Él quiere ser un chico normal, pero su talento se lo impide. Nació en Brasil, pero vivió la mitad de su vida en Estados Unidos. Como todo brasileño, es amante del buen fútbol; pero su pasión es el skate. Habla perfectamente el portugués, pero prefiere explayarse en inglés. Así es Gui Khury, el chico de 11 años que hace un par de semanas logró hacer un truco que ni el legendario Tony Hawk pudo concretar a lo largo de su carrera.
El 1080 fue un sueño que se propuso hace un año “como un juego de niños”. “Me lo imaginaba, pero no lo creía posible hasta que un día comencé a pensar en eso como algo real. Lo hablaba con mis amigos y les decía que algún día lo lograría. Y cuando me salió, fue lo mejor que me pudo pasar en la vida”, le dijo a Infobae el joven skater que sorprendió al mundo con su magia.
Sus días en Curitiba se desvanecen encima de la tabla y las cuatro ruedas. Como Brasil atraviesa una cuarentena flexible, Gui aprovecha el tiempo para perfeccionar su técnica y mejorar su rendimiento. “Antes del aislamiento entrenaba 3 ó 4 veces por semana, con jornadas de 2 ó 3 horas, pero ahora practico todos los días”, explicó. Gracias a ello logró concretar el 1080 una tarde en la que estaba inspirado: “Como ya había hecho varias veces el 720, el 1080 era algo que siempre estuvo en mi cabeza. Lo intentaba constantemente hasta que salió. Fue una gran sorpresa y ahora quiero repetirlo”.
Como todo niño, su imaginación no tiene límites. Tras sorprender al mundo con una producción notable, Khury planea en el futuro “construir una mega rampa personal” para poder entrenar en su casa. Su mirada entusiasta y su expresión emotiva hacen creer que el sueño es posible. “Aún no tengo el dinero para hacerla, pero ojalá algún día pueda. También trabajo para repetir el 1080 y el 1260, que sería muy loco”, aclaró del otro lado de la línea telefónica.
Los Juegos Olímpicos de Tokio serán otros desafíos para la joven promesa del skate. Consciente de la experiencia que vivirá el próximo año en la capital japonesa, Gui espera ansioso la cita internacional por que será “el atleta más joven” de toda la delegación. “Va a ser algo especial, porque podría compartir muchas experiencias con deportistas de todo el mundo”, analizó en el diálogo que mantuvo con Infobae.
Sin embargo, la presencia de las figuras de la NBA, las leyendas del tenis o los galácticos del fútbol no le representan tanta atracción como sus verdaderos ídolos. “Me encantaría poder compartir un almuerzo con Tony Hawk, Bob Burnquist, Neal Mims y todos los skaters que participen de los Juegos”, señaló el joven brasileño, quien ya pensó lo que le dirá a las estrellas internacionales cuando las vea: “Hey, logré el 1080; pero no lo hubiera podido hacer sin su inspiración. Ustedes son mis héroes y nunca van a dejar de serlos, porque los admiro mucho”.
Lo llamativo es que Gui ya tuvo un contacto con Tony Hawk, cuando participó de la presentación Tony Hawk and Friends, que se llevó a cabo en Buenos Aires en septiembre de 2017. Aquella experiencia fue inolvidable para el chico que en ese momento tenía 8 años, quien a pesar de su escasa edad aún recuerda a la perfección lo que vivió junto a la leyenda mundial. “Me acuerdo que me gustó mucho la comida. Sobre todo las carnes, que me parecieron una delicia. También percibí que los argentinos son personas extremadamente amigables y agradables. Ojalá pueda volver a patinar con Tony allí”.
Su rutina cambió desde que el gobierno de Brasil impuso la cuarentena, debido a la propagación de la pandemia del coronavirus. Si bien en el país vecino el aislamiento social es más flexible que en la Argentina, sus hábitos se modificaron radicalmente. Antes se levantaba temprano para ir al colegio a las ocho de la mañana, donde permanecía hasta las tres de la tarde cuando su madre lo recogía para llevarlo a entrenar a la pista de skate. Ahora, no tiene un horario tan rígido y sus jornadas comienzan y terminan en las rampas.
En la escuela siempre trataba de pasar inadvertido, aunque su talento no se lo permita. No le gustaba llamar la atención y se divertía junto a sus amigos en los recreos jugando a la mancha. Durante las clases, su cabeza volaba en una patineta imaginaria para proponerse nuevos trucos y desafíos. Así se alejaba de las matemáticas, la historia, la geología y el portugués, que son las materias que menos le atraen. Pero como todo chico de 11 años, también debe cumplir con sus obligaciones curriculares.
“Él es un chico tranquilo, por lo general no hace falta darle ningún castigo. Pero cuando no le va bien en la escuela, no ayuda con las tareas de la casa, hace travesuras o no cumple con los horarios establecidos, le sacamos el mini skate manual que tiene y le restringimos el uso del celular”, reveló Ricardo, el padre de la joven maravilla.
Esa relación afectiva que mantiene con sus padres le permite desarrollar su talento en las pistas, cumplir con sus deberes y distraerse con los videojuegos o los partidos de fútbol improvisados junto a sus amigos. En la PlayStation evita al tradicional FIFA, porque su pasión lo lleva al Skate XL. “Estoy esperando que llegue julio para tener la nueva versión”, confesó. Además, reveló que en aquellos picados prefiere ir al arco para evitar las patadas que podría recibir de los rivales. “Siempre terminaba todo machucado, por eso elijo el puesto de arquero, que es más seguro”.
Así es Gui Khury. Espontáneo, introvertido y talentoso. Heredó el amor por el skate de su padre, pero también se fascina por el surf y el snowboard, porque “todo lo que tenga una tabla”, le llama “mucho la atención”. Fanático del Atlético Paranaense, se ilusiona con hacer historia en los próximos Juegos Olímpicos. Sus recuerdos que se remontan a los paseos en patineta con su papá, representan una motivación adicional cada vez que se pone a prueba en una rampa. A los 11 años consiguió hacer un truco que ni Tony Hawk logró terminar durante su extensa trayectoria. Su legado comenzó a forjarse en su infancia. Y en Tokio buscará escribir una nueva página de su prometedora historia dorada.
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