Se llama Vasily Kamotsky y le dicen el “El Tyson de las bofetadas”. Es un granjero de 29 años que se consagró campeón de un insólito torneo en Rusia en marzo de 2019. Desde entonces, la disciplina se ha popularizado de tal manera que reparte jugosos premios.
“Yo en realidad fui para ver el espectáculo, pero mis amigos me aconsejaron que participara y me lancé”, explicó el hombre que trabaja en una granja en Serbia y que curiosamente se llevó el trofeo de campeón sin haberse preparado para participar. “Hace mucho que dejé de ir al gimnasio y no manejo ninguna técnica de golpes”, explicó en diálogo con El País.
La modalidad es sencilla. Quien resista más golpes gana. Un médico y un juez supervisan las batallas que comienzan cuando uno de los concursantes lanza el primer ataque, luego éste debe soportar la embestida del rival y así sucesivamente. Al momento de recibir los ataques, los participantes deben mirar de frente y apoyar ambas manos sobre la mesa que los separa de su adversario.
La mole de 168 kilos perdió el invicto en diciembre pasado, a casi nueve meses de consagrarse campeón. Fue en Rusia, su tierra natal, ante su compatriota Vyacheslav Zezulya. “Me dio un buen golpe, me gustó. Creo que podría haber seguido, pero me sacaron de allí. Y yo solo le pegué con un 25% de mi potencia...”, reconoció Kamotsky tras el combate.
En esta oportunidad, el campeón mundial de las bofetadas tuvo enfrente a un duro contrincante: un gigante brasileño de 200 kilos llamado Black Papa y que está preso en Rusia.
Este nuevo combate, bajo la atenta mirada de los otros prisioneros y que tuvo un final sorprendente, contó con un ingrediente extra: el relato de Ibai Llanos, una celebridad de internet y locutor deportivo. Las imágenes que se viralizaron fueron compartidas en Twicht.
El sorteo previo benefició al campeón ruso, que comenzó con una durísima cachetada, pero el brasileño pudo soportar el primer golpe y se mantuvo en pie en los siguientes. Por supuesto, hubo asistencia médica, donde a los concursantes se les hizo oler un algodón con alcohol para controlar los mareos por los golpes.
Sin embargo, lo más llamativo de este duelo fue que tras estas durísimas bofetadas, cinco por lado, ninguno cayó tumbado al suelo y el árbitro determinó que hubo empate. De esta manera, el campeón mundial y el retador se repartieron 75 mil rublos rusos (unos 970 dólares) y hubo un sentido abrazo final.
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