El otro quiebre en la carrera de Michael Jordan: la influencia de los padres para convencerlo de aceptar una propuesta que construyó un imperio comercial

En su llegada a la NBA para la temporada 84-85, Jordan fue seducido por una empresa que él no tenía entre sus favoritas, pero que finalmente se convirtió en un aliado estratégico para la explosión de su fama dentro y fuera de la cancha

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El 20 de abril de
El 20 de abril de 1986, Jordan y sus zapatillas quedaron en la historia cuando le anotó 63 puntos a los Boston Celtics en los playoffs de la NBA (Photo by Dick Raphael/NBAE)

Cuando Michael Jordan desembarcó en la NBA para ponerse la camiseta 23 de los Chicago Bulls ya era una figura reconocida para el básquet estadounidense. Había logrado liderar a la Universidad de North Carolina al título de la NCAA y a un joven equipo nacional a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Ansioso por comenzar su camino en el profesionalismo, tenía un sueño. El quería usar una marca de zapatillas para poner un pie en la liga más famosa del mundo y dejar su huella. Pero el destino tuvo otro capítulo preparado para él.

A mediados de la década del 80, Converse era la empresa que tenía a los mejores jugadores de la NBA. En los comerciales de la época, que promocionaba el modelo Weapon, se lo podía ver a Magic Johnson con unas zapatillas blancas con púrpura y amarillo, el color de los Lakers. El azul fue destinado para Isiah Thomas, el hombre que más tarde se convertiría en el principal enemigo de MJ en la liga. Por caso, Bernard King, figura de los New York Knicks tenía las suyas de color naranja, mientras que Larry Bird y Kevin Mc Hale, figuras rutilantes de los Boston Celtics, preferían salir a la cancha con la versión en blanco y negro.

¿Y Jordan? Había usado un modelo básico de esas zapatillas durante la universidad, pero el deseo de MJ era ser vestido por Adidas, la empresa alemana que era puntal en el atletismo y otros deportes olímpicos. Pero la oferta de parte de la marca de las tres tiras nunca llegó. David Falk, que ya se había transformado en el agente comercial del joven elegido en el puesto 3 del Draft de la NBA en 1984, recibió un llamado de Nike para reunirse.

Ya cansado de la situación, desganado y sin deseos de subirse a un avión para encontrarse con directivos de la empresa, Jordan no pudo evitar a sus padres. “Andá y escuchá lo que tienen para ofrecerte”, le dijo su madre Deloris. Una vez que Michael se unió a la reunión en la oficina central de la empresa en Oregon, de la que también participó su padre, se dio cuenta que la marca de la pipa había ideado un plan de seducción al cual era imposible decirle que no.

Un par de zapatillas Nike
Un par de zapatillas Nike Air Jordan 1 de 1985

Para marcar algunas de las ideas que tenían en mente, los ejecutivos de la firma presentaron imágenes de MJ durante sus años universitarios y en la reciente consagración olímpica con la cortina Jump, de la banda The Pointer Sisters, de fondo. Ese fue el primer punto que convenció a Jordan de firmar con Nike. El segundo fue el acuerdo comercial, que marcó las intenciones que tenía la empresa para con aquella estrella naciente. Michael firmó un contrato de 2.5 millones de dólares por los próximos cinco años más el 25 por ciento de las ganancias de cada par vendido de zapatillas.

Es más, a diferencia de lo que sucedía con otras disciplinas, la marca le ofreció a Jordan crear su línea de indumentaria y zapatillas con diseño personalizado. ¿La condición para mantener la relación contractual? Que durante los primeros tres años Jordan tenía que acabar elegido como novato del año en la NBA, ser elegido para el Juego de las Estrellas o promediar al menos 20 puntos por juego. Además, las ventas deberían alcanzar los 3 millones de dólares. “Después del primer año se vendieron por 126 millones”, explica el agente Falk en un fragmento del documental The Last Dance.

Las primeras zapatillas que utilizó MJ fueron de cuero 100 por ciento. Eran rojas y negras, lo que rompió con el mandato de la NBA que las zapatillas de los jugadores debían predominar el color blanco por la regla del 51% en relación a la indumentaria del equipo. A pesar que el calzado iba contra las reglas de vestimenta de la liga, Nike se hizo cargo de la multa por partido para que Jordan se ponga las primeras zapatillas de un modelo que revolucionó el mercado en Estados Unidos.

Air Jordan 1, las zapatillas prohibídas por la NBA

Fue una jugada de promoción frente a la prohibición que era inevitable. Así lo marcó la empresa en un comercial donde se lo puede ver a Michael picando la pelota mientras la cámara baja hasta las zapatillas, que son tapas con un marco negro, a modo de censura. “El 15 de septiembre, Nike creó un nuevo y revolucionario calzado de básquet. El 18 de octubre, la NBA lo sacó del juego. Afortunadamente, la NBA no puede evitar que la gente lo use. Air Jordan”.

Fue finalmente a principios de 1985 cuando nacieron las Air Jordan 1, un modelo innovador para la época. Bajo el título “Man Was Not Meant To Fly” (“El hombre no estaba destinado a volar”), se lo puede ver a Michael recogiendo el balón con el pie y como de fondo se escucha el sonido de un cohete que está a punto de despegar. La escena termina con MJ volando la pelota con su zurda, después de flotar en el aire, en una imagen que sirvió para lo que fue la actualización final del famoso logo de la marca Jordan.

Más altas de lo convencional, casi como si fueran botas espaciales, el impacto que generó en el público fue instantáneo. Todos querían tener el calzado de la nueva estrella de la NBA, pero además de ser zapatillas para jugar, el cambio que introdujo la línea Jordan fue que la gente comenzó a usarlas para ir a trabajar, salir. Para lo cotidiano. Eso provocó un cambio cultural en los barrios de Estados Unidos que luego, con el paso del tiempo y la globalización de la liga, también de la mano de los títulos de MJ con los Chicago Bulls se hizo exponencial en ventas y ganancias para la superestrella y la propia firma.

El anuncio de la Air Jordan 1 que luego se transformó en el logo de la marca

“It’s gotta be the shoes” (“Tienen que ser las zapatillas”) fue uno de los slogans más conocidos de las Air Jordan. Junto al número 23, el excéntrico director de Hollywood Spike Lee protagonizó el comercial que intentaba convencer a los futuros compradores que la capacidad de salto de la estrella de los Bulls era por el calzado. Algo similar a lo que sucedió en la publicidad de las primeras zapatillas de Jordan cuando regresó a la NBA en el 95 tras su primer retiro y el primer tricampeonato con Chicago. En un galpón, a decena de metros de distancia de un aro que estaba casi tan alto como el cielo se lo puede ver a Michael volar hasta que vuelca el balón.

El tiempo pasó y la unión comercial entre Jordan y Nike se fortaleció cada día un poco más. En la actualidad, con más del 60 por ciento del mercado de zapatillas captado en los Estados Unidos, se estima que un 5% de las ventas totales de la marca de Su Majestad van directo a su cuenta bancaria. Según la revista Forbes, si tenemos en cuenta el último período fiscal que va de mitad de 2018 hasta mayo de 2019, la marca Jordan generó ganancias superiores a los 3.000 millones de dólares. De esos ingresos, unos 130 millones fueron para el histórico 23 de los Chicago Bulls, lo que le permite seguir en la cima de los NBA que más ganan en la actualidad, por encima de las estrellas que hoy dominan la escena como LeBron James o Stephen Curry.

La historia marca que la relación que estuvo a punto de no ser tal con Nike porque Jordan quería ser hombre de la competencia directa, terminó en una alianza que rompió todos los estándares conocidos en el mundo del marketing deportivo. Después de 36 años desde su lanzamiento y con más de 80 modelos comercializados en el último año, el mejor jugador de todos los tiempos demuestra que, a pesar que se retiró hace casi dos décadas, sigue dominando el juego.

El comercial de las Air Jordan XI en su regreso a la NBA para la temporada 95-95

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