La competitividad de Michael Jordan es uno de los signos más salientes de su carrera deportiva. Gracias a su feroz mentalidad ganadora, el histórico número 23 se convirtió en uno de los mejores atletas de todos los tiempos. Pero antes de pegar el salto a la NBA, de transformarse en uno de los grandes jugadores de la liga y luego de ganar seis títulos en ocho años con los Chicago Bulls, MJ tuvo que convencer a otros de lo grande de su figura.
La historia se remonta a fines de la década del 70. En Wellington, Carolina del Norte, fue la ciudad donde Jordan creció junto a sus hermanos en una casa ausente de sus padres porque ambos trabajaban. El hermano mayor de Jordan, Larry, marcó su adolescencia: en el patio trasero de su casa, ambos protagonizaron durísimos partidos uno contra uno que le sirvieron a Michael para para formarse en el juego. “Competimos por el amor de mi padre”, mencionó MJ en un fragmento del documental The Last Dance.
Esos duelos fueron clave para que aquel adolescente forjara su ser competitivo. Pero hubo alguien más que lo impulsó a demostrar toda su capacidad en una cancha de básquet. Cuando Jordan ingresó a la escuela secundaria Emsley A. Laney, todavía no era el jugador en el que se transformó con el tiempo. Más allá de sus aptitudes, se encontró con un obstáculo. Alguien 20 centímetros más alto que él.
"Leroy Smith fue un chico que, cuando yo llegué al equipo Laney de Wilmington, él ya estaba. Él está aquí esta noche, sigue midiendo lo mismo, no es más grande, y probablemente su juego siga siendo el mismo. Pero él empezó todo el proceso en mí, porque cuando él pudo ingresar al equipo y yo no, yo quería probarle no sólo a Leroy Smith sino al entrenador que lo había elegido a él por sobre mí, quise dejarle en claro que ‘hermano, cometiste un error’”.
Así contó la historia el propio Jordan en parte del extenso discurso que brindó a los presentes cuando fue introducido al Salón de la Fama del básquet estadounidense hace más de una década. Pero además de usarlo como motivación para su naciente carrera, Leroy Smith apareció en otras peculiares escenas de la vida del recordado basquetbolista.
Según cuenta la leyenda, el número 23 usó el nombre de su ex compañero de equipo de la escuela secundaria en decenas de ocasiones como un nombre falso para apostar al anonimato: ya sea para anotarse en el ingreso a hoteles, o cuando iba a escondidas a restaurantes u otros lugares en los que no quería ser reconocido.
Con el paso de los años, la historia se hizo conocida alrededor de los Estados Unidos y en el resto del mundo. Tanto que motivó al propio Jordan y a la marca de zapatillas y vestimenta que tiene contrato con Michael desde que desembarcó en la NBA, a confeccionar un particular modelo de zapatillas en homenaje a aquel chico que sirvió de inspiración para el seis veces campeón de la liga de básquet más importante del mundo.
Es más, un conocido humorista aprovechó para crear una serie de videos motivacionales con la historia de Smith. Charlie Murphy, el comediante y hermano del famoso Eddie Murphy, se personificó bajo el nombre de Leroy y realizó un documental sobre “el hombre que inspiró a Jordan".
Lo que empezó como un duelo entre los jóvenes amantes del básquet, terminó en una singular historia. Como Jordan se lo propuso, le ganó su lugar en el equipo a Leroy Smith, que continuó su carrera como basquetbolista fuera de los EEUU y fue un trotamundo del deporte: deambuló por Francia, Alemania y Gran Bretaña. Además de estudiar psicología, una vez que se retiró trabajó para la cadena NBC Universal hasta que se convirtió en el director de una empresa relacionada al entretenimiento.
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