Para Allen Iverson, Michael Jordan era su ídolo. Y tenía la posibilidad de enfrentarlo por primera vez en su carrera en 1996, cuando tras su llegada a la NBA se enfrentaban sus Philadelphia 76ers ante los míticos Chicago Bulls. Sin embargo, la primera impresión fue dura para “The Answer”, que a la postre se transformó en una estrella de la liga de baloncesto más competitiva del mundo, en la que participó de 14 temporadas.
El espíritu competitivo llevaba a Su Majestad a no tener compasión ante ningún rival. Incluso era capaz de mentirles a sus compañeros para inventar una rivalidad y motivarse, como sucedió con LaBradford Smith, un jugador de Washington Wizards que osó imponerle condiciones en un cruce en 1993. Jordan simuló que su rival le había faltado el respeto para doblegarlo en el siguiente cara a cara.
Tampoco tenía pruritos en emplear el “trash talk” o lenguaje intimidatorio para disminuir a sus rivales. Le sucedió al pobre Iverson. “La primera vez que hablé con Michael fue en mi año de rookie, en mi primer partido ante él. Nunca lo olvidaré, porque se acercó a mí y me dijo: ‘¿Qué pasa, pequeña perra?’”, confesó el base de 183 centímetros en diálogo con Essentially Sports.
Iverson no dijo nada, pero sabía que, una vez asentado en la NBA, iba a tomarse revancha. Esa noche la pasó mal: su equipo perdió por 29 unidades, MJ anotó 27 y regaló cinco asistencias; mientras que Allen se quedó con apenas 4-15 en tiros de campo. Tragó saliva y se preparó.
Esa misma temporada, ya en 1997, se dio otro enfrentamiento, en el que Iverson superó a Jordan con un crossover memorable, que dejó su sello en la historia. “Por mi juventud, realmente no sabía lo que acababa de hacer. Pero años después todavía venían niños de 5 o 6 años a decirme, ‘Tú eres el tipo que rompió a Jordan, ¿verdad?'. La gente todavía habla de ello”, supo contar el base en The Post Game.
La revancha quedó retumbando en la mente de Jordan, quien terminó construyendo una amistad con Iverson. Para un hombre acostumbrado a imponerse, aquella jugada en la que fue derrotado resultó un lunar ineludible. “Un día estábamos en una de sus oficinas, y le contaba a un amigo lo que significaba Jordan para mí. Entonces Jordan dijo: ‘Tú no me quieres. Si lo hicieses no me hubieras roto como lo hiciste'”.
Los métodos de Jordan en pos de mantener la corona de rey, aguijoneando adversarios muchas veces con modos cuestionables, o incluso llevando al límite a sus compañeros, le dieron pie a un discurso fuerte de Su Majestad en el capítulo 7 del documental The Last Dance.
“Cuando la gente vea esto dirá: ‘No era un buen tipo, quizá haya sido un tirano’. Pero ese sos vos, porque nunca ganaste nada. Yo quería ganar, pero también quería que los otros lo hicieran y fueran parte de eso... Yo no tengo que hacer esto, lo hago porque soy así. Así es como jugué. Esa era mi mentalidad. Y si no querés jugar de esa forma, no juegues (conmigo) de esa forma…”, fue su descargo.
“Mira, ganar tiene un precio. Y el liderazgo tiene un precio. Así que arrastré a las personas cuando no querían ser arrastradas. Desafié a las personas cuando no querían que las desafiaran. Y gané ese derecho porque mis compañeros de equipo que vinieron después de mí no soportaron todas las cosas que soporté. Una vez que te unías al equipo, convivías con un cierto estándar con el que yo jugaba. Ahora, si eso significa que tuve que ir y patearte un poco el culo, entonces lo hice. Le preguntas a todos mis compañeros de equipo. Lo único sobre Michael Jordan fue que nunca me pidió que hiciera algo que no había hecho”, completó
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