Jeffrey y Marcus son los hijos mayores de Michael Jordan. Los dos que vivieron desde adentro los beneficios del momento de mayor expansión deportiva de su padre y también los que padecieron los coletazos más fuertes de la fama. Ambos jugaron al básquet universitario y tenían estadísticas que obligaban a seguirlos de cerca, sin embargo optaron por no continuar con esa apuesta y redirigieron sus vidas hacia un costado empresarial.
La efervescencia por la carrera de MJ que generó el documental The Last Dance que se emitió durante las últimas semanas puso a toda la familia nuevamente en el centro de la escena, pero especialmente a ellos dos, que estuvieron desde niños en el mundo interno de aquella exitosa era de Chicago Bulls. Jeffrey, el mayor, dio una nota al diario Chicago Tribune donde habló de distintos temas y reveló una increíble anécdota: la única vez que entrenaron con su padre en la cancha privada que tenían en la mansión de Highland Park.
El periodista Teddy Greenstein le preguntó al hombre de 31 años si su padre los había entrenado mucho, a lo que él respondió negativamente pero sacó a relucir una interesante anécdota: “No, en absoluto. Él estaba ocupado. Viajando mucho, obviamente. Fuimos bendecidos y afortunados de tener un lugar para jugar en nuestra casa (por la cancha techada de la mansión). Ese fue nuestro cielo. Marcus y yo trabajamos con mi papá una vez. Yo tenía 17 o 18 años. Sentíamos que estábamos en muy buena forma. ‘Podemos hacer esto; esto es lo que hemos estado esperando’. Fue brutal... Le dije: ‘Ahora entiendo por qué no hacemos esto con más frecuencia’".
El cronista le preguntó si Michael había mostrado algún tipo de simpatía con ellos en ese entrenamiento y, entre risas, Jeffrey fue contundente: “No, ninguna en absoluto”. La anécdota, según el espacio temporal que especifica, se desarrolló tres años después del último retiro de MJ luego de jugar dos temporadas en Washington Wizards.
El mayor de la dinastía Jordan definió como “normal” la crianza que tuvieron, pero explicó: “Y probablemente fue normal hasta cierto punto. En cuanto a la relación, pasas por peleas normales con tus hermanos, tu madre, tu padre, todo eso. Pero en un aspecto social, estaba lejos de ser normal o cualquier cosa que puedas imaginar”.
Quien hoy ocupa un rol en los Charlotte Hornets, franquicia de la NBA que compró su padre, tuvo un paso por el básquet universitario en Illinois y en Florida Central, que fue más discreto que el que tuvo su hermano menor Marcus, quien durante una época despertó la atención de los captadores de talentos por sus buenos resultados.
Jeffrey es parte del documental sobre los Bulls que se estrenó recientemente en una escena simpática: viajó de niño con su padre a París para acompañarlo en una serie de exhibiciones que realizó la franquicia de Chicago en la ciudad europea en 1997. “Teníamos que decidir quién iba a viajar en el avión del equipo y quién iba a viajar con mi madre en el Concorde. Marcus y yo en realidad estábamos luchando por el Concorde. Volé con el equipo y conocí a algunos de mis ídolos. Durante la temporada no pudimos ir a los juegos fuera de casa. Mi madre era muy exigente: la escuela estaba antes que todo”, detalló.
Entre otros detalles de su vida, Jeffrey reconoció que fue su madre quien los aconsejó de evitar usar el número 23 en sus carreras deportivas: “Siempre estaba buscando un número nuevo o una forma de diferenciarme. Marcus siempre fue un gran defensor del 5, el 2 más 3. No supe que mi madre jugaba baloncesto en la escuela secundaria hasta que me fui a la universidad. El 13 era su número y siempre tuvo sentimiento de suerte con ese número”.
Uno de los tres hijos del primer matrimonio de Jordan con Juanita Vanoy reconoció que espera que la gente que vea el documental se encuentre también con la “normalidad” del mito deportivo: “Espero que revele la normalidad. Mi padre es inhumano en el baloncesto. Pero es humano. Tiene una enorme cantidad de compasión y empatía por las personas. Comete errores pero, como todos los demás, hace lo mejor que puede”.
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