equipo lo consiguió con base en ayudas, muy pegados a él, para cortar el juego.

"Estaba incómodo, Diego no estuvo, y tampoco lo dejamos hacer cualquier cosa" (Foto: Shutterstock)
"Estaba incómodo, Diego no estuvo, y tampoco lo dejamos hacer cualquier cosa" (Foto: Shutterstock)

—La exuberancia física de Camerún era evidente y contrastaba con el rendimiento de Argentina en aquel partido. ¿Fue esa una de las claves?

—Nosotros sabíamos que teníamos que plantarnos físicamente fuertes para que ellos sintiesen que iba a ser difícil superarnos. Pero el partido en sí, para nosotros, se ganó en el calentamiento.

—¿En el calentamiento previo?

—Sí, porque el calentamiento era en el mismo pabellón para los dos equipos. Entramos y los argentinos estaban cantando, pero los cameruneses comenzaron a cantar mucho más fuerte que los argentinos, que terminaron yéndose de ese pabellón. Fue una lucha psicológica.

—¿Recuerda qué estaban cantando los argentinos?

—Ellos cantaban para alentarse, pero nosotros comenzamos a cantar más fuerte. Y se fueron.

—Llegan al césped tras ese momento en el calentamiento previo, imagino que muy eufóricos. ¿Qué pasó en el inicio de ese partido?

—Los diez o quince primeros minutos la posesión era más bien de Argentina, pero hay una jugada que fue un punto de inflexión, una jugada nuestra en la banda que levantó al público. A partir de ahí nos vinimos arriba.

—Es cierto, también, que en el minuto 3 Abel Balbo tiene una buena posibilidad.

—Sí, sí, y yo la salvo con el pie.

—¿Qué sucedía dentro de la cancha, cómo era el ánimo de los argentinos?

—Lo típico de cuando las cosas no salen bien: todos estaban quejándose de sus compañeros. Pero nosotros teníamos la idea fija de sacar un resultado que nos diese la gloria, sabíamos que ese partido era la clave para pasar a la segunda ronda.

—Ya en el minuto 9 hay un foul muy fuerte de Massing sobre Balbo. Benjamin Massing, que en el segundo tiempo sería expulsado por una patada tremenda a Claudio Caniggia. Aquello fue muy violento, ¿o no?

—Aquella entrada (falta), sí... Es que nosotros, dentro de la dificultad, nos vinimos arriba (ganamos confianza a partir de la expulsión poco justa [de André Kana-Biyik a los 61′]). Al final, Camerún estaba físicamente tan fuerte y confiado que fuimos superiores a Argentina.

—Omam Biyik salta bien en el cabezazo al gol, pero la defensa y el arquero fallan gravemente. ¿Coincide?

—Así es el fútbol, porque al final, si no hay error, no hay gol. Fue una acción bastante desgraciada para Pumpido, pero a pesar de eso, nosotros jugamos mejor.

La brutal patada a Caniggia en el Mundial del 90

N’Kono no volvió a ver nunca el partido de la victoria sobre Argentina. Apenas “algunos fragmentos, algunas jugadas”. Y el 2020 de la pandemia frustró la celebración que tenían prevista: “Íbamos a hacer una fiesta en Camerún, pero tendremos que proponerlo para mejorar ocasión...”.

Doce años después de aquel partido histórico, en la apertura de Italia 90, N’Kono viviría una situación absolutamente inusual en las semifinales de la Copa África 2002, que se jugó en Mali. Camerún ganaría la semifinal 3-0 sobre el anfitrión y terminaría alzando su cuarto trofeo continental. Pero en aquella semifinal ocurrió algo inesperado: el ex arquero fue detenido, acusado de emplear “magia negra” contra la selección local. No pudo estar en el banco junto con el cuerpo técnico durante la final, y fue suspendido por un año, aunque tiempo después esa suspensión fue levantada.

—¿Apeló a la magia negra, si es que esta existe?

—Es todo mentira, todo inventado. La gente en África es muy supersticiosa.

—¿Qué sucedió cuando terminó el partido, qué se dijeron con los jugadores argentinos?

—Lo feo fue que no quisieron cambiar las camisetas con nosotros.

—¿No estarían también especialmente molestos por la violencia de algunos jugadores de Camerún?

—No, no. Yo creo que fue más bien por disgusto. Seguramente no habían pensado nunca que podían perder contra nosotros.

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