Ya son 39 días los que transita Ronaldinho en Paraguay, país al que acudió para presentar un libro y realizar un acto solidario, y en el que continúa con una causa por falsa documentación y arresto domiciliario.
A pesar de haber conseguido este último beneficio, gracias al juez Gustavo Amarilla, quien aceptó su salida de la Agrupación Especializa para transferirlo al lujoso hotel Palmaroga en Asunción, el astro brasileño no está cómodo. El ex futbolista está rodeado de ostentaciones con las que soñaría cualquier ciudadano, sin embargo padece el aislamiento social en un país que no es el suyo.
Ronaldinho y su hermano, Roberto de Assis Moreira, cuentan con derechos a los que no estarían pudiendo acceder, a causa del coronavirus, según detalló su abogado.
La posibilidad de recibir visitas es otro de los beneficios con los que cuenta el brasileño: "Puede recibir todas las que desee, tiene respaldo legal, es él quien no debe poner un pie afuera”, explicó el letrado Arnaldo Leguizamón al medio paraguayo Extra. Sin embargo, “El COVID es lo único que le impide a él recibir visitas”, bromeó.
A pesar de estar lejos de su familia, su abogado aseguró que “puede tener celular y todo, hablar con su gente, sin drama”.
Las fronteras con Brasil están cerradas desde el 30 de marzo, fecha en la que el Gobierno de Paraguay anunció la medida para frenar la expansión del coronavirus, después de que un grupo de personas intentó entrar desde un punto fronterizo con el país brasileño.
Ronaldinho Gaúcho cumple su séptimo día de arresto domiciliario en el hotel, tras pagar una fianza de 1,6 millones de dólares, “confiando en la Justicia paraguaya” para someterse a la causa por entrar al país con un pasaporte falso.
Los hermanos Assis están imputados por la Fiscalía por “producción de documentos oficiales de contenido falso”, un delito que conlleva hasta 5 años de prisión. El caso se remonta al pasado 4 de marzo, cuando ingresaron en el país a través del aeropuerto internacional de Asunción con identificaciones paraguayas manipuladas.
Ambos viajaron a la capital para apoyar con su imagen a una fundación que organizaba un programa de asistencia social a niños de Paraguay y presidida por la empresaria Dalia López, que se encuentra en paradero desconocido y bajo orden de captura internacional.
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