“El rótulo que le dieron a la selección de ser favorita, a una selección con muy poca historia, pesó en la cabeza de cada uno de nosotros”. Colombia había terminado primera en el Grupo A de la Eliminatoria Sudamericana y expuso una cátedra de fútbol en su última presentación ante la Argentina del Coco Basile en el estadio Monumental con el recordado 5-0. Sin embargo tenía muy poca experiencia y apenas registraba dos citas mundialistas (Chile 62 e Italia 90) antes de la Copa del 94.
Colombia viajó señalada como uno de los mejores equipos del certamen. En diálogo con Infobae, Mauricio Serna brindó detalles de la preparación: “Fue excelente. En enero del 94 iniciamos una pretemporada y regresamos en marzo después de hacer giras en todos los continentes. El grupo se conocía muy bien y estuvo a la perfección. Tuvo una sumatoria de entrenamientos muy fuerte y hasta el momento de viajar al Mundial todo apuntaba a lo que se decía, el comentario y calificativo de favoritos”.
Tras el arribo a Los Ángeles todo marchó sobre rieles, pero el debut no fue el esperado: 1-3 contra la Rumania de Hagi en el estadio Rose Bowl. “Llegamos cualquier cantidad de veces y terminamos perdiendo por un marcador amplio. Aún así creíamos haber jugado bien y la cabeza estaba puesta en Estados Unidos”, analizó Chicho, que recordó: “Previo a la charla técnica de ese partido hubo una amenaza concreta contra el cuerpo técnico, especialmente contra Pacho (Maturana). Que si jugaba Barrabal Gómez, el hermano de Bolillo, hasta las familias iban a sufrir. Eso nos pegó fuerte, nos golpeó muy duro”.
Gabriel Jaime Gómez decidió retirarse como profesional en ese momento y el cuadro cafetero salió a disputar el segundo compromiso por el Grupo A ante el anfitrión. “Jugamos muy golpeados contra Estados Unidos, con una presión muy grande. No se hizo un mal partido, pero perdimos. Se habían jugado no sé cuántos partidos contra Estados Unidos y siempre había sido ganador y mejor Colombia. Pero en este partido ellos jugaron bien, mentalmente nuestra selección ya no estaba y perdimos. Andrés (Escobar) marcó el autogol y eso partió la historia del fútbol colombiano en dos. Desde ese momento todo cambió por lo que días pasados ocurrió”, completó Serna, que no sumó minutos en el 94.
Luego de la eliminación prematura llovieron las amenazas y el retorno al país no fue nada sencillo: “Nos dio mucho miedo después de lo de Andrés. Nunca imaginamos que le iba a suceder algo, pero una vez que lo asesinaron el miedo se apoderó de nosotros y nos tuvimos que esconder por más de un mes. Salíamos escoltados por la Policía, que nos protegía. Como animales de costumbre, fue quedando atrás y volvió todo a la normalidad”.
Chicho no tuvo contacto con el narcotraficante Pablo Escobar porque ya había fallecido cuando llegó a la Selección Colombia y aprovechó la oportunidad para aclarar su situación respecto a la denuncia por lavado de dinero que pesa sobre él: “Tengo un pool de abogados muy importante, estudiante, y llevando adelante mi causa. Me perjudicó muchísimo,pero duermo tranquilo. Creo mucho en Dios y algún día se va a saber la verdad. Todos conocemos personajes, si fuera por eso también me podrían vincular con el Papa porque tengo una foto con él y ¿entonces hago milagros? Estoy confiado en que la situación se va a resolver”.
Pasaron cuatro años y Colombia volvió a dar que hablar en las Eliminatorias para Francia 98, adueñándose del tercer lugar de una clasificación que no tuvo a Brasil (por ser campeón del mundo sacó boleto directo). Hubo un gran recambio y a Europa viajó un plantel experientado. Pero los resultados no variaron: eliminación en primera fase tras las caídas con Rumania e Inglaterra y la victoria en medio ante Túnez.
“Había un cambio de generación: se habían ido Leonel Álvarez, Luis Carlos Perea y el Chonto Herrera, entre otros, y habían llegado nuevos jugadores como el Patrón Bermúdez. Contra Rumania volvimos a llegar muchas veces y perdimos de nuevo. Le ganamos a Túnez y en el último partido Inglaterra nos superó ampliamente, nunca nos encontramos cómodos en el partido. Recuerdo muy bien que Faryd Mondragón fue la figura. No estuvimos bien, no jugamos bien y rápidamente nos regresaron a casa”, sentenció Chicho, que meses antes había firmado como refuerzo de Boca y fue titular en las tres presentaciones de esa Copa del Mundo.
Tocó la gloria con las manos en el equipo de Carlos Bianchi y más tarde pasó por el Puebla mexicano, Chacarita y Talleres de Córdoba antes de retirarse con Atlético Nacional, club con el que se identifica en su tierra natal. Uno de los momentos más críticos de su vida fue cuando colgó los botines. El Chicho que contagiaba alegría y se exhibía activo a toda hora había desaparecido de golpe. Un llamado lo hizo saltar de la cama.
“Cuando se hizo pública la noticia de mi retiro la primera persona que me llamó fue Diego Maradona. Me preguntó cómo estaba, cómo me sentía. Le dije que era un golpe duro, pero que lo tenía que asimilar. ‘Siempre me invitas a Medellín, así que mañana aterrizo a la 1 de la tarde’, me dijo. Y así fue, al otro día llegó a Medellín y estuvo una semana acá acompañándome. Ese es Diego, por eso lo quiero mucho”, valoró.
La estadía del histórico futbolista argentino fue como agua en el desierto de su depresión post retiro: “Fue un momento difícil, complejo para mí. Pero Diego vino para acá y me ayudó. Imaginate lo que era la ciudad con Maradona. Pasamos muy bueno, fueron días felices pero cuando se fue, el dolor lo tenía y me costó”.
Serna abrió el corazón como nunca antes y repasó la anécdota con la que hizo un clic que le permitió seguir adelante: “Me encerré dos meses en mi habitación. No compartía con mis hijos, no los llevaba al colegio, al cine, a un centro comercial, a un parque de diversiones, nada. Me levantaba, me bañaba y me tiraba en la cama. Así estuve dos meses hasta que mi mujer se iba a enloquecer, me entregó una máquina de afeitar y me dijo palabras claritas. 'Me hacés el favor y te afeitas, te pones esta ropa y te vas a la calle. Ahí hay plata y vete a la calle. Y si querés irte para donde las putas, te vas para donde las putas, pero no te aguanto más en casa. No quiero verte más en casa tirado ahí como un ente”.
El mensaje de Cristina, su esposa, fue el sacudón que necesitaba: “Yo pensé 'mierda, ¿esto es verdadero? ¿Es real? ¿Salir con permiso? Me organicé, me vestí, agarré mi camioneta y me fui. A los 5 minutos en una esquina me frené y dije ‘¿qué voy a hacer, a dónde voy?’. Di marcha atrás, volví a casa, abracé a mi esposa y entendí lo que ella quería que hiciera. Me hizo saber que había llegado mi momento y que seguramente no era como pensaba pero era así. Fueron fuertes las palabras pero las entendí claramente. Ahí le di un vuelco, empecé a mirar opciones y posibilidades y arrancó una nueva etapa en mi vida”.
Hubo una última reflexión sobre su etapa más oscura: “Es difícil el retiro porque uno cree que no sabe hacer nada más, que sólo es madrugarse, entrenar, cumplir horarios, una disciplina bien preestablecida y atender a la gente pero no, hay otra vida que hay que llevar y entender”.
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