En toda historia siempre hay un malo. Y en el caso del documental The Last Dance (El último baile, en español) es Jerry Krause, quien por ese entonces era el general manager de los Chicago Bulls. Fue el encargado de crear uno de los más míticos equipos en la historia del deporte prácticamente de la nada, pero a su vez fue uno de los grandes culpables para que la dinastía encabezada por Michael Jordan viera su final.
Krause, que nació en Chicago, Illinois, el 6 de abril de 1939, inició su andar dentro de la NBA como scout de los Baltimore Bullets. Allí se ganó el respeto de las otras franquicias y el mote de gran ojeador de jóvenes talentos tras encontrar a Earl Monroe. También fue ojeador de los Bulls y los Chicago White Sox -el equipo de la Major League de Béisbol- dos entidades cuyo propietario era Jerry Reinsdorf.
Aunque la franquicia escogió a Michael Jordan un año antes de su llegada, el gran mérito de Krause fue armar un equipo y encontrar un estilo de juego ideal para potenciar el talento de un joven que estaba destinado a marcar una era y que podría llevar al éxito a una institución que era de las menos populares del país.
Luego de tomar el mando en los despachos el 26 de marzo de 1985, su primera gran movida fue despedir al entrenador Kevin Loughery para contratar a Stan Albeck, quien solamente duraría una temporada. Luego llegaría el turno de Doug Collins.
En octubre de ese mismo año firmó a John Paxson (lanzó el tiro que les dio el primer tricampeonato), aunque dos de sus mejores golpes los dio en el Draft de 1987, al seleccionar a Horace Grant en la selección número 10 y subir algunos puestos para hacerse mediante un canje a Scottie Pippen, procedente de la modesta Universidad Central Arkansas. Encontró oro fuera del radar. Donde prácticamente nadie se animó a buscar halló a uno de los mejores de la historia y a quien se convertiría en el mejor socio de Michael Jordan.
También convenció a Collins de sumar como ayudante a Phil Jackson (era la segunda oportunidad en la que buscaba sumarlo al staff técnico), quien se desempeñaba en los Albany Patroons de la Continental Basketball Association. El temperamental entrenador hizo una excelente pareja durante dos temporadas con Jackson. Uno se encargaba de las tácticas y el otro de los jugadores, de sus necesidades, de su aprendizaje.
Estas maniobras, sumada a la considerable mejora deportiva, le valieron a Krause el premio al mejor ejecutivo del año.
Sin embargo, casi en paralelo, la relación plantel-dirigentes comenzaba a resquebrajarse. Un osado movimiento dentro del mercado agigantó la grieta y dio inicio a una “guerra” que duraría años y que tuvo su momento de ebullición en la temporada 1997-98. Krause decidió canjear a Charles Oakley, por ese entonces uno de los máximos pilares de los Bulls. Además de la ficha del basquetbolista, la institución dio una primera ronda del Draft 1988 y una tercera ronda de ese mismo año a New York Knicks a cambio de Bill Cartwright, una primera ronda de 1988 y otro pick de tercera ronda.
Este intercambio enfureció a Jordan, ya que Oakley era uno de sus mejores amigos dentro del plantel y quien cumplió el rol de “hermano mayor” de MJ en sus primeras temporadas. “No entiendo cómo una franquicia puede cambiar a un chico de veinticuatro años por un señor de treinta y cuatro”, expresó en su momento.
Oakley también era uno de los principales detractores de Krause dentro del plantel. Fue el encargado de ponerle el mote de “Migas” al general manager porque siempre tenía la chaqueta o la camisa llenas de migas de donas. Tras la salida de su socio dentro de la cancha, Jordan adoptó este despectivo apodo y comenzó a confrontar públicamente a Jerry, a quien dentro de las prácticas también lo llamaba gordo o enano.
Tras la obtención del primer anillo en 1991, Michael reconoció públicamente que el arribo de Bill Cartwright -los primeros días tuvo que padecer castigos verbales del número 23- fue una acertada decisión por parte de la gerencia, aunque luego lo minimizó ponderando la labor de Pippen y Grant.
En ese entonces el rival a vencer eran los Detroits Pistons, también conocidos como los “Bad Boys”, por su ruda forma de jugar al baloncesto. Ante las continuas derrotas, Krause sorprende y decide despedir a Collins, quien había levantado considerablemente el rendimiento del equipo, para darle el mando a Phil Jackson, quien apostó por el sistema de juego llamado triángulo ofensivo, ideado por Tex Winter, uno de los ayudantes. Esta forma de jugar liberó a MJ de cargar con todo el peso de la ofensiva.
Durante esta época un nuevo choque sacude los pasillos del United Center. Jordan llevaba tiempo cortejando a Walter Davis y quería reclutarlo para su equipo, pero Krause se mostraba inflexible y apuntaba todos sus cañones a Toni Kukoc, un jugador que dominaba en Europa, pero que para el gran público estadounidense era un ignoto. Seleccionaron al croata en el puesto 29° del Draft de 1990, aunque desembarcó a la institución recién en el 93.
Pese al mal clima, los Chicago Bulls llegaron a la cima, ganando tres títulos de manera consecutiva. Sin embargo, tras el primer three peat, una noticia sacudió al mundo por completo: MIchael Jordan decidió alejarse del básquetbol y apostar al beisbol.
Aunque eran los actuales tricampeones, Krause se enfrentaba ante un enorme desafío: demostrar que los de Illinois seguían siendo un equipo competitivo y capaz de ganar otro anillo.
Sin Su Majestad, y pese a los chispazos entre Pippen y Kukoc (el croata llegó al equipo con un salario mucho más elevado que el del 33), los Bulls ganaron 55 partidos y llegaron a la semifinal de conferencia, donde cayeron ante los Knicks de Ewing, Starks y Pat Riley.
Krause se movió para renovar la plantilla, firmó a Bill Wennington y Steve Kerr como agentes libres en septiembre de 1993, canjeó a Stacy King a Minnesota Timberwolves por Luc Longley en febrero de 1994, contrató como agente libre en septiembre del 94 a Ron Harper y canjeó a Will Perdue a San Antonio Spurs por el polémico y extrovertido Dennis Rodman en octubre de 1995. El Gusano había sido uno de los principales enemigos de la franquicia durante su paso por los Pistons.
Durante esta época, Krause, que volvió a ganar el premio a directivo del año tras la campaña de campeón con el histórico registro de 72 victorias (esa marca luego fue superada por Golden State Warriors) esbozó una frase que Jordan nunca olvidó y que durante un discurso en el Salón de la Fama, rebatió con énfasis. El dirigente sostuvo que “son las organizaciones, y no los jugadores, los que ganan títulos”. Estas palabras tornaron irreconciliable el vínculo entre el plantel y el general manager.
En la antesala a la temporada 97-98, el malestar era evidente y todo se fue de las manos. Scottie Pippen, enojado por su bajo salario (figura fuera del top 100 de la liga) y por los rumores de traspaso, decidió retrasar una operación y perderse parte de la temporada. A Phil Jackson le tuvo que extender su vínculo a regañadientes, ya que era la única forma de que MJ no se fuera de la franquicia. “No me importa si consigues 82 victorias y ninguna derrota. Después de este año te vas”, le informó el dirigente durante la rúbrica del contrato. Ese mismo año se casó su hija e invitó a todos los basquetbolistas y directivos. ¿El único ausente? Sí, el entrenador.
Las declaraciones de Michael Jordan en conferencia de prensa tras el quinto anillo fueron un anticipo de lo que se avecinaba. “Tenemos derecho a defender lo que tenemos hasta que lo perdamos. Si lo perdemos, puedes decir: ‘Bien, cambiemos. Vamos por una renovación’. Pero nadie garantiza que la reconstrucción sea por dos, tres, cuatro o cinco años. Los Cubs se están reconstruyendo hace 42 años. Si quieren ver esto desde la perspectiva del negocio, tengan respeto por las personas que han sentado las bases para que esta sea una organización rentable”, afirmó, marcándole la cancha a Krause.
Jordan creía injusta la idea de reconstruir todo en pleno éxito, que alguien que no se ponía la camiseta todos los días fuera el encargado de decidir el futuro del un equipo tan exitoso y que marcó una era. La cúpula dirigencial creía que, salvo por Michael, la mayoría de sus figuras ya habían dado el máximo y que estaban ingresando a una curva descendiente. Creían que era el momento del cambio.
Tras la difusión de los primeros 4 episodios del documental The Last Dance, uno de los pocos que salió en defensa de Krause fue Toni Kukoc. “Fue el manager general de un equipo que ganó seis anillos. Dime cinco personas que hayan conseguido lo mismo en el mundo, en cualquier deporte”, expresó el croata en una entrevista con la cadena NBC.
Con el segundo three peat en las manos, el desenlace fue el esperado: Phil Jackson tuvo un año sabático hasta que recaló en Los Angeles Lakers, Scottie Pippen fue reclutado por los Houston Rockets, MJ se retiró por segunda vez del baloncesto y Dennis Rodman se marchó rumbo a Los Ángeles.
Tras la ruptura de esta mítica dinastía, nada fue igual en los Bulls. Krause no pudo encontrar la forma de levantar nuevamente a la franquicia y tras una seguidilla de malas decisiones se marchó en 2003, alegando problemas de salud.
Tras un par de años regresó al ruedo en el beisbol con los Yankees. Luego pasó a los Mets. En 2011 retornó a los Chicago Whit Sox, donde fue nombrado “asistente especial“.
El 21 de marzo del 2017, Jerry Krause murió a los 77 años por problema de salud. Ese mismo año fue incluido en el Salón de la Fama.
“Jerry fue una figura clave en la dinastía de los Bulls y significa mucho para los Bulls, los White Sox y la ciudad de Chicago. Mis condolencias de todo corazón para su esposa, Thelma, y para toda su familia y sus amigos”, escribió Michael Jordan tras conocerse la noticia. Jackson, por su parte, declaró: “Hoy es un día triste para los Chicago Bulls y para la NBA. Fue un hombre decidido a crear un equipo ganador en Chicago, su ciudad. Jerry era conocido como El Detective por su secretismo, pero no es ningún secreto que construyó la dinastía en Chicago. Nosotros, que formamos parte de su visión en este empeño, lo recordamos hoy”.
Krause, una persona instintiva y obsesiva, fue la cabeza principal en la creación de uno de los mejores equipos de la historia del deporte. Pero su afán de reconocimiento y sus constantes choques con las principales figuras del plantel contribuyeron para que esta historia terminara antes de tiempo.
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