Carlos Vela es tal vez el mejor jugador mexicano de la actualidad. Sus regates y su capacidad para perforar las redes han enamorado a los aficionados de Los Angeles FC y otros ajenos al equipo estadounidense.
Pero el camino no siempre fue así para “El Bombardero”. Aunque desde sus inicios fue considerado un “diamante en bruto”, tuvo que pasar de club en club hasta que logró estabilidad con la Real Sociedad de La Liga de España.
Desde el inicio de su carrera profesional, a los 14 años, el cancunense tuvo que separarse de su hogar y llegar a la ciudad de Guadalajara. En las Chivas comenzaría una historia de brillantes actuaciones, acompañada de fuertes críticas.
“Nunca se está preparado para ser un nómada. Me salí de mi casa con 14 años y dejar a tu familia es un golpe que nadie se detiene a evaluar a la hora de juzgar a un deportista. Es una apuesta al vacío… Dejar todo sin saber si va a funcionar. Tienes todo en contra y puede ser un acto fallido en el que es posible perder años de tu vida que no recuperarás. En mi caso, el primer cambio de ciudad, de Cancún a Guadalajara, fue complicado y me definió. Me ponía triste y lloraba diario”, declaró el delantero azteca a la revista GQ.
Años después, sin poder debutar en la primera división de México y con un resultado histórico en el Mundial Sub-17 de Perú 2005, Vela tuvo la oportunidad de partir de nuevo. En esta ocasión, más lejos aún que la primera vez. El Arsenal de Inglaterra vio un excelente jugador y lo fichó.
Por ser menor de edad aún, el ariete no podía debutar en la que es considerada la mejor liga del mundo. Por ello, Los Gunners decidieron prestarlo al Celta de Vigo de España, pero terminó en el UD Salamanca, donde debutó como profesional en la segunda división, aunque también tuvo momentos complicados.
“Llegué a Londres sólo unos meses y ahí estaban mis papás, pero después me llevaron a jugar a Salamanca y todo cambió. Fue cuando dije: ‘Carajo, estoy lejos de todos. Ya no pueden venir a verme’. Fue complicado porque, además, no jugaba y tenía que enfrentarme a otro país y cultura. Estás lejos de tu zona de confort y es complicado asumirlo, y, sobre todo, tan joven. Esa poca experiencia es lo que te hace tener mucho miedo en qué harás”, explicó el campeón de mundo Sub 17.
Entre escasos minutos y buenas actuaciones, “La Hiena” deambuló en clubes de Inglaterra y España. Llegó al CA Osasuna, regresó al Arsenal y pasó al West Bromwich Albion. Sin embargo, todo cambió en la Real Sociedad de San Sebastián.
“En San Sebastián llegó la parte más importante de mi vida: mi nueva familia. Venía de tres años de estar en Londres, a la que no pude adaptarme. Me costaba todo. No te sé decir algo específico. Fue un lugar donde no tengo grandes recuerdos. Deseaba irme de ahí y San Sebastián fue mi ciudad de escape. Ahí empecé a disfrutar de nuevo luego de tres años tan malos de vivir en Inglaterra. No sabía nada del País Vasco, pero fue en lo que menos me fijé. Tenía tantas ganas de irme, que escuché una oferta buena para jugar, y con tal de salirme de Inglaterra, fue un ‘¡me encanta, sí voy!’”, apuntó.
Con los Txuri-urdines se hizo un ícono. La relación con el club fue mágica: los aficionados lo adoraban y sus compañeros lo veían como un referente. Pero todo tiene un final, y para Carlos era momento de un cambio de aires; escuchó una buena oferta y se mudó a Los Ángeles.
No llegó con las comodidades de una estrella: el equipo no tenía estadio propio, vestidores o instalaciones para entrenar. Todo cambió con Carlos, su buena vibra y excelente juego llevó al club angelino a crecer, llamando la atención de inversionistas como el basquetbolista Earvin “Magic” Johnson, el actor Will Ferrell, la exfutbolista Mia Hamm o el dueño de Riot Games, Brandon Beck.
“Es un orgullo porque empecé de la nada aquí, entrenando donde nos dejaban y en un vestidor en el que no cabíamos y debíamos turnarnos; teníamos que hacer fila para poder cambiarnos. Y ahora ves lo que se ha construido y es algo que da felicidad y satisfacción”, contó el goleador de la MLS con 34 anotaciones en una temporada.
Ha sido la mejor decisión. Para un mexicano, es muy fácil adaptarse a la ciudad. Se siente como si fuera parte de nuestro país, una extensión. Aquí la cultura mexicana juega de local y es muy fácil sentirse como en casa
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