“Los fantásticos, como Juan Pablo Pino, mandan en el fútbol. Los genios, los habilidosos, son el alma del juego. No se rompan la cabeza con el cuento de que si es más puntero derecho, más mediapunta, más armador... Simplemente es un crack”, escribió el diario El Tiempo, de Bogotá.
“El fisioterapeuta de Argentina tendrá que trabajar mucho para recuperar las cinturas que quebró Pino a lo largo de los 80 minutos que estuvo en el campo de juego”, firmó Vanguardia liberal sobre esa aparición vibrante.
“Es un muy buen jugador, va a recibir muchas ofertas”, dijo Carlos Salvador Bilardo, en diálogo con Cadena Caracol. Aquel 10 de enero de 2007, los ojos del fútbol del continente se habían maravillado con aquel jovencito de trenzas al estilo Ronaldinho, inasible para sus marcadores. Con Juan Pablo Pino como figuras estelar, Colombia derrotó 2-1 a Argentina en la fase de grupos del Sudamericano Sub 20 de Paraguay.
El mediapunta, extremo o enganche oriundo de Cartagena brilló esa noche en el estadio de 3 de Febrero, de Ciudad del Este: edificó una jugada a pura habilidad que derivó en el tanto decisivo anotado con Carlos Darwin Quintero, con el arco a su merced. Antes, el Mago tomó el balón fuera del área, sobre la banda derecha, desbordó apelando a su caja de sexta velocidad, enganchó para hacer pasar a de largo Matías Cahais, capitán Albiceleste, dibujó otro regate y soltó la asistencia, con visión periférica. Aunque no rubricó la conquista, su autoría intelectual arrasó con la atención de los medios.
Dos años antes, otro colombiano, Hugo Rodallega, había logrado opacar al mismísimo Lionel Messi en el Sudamericano. Ya en el Mundial Sub 20 de Holanda 2005, el Pulga no había compartido el protagonismo, y había confirmado todo lo que el planeta fútbol esperaba de él. Por cercanía temporal, la asociación, entonces, resultó natural. Pino pasó a ser “el nuevo Messi”. O el “Messi colombiano”.
Aquella selección comandada por Eduardo Lara redondeó una primera fase de ensueño. Sólo perdió ante el Uruguay de Edinson Cavani; luego ganó con justicia los otros tres partidos y se quedó con el grupo. Pino asombró con su habilidad y también le anotó a Ecuador. Y los cazatalentos europeos y del resto de América comenzaron a merodearlo, observando en él potencial de estrella.
Para muchos, su irrupción en el Sudamericano resultó un descubrimiento. Pero en Colombia ya depositaban muchas esperanzas en sus regates a puro vértigo. Pino debutó en Independiente Medellín en 2005, dos años antes. Con el dorsal 18, y también combinándose con Darwin Quintero, descolló en el torneo Sub 21 de Centroamérica, certamen en el que se consagró Colombia tras superar a Venezuela en la final.
Pero esa cadena de fintas contra el elenco albiceleste lo catapultaron. San Pablo, Chelsea, Udinese y Boca, entre otros equipos, se apuntaron entre los interesados y el club argentino, con fama de potenciar futbolistas colombianos, dio el paso al frente. Mauricio Macri, entonces titular de la institución (y en 2015 presidente del país), reconoció las negociaciones con el DIM. “Es un joven con muchas condiciones que se está destacando en el Sudamericano. Estamos esperando una respuesta para ver si podemos llegar a un acuerdo”, dijo el dirigente auriazul.
El Mago, a la distancia, sintió moverse el piso debajo de sus botines. “Hay muchas posibilidades de que sea jugador de Boca, pero lo tengo que tomar tranquilo. Ojalá se dé lo mejor para mí y para mi familia. Boca es un club muy grande y sería un paso importante, pero un pase directo a Europa también me gustaría. Después del Sudamericano se resolverá”, comentó el juvenil.
Todo lo bueno hecho por su selección en la primera etapa del Sudamericano se derrumbó en el Hexagonal final de Asunción. El primer partido resultó una catástrofe: Colombia cayó 5-0 ante Chile, donde se destacaban Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Gary Medel y Mauricio Isla.
Alrededor del plantel comenzaron a arreciar las versiones de indisciplina o relajamiento. El seleccionado apenas si logró un empate en la fase final: 0-0 ante Argentina, que con Ángel Di María, Sergio Romero y Ever Banega como columnas terminó segunda y logró la plaza para el Mundial de Canadá (que ganó) y los Juegos Olímpicos de Beijing (en donde se quedó con la medalla de oro). El campeón del Sudamericano fue Brasil, con Lucas Leiva y Alexandre Pato como estelares. Colombia terminó sexta de seis conjuntos. Pino sólo volvió a celebrar un gol, ante Paraguay, en un tropiezo por 3 a 2.
Pero los focos no dejaron de apuntar hacia el habilidoso fantasista. Finalmente fue el Mónaco el que se impuso en la puja por sus servicios, previo pago de tres millones de dólares. Con 19 años, Europa le abrió los brazos. Pero se lesionó y, cuando se puso a punto, se encontró sin lugar o aguardando por posibilidades que sólo aparecieron a cuentagotas...
En consecuencia, fue cedido a préstamo al Charleroi de Bélgica, donde ofreció algunas de sus corridas eléctricas. Fue a su vuelta donde vivió un resurgir. Sobresalió en un amistoso de pretemporada contra la Roma y el diario As sentenció: “El Mago ha despertado de un largo sueño”. Aquellos eslalons, como si corriera sobre esquíes, que habían sorprendido con la selección Colombia, se replicaron en Europa. A esa virtud le sumó pegada. Y gol.
Su mejor conquista la anotó en un duelo ante el Girondins de Burdeos, en una derrota por 4 a 3. Se trató de un tiro libre con efecto, a unos 35 metros del arco, volcado sobre el lateral izquierdo del campo de juego. El balón tomó tal efecto que dobló hacia él ángulo izquierdo de la valla, venciendo la estirada del arquero, sorprendido por la parábola.
Dos meses seguidos ganó el premio al mejor jugador del mes en el Mónaco. Su talento otra vez germinaba. Empezaron a surgirle interesados, como dos años antes. Liverpool y Arsenal comenzaron a seguirlo; en los medios se señalaba que su cotización había vuelto a crecer y sacarlo del Principado requería de una inversión de 10 millones de euros.
El 30 de julio del año 2009, el Mónaco jugó ante el Inter de Milán un amistoso por el Pirelli Cup-Trofeo Sky. Se trataba de la pretemporada en la que el Rossonero se preparó para consagrarse en la Champions League, tras ganarle al Barcelona en semifinales y al Bayern Múnich en la final, con dos goles de Diego Milito. Con el dorsal N° 20, Pino saltó a la cancha en el segundo tiempo, a 23 minutos del final. Fue el debut de Samuel Eto’o en los milaneses; el citado Milito convirtió el único gol a los 11′ del segundo tiempo. Sin embargo, al entrenador José Mourinho quedó cautivado con los dribles de Pino.
Astuto, Mou convocó a Iván Ramiro Córdoba, compatriota del mediapunta, y junto a su entrenador de arqueros, Silvino Louro, se acercaron a hablar con el joven. El ida y vuelta fue seguido con detenimiento por los periodistas allí presentes, quienes a través de la lectura de labios le adjudican al orientador una sentencia: “Hay que comprarlo”.
Pero no sucedió. Pino no terminó de explotar. Intercaló destellos de su talento con problemas de disciplina, lesiones y ese andar sinuoso lo llevó a saltar de club en club, sin aplomarse. Galatasaray de Turquía, Al Nasr (Arabia Saudita), Olympiakos de Grecia, Bastia de Francia fueron algunos de sus destinos. En el medio, vivió un episodio curioso en Mersin Idmanyurdu de la liga turca: firmó y rescindió al poco tiempo por no sentirse cómodo.
En 2013, Independiente Medellín, su cuna futbolística, fue a su rescate: lo contrató con la excusa de celebrar el centenario de club con su hijo pródigo como estandarte. Más maduro, en su tierra; las condiciones resultaban ideales para su despegue. Sin embargo, el retorno a Colombia terminó en escándalo.
En Medellín comenzaron a correr rumores de que su actitud como profesional distaba de ser la correcta. Las versiones lo señalaban con costumbres nocturnas y la dirigencia decidió realizarle un control de alcoholemia cuando arribó al entrenamiento. Juan Pablo se negó. Ante su decisión, el cuerpo técnico lo envió a realizar trabajos diferenciados. El jugador tampoco aceptó el castigo y se retiró.
La tensión llegó a límites extremos. “El jugador no está en el equipo por decisión propia”, subrayó el técnico Pedro Sarmiento. Pino terminó rompiendo el vínculo con apenas ocho partidos en su foja. Otra vez noticia, y no por sus cualidades sobre la gramilla.
Sus últimas dos experiencias fueron en Universitario de Deportes y en Indonesia. En 2016 viajó a Lima para incorporarse al club peruano, que participaba de la Copa Sudamericana. “Tuve la opción de regresar al fútbol europeo, pero quise volver al continente para volver a sentir el fútbol suramericano. Tengo dos hijos”, justificó su apuesta. Tuvo que enfrentar a los prejuicios. “Si yo fuera un paquete no hubiera jugado 9 años en Europa”, enfrentó las críticas. Pero sólo alcanzó a jugar seis encuentros y a anotar un gol; otra vez las lesiones lo acosaron.
Hoy espera una nueva oportunidad: en 2019 se entrenó en Deportivo Cúcuta y se colocó en la vidriera en los medios de comunicación de su país. “Tuve dos temporadas en Indonesia, tuve la oportunidad de volver, pero por esto que está pasando por esta enfermedad del coronavirus, no pude volver. Creo que puedo jugar, uno, dos, tres años más, Estoy esperando a que pase todo esto, que empiecen las ligas para poder activar”, se entusiasmó con la chance de verse otra vez bajo las luces, en diálogo con el programa Saque Largo, de Win Sports.
En su última aparición pública, Pino realizó una honesta autocrítica, desde la cual se puede explicar por qué no estuvo a la altura del estatus de “Messi colombiano”. “Me desconcentró el dinero, me llegó muy joven”, reconoció.
“Tuve un arranque muy grande, llegar a Mónaco con tan solo 19 años en esos tiempos era muy difícil. Me da nostalgia todo eso, pero creo que lo disfruté mucho”, saboreó aquellos comienzos.
Luego, se autoflageló: "Cometí muchos actos de indisciplina y me arrepiento, creo que, si hubiera sido un profesional a la altura, hubiera jugado en equipos más grandes de los que jugué. Cuando veo a todos los jugadores que comenzaron conmigo y que están triunfando en la Selección me da un poco de nostalgia porque pude ser el 10 de la selección”.
“Llega un momento en el fútbol donde todos los equipos te quieren y ya cuando uno toca puertas para que le den la oportunidad de jugar, ahí es cuando se da cuenta que las cosas han cambiado", se lamentó. Son las mismas puertas que antes se abrían en cascada ante el talento rebosante que mostró en aquel Sudamericano de 2007...
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