Si hay un partido que sin dudas se ha salteado cualquier tipo de protocolo es el que se ha disputado este domingo en Nicaragua entre ART Municipal Jalapa y Deportivo Masaya FC por la promoción de la Liga Primera que se ha seguido disputando pese a la pandemia del coronavirus que tiene en vilo el mundo. Si bien es cierto que en la nación centroamericana ha habido apenas 14 casos registrados de los cuales tres han muerto (aunque la falta masiva de test pone en duda esta cifra), la propia Asociación Nicaragüense de Clubes de Fútbol (ANCF) había establecido una serie de normas a seguir para evitar que los campos de juego sean centro de contagios masivos.
Es por eso que desde finales de abril que los cotejos de disputan a puerta cerrada, sin embargo este fin de semana más de mil aficionados del conjunto local se acercaron al Estadio Alejandro Ramos Turcio. Los fans siguieron las acciones desde arriba de un techo del predio, subidos al muro que rodea la cancha y desde una de las colinas que se encuentra pegada al recinto. Obviamente, el metro de distancia entre cada persona recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estuvo tan ausente como la presencia de tapabocas, que apenas un puñado de hinchas los lucieron.
Eso sí, antes del pitazo inicial, el árbitro y los jugadores omitieron el saludo tradicional para no darse la mano y evitar entonces un posible contagio. Evidentemente, esto fue en vano, porque segundos después cada equipo se abrazó formando un círculo para realizar las arengas. Además, durante el encuentro se vieron los típicos agarrones entre rivales dentro del área, los abrazos entre compañeros en los festejos y hasta hubo apretones de manos entre algunos futbolistas cuando uno intentaba levantar del suelo a otro.
Ninguno de los entrenadores ni de los suplentes lució barbijo (aunque esto no es obligación por parte de la asociación que rige el fútbol en Nicaragua), pero lo más llamativo es que durante la intervención de uno de los asistentes médicos ante la posible lesión de un jugador, éste hizo lo inimaginable. Más de un especialista se debe haber llevado la mano a la frente cuando el ayudante tomó un objeto que había sido utilizado por un futbolista y al encontrar sus manos ocupadas, se lo colocó directamente en la boca. Insólito.
Mientras el jefe médico de la FIFA reclama que se castigue con amarillas los escupitajos, aquí en Nicaragua algunos jugadores no se preocuparon al momento de tirar al césped el agua que recién habían bebido para refrescar su boca. Si algo faltaba era que compartan botellas al momento de hidratarse. Y sí, algunos también lo hicieron.
Cuando el 24 de abril la ANCF anunció la continuidad de la máxima categoría, lo hizo remarcando que esto se haría de forma momentánea y “salvaguardando la integridad de jugadores, cuerpo técnico, directivos, aficionados y todos los involucrados”. Algo falló.
Como si esto fuera poco, un grupo de aficionados del ART Jalapa, equipo que se fue al descanso con una victoria de 2-0 en el marcador (3-2 en el global), llevaron un falso ataúd con la bandera del elenco rival que levantaron y agitaron en cada uno de los goles de su equipo. Al final del partido (que fue triunfo 3-1 para el local) sonó por altoparlante la canción viral de los africanos que bailan con ataúdes.
Lo cierto es que Nicaragua no hay ningún tipo de alerta respecto al coronavirus debido a la (supuesta) poca cantidad de casos registrados. Es así que en abril se realizaron rallys de ciclismo, peleas de boxeo y partidos del campeonato nacional de béisbol (el deporte más popular), entre otras actividades.
El Observatorio Ciudadano COVID-19 elevó este viernes a 431 los casos sospechosos de dicho padecimiento en Nicaragua, cuando el régimen de Daniel Ortega reconoce únicamente 14 desde que la pandemia ingresó oficialmente al país, a mediados de marzo pasado. Según este informe, la cantidad de personas contagiadas aumentó en un 38% desde el sábado pasado, con respecto a los siete días anteriores, consecuencia de un reporte de 118 casos nuevos.
El total de casos de COVID-19 reportados por el observatorio incluye 401 localizados por fuentes propias, 16 sospechosos reconocidos por el Ministerio de Salud (Minsa), y 14 confirmados. El reporte incluye a unos 30 miembros del personal de salud en Nicaragua, entre médicos y otros trabajadores, que también han sido alcanzados por síntomas asociados al COVID-19, según el Observatorio.
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