Después del frustrante regreso de Michael Jordan a la NBA en 1995 tras su paso por el béisbol, los Chicago Bulls se prepararon con todo para recuperar el trono perdido. Y para eso, Phil Jackson junto al gerente general Jerry Krause apostaron por un personaje que había dejado sus años gloriosos en Detroit para convertirse en el personaje más polémico del deporte en los Estados Unidos. Gracias a un canje con los San Antonio Spurs fue que Dennis Rodman se sumó a un equipo que tenía a MJ y Pippen como sus líderes.
Tras los dos títulos seguidos en la 95-96 y 96-97, Phil Jackson sabía que se avecinaba la última temporada para ese grupo especial. Por eso, la carpeta que le entregó a cada jugador en la antesala de que comience la actividad y que contenía los objetivos a desarrollar para consumar el tricampeonato, la título The Last Dance.
Y de ese Último Baile, Rodman fue un actor principal. Así lo dejó ver el estreno del tercer y cuarto capítulo de la serie documental que se transmite por ESPN en territorio estadounidense y que ya se ubica entre las 10 más vistas de la actualidad en Netflix, la plataforma utilizada por el resto del mundo para disfrutar de la edición de las más de 10.000 horas de grabación de los Bulls de aquella campaña inolvidable.
Con Pippen fuera del equipo, todavía en plena recuperación por la operación en unos de sus tobillos, el inicio de temporada fue difícil para Chicago. Hasta que a Dennis se le encendieron las luces y comenzó a ayudar a los Bulls a ser de nuevo competitivos. Pero una vez que el número 33 volvió, Rodman tenía que desconectarse de esa presión que asumió para ayudar a Jordan. ¿Qué hizo? No tuvo mejor idea que hacer un pedido especial en plena temporada.
“Cuando termina la práctica, Phil (Jackson) me llama y me dice ‘Dennis quiere decirte algo...’ Y cuando Dennis quería decirle algo yo sabía que era algo que no quería escuchar”, dice Jordan en uno de los fragmentos del documental.
“Entonces, Dennis dice ‘Necesito unas vacaciones’... lo miro a Phil y le digo... ‘Qué quieres decir con vacaciones’, y el me dice ‘Dice que necesita unas vacaciones, un tiempo libre para perderse’... Phil, dejame decirte algo. Sí él necesita unas putas vacaciones, yo también las necesito... Lo miramos y le decimos ‘Dennis que querés hacer?’ y él dice ‘Necesito ir a Las Vegas’”, sumó Michael al relato de la situación que vivieron los tres tras un entrenamiento.
“Entonces le digo a Phil. 'Si lo dejas ir de vacaciones, no lo vamos a ver. Si lo dejamos ir a Las Vegas, no hay duda que no lo volveremos a ver”.
En la escena, en la que mientras Jordan cuenta la anécdota están el propio Rodman, Jackson y Pippen mirando a Su Majestad por un celular, el personaje que eligió la número 91 para jugar con los Bulls no para de reírse al recordar una situación que devino en una gira por bares, clubes nocturnos, mucho alcohol, fiestas y pocas horas de sueño para Dennis en Las Vegas.
Ese permiso de dos días para desconectarse que le había otorgado el capitán del equipo y su entrenador se transformaron en 40 horas más alejado del núcleo del equipo para Rodman. Que no estuvo solo, claro. Uno de los mejores reboteros en la historia de la NBA pasó sus mini vacaciones con su novia, la por entonces afamada Carmen Electra, actriz que supo ponerse el traje de baño en la serie Baywatch y que también fue modelo de la revista Playboy.
Una vez que el tiempo para Rodman se acabó, fue el propio Jordan el que tomó la decisión de buscarlo para regresarlo al equipo. Después de golpear varias veces la puerta de su modesta casa en Chicago, Michael entró al hogar de Dennis para llevarlo al entrenamiento y se encontró con la mismísima Electra durmiendo en el living.
Como ya lo demostraron los primeros dos episodios, The Last Dance es un documental que presenta saltos en el tiempo. Así fue que de las fiestas de Rodman en pleno 1998 nos trasladamos a un instante decisivo en la carrera de Jordan como estrella de la NBA. Después que la directiva de los Bulls nombró a Jackson como el nuevo entrenador luego de despedir a Doug Collins, el gran obstáculo para que Chicago fuera campeón de la liga fueron los Detroit Pistons de Isiah Thomas, Joe Dumars y un joven Rodman.
Tras perder en la definición de los playoffs de la Conferencia del Este en temporadas consecutivas, MJ tuvo un mandato: fortalecer su cuerpo para poder soportar el juego físico, casi al borde de la agresión, por parte de los campeones de la NBA. El número 23 guió a sus compañeros. En lugar de irse de vacaciones, los invito a entrenarse unas horas después de haber perdido contra los Bad Boys. Esa fue una señal interna que dio Jordan, pero al mismo tiempo fue un mensaje para el equipo que le impidió consagrarse cuando ya era el mejor jugador de la liga.
“Yo le daba seis repeticiones y él hacía el doble sin que se lo diga”, dice Tim Glover, histórico preparador físico de Jordan, en una escena del documental. Así fue que los Bulls llegaron a las finales de conferencia y barrieron con los Pistons en cuatro partidos. Michael estaba por primera vez en la final de la NBA y nada menos que contra Magic Johnson, que ya había festejado cinco títulos con sus LA Lakers.
Pero ni uno de los mejores jugadores de la historia de la liga pudieron detener a Chicago, que perdió el primer partido en casa pero hilvanó cuatro victorias en fila para coronarse como los campeones en 1991. La imagen de un Jordan emocionado hasta las lágrimas, con la copa entre sus brazos y su padre James al lado, quedaron para la posteridad.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: