Entre policías con causas pendientes, narcotraficantes y políticos acusados de corrupción, un hombre de fama mundial celebra su cumpleaños. Ronaldinho Gaúcho, quien fuera uno de los mejores jugadores de la época, estrella del FC Barcelona, AC Milan y PSG, festeja su 40° aniversario de vida en compañía de su hermano Roberto Assis Moreira, en la Agrupación Especializada, una sede de la Policía Nacional de Paraguay que funciona como cárcel y donde 195 reclusos acompañarán al ídolo brasileño en su día.
Este recinto no se asemeja en nada a la cárcel de Tacumbú, la principal del país y actualmente sin plazas debido al hacinamiento y a la superpoblación carcelaria. Es establecimiento, donde Ronaldinho atraviesa su prisión preventiva por ingresar a territorio guaraní con documentación falsa, tiene más comodidades y le han permitido al ex futbolista y a su hermano atravesar unos 14 días en condiciones más que aceptables.
Dinho comienza sus días con el tradicional desayuno compuesto por un “cocido” (infusión caliente de yerba mate) con leche y una galleta. Aunque también suele “beber mucho café”, de cuya preparación se ocupan él y Roberto en su habitación que tiene “ dos camas, heladera, aire acondicionado y televisor”, según comentó Blas Vera, director del centro, en diálogo con EFE.
“En ningún momento se quejó (de su situación) en la cárcel. Siempre dice que está bien, que no le falta nada, que está muy a gusto, y que los demás le tratan muy bien, sin inconvenientes”, resaltó Vera.
Acomodado en una discreta y poco cómoda pieza del Módulo 2 de este centro de reclusión, Ronaldinho ya no puede disfrutar de la misma manera que cuando ingreso de su máxima pasión: el fútbol. Si bien había trascendido que había adoptado el hobby de la carpintería, sus actividades favoritas se relacionaron siempre con el deporte al que estuvo ligado desde que era un niño en Porto Alegre.
Solía entusiasmarse con cada partido de fútbol europeo que podía ver en su televisor, como la apasionante clasificación del Atlético Madrid en cancha del Liverpool FC por la UEFA Champions League, pero la suspensión de todos los campeonatos por el coronavirus lo han privado de eso.
El avance del COVID-19 en Sudamérica –11 casos de infectados y 1 muerto en Paraguay– ha puesto más atención al andar de los presos por el solar de 14 hectáreas de la Agrupación Especializada, donde está la posibilidad de practicar de deportes a cielo abierto y Ronaldinho tiene al fútbol sala como terapia. Desde que un policía le cedió su calzado deportivo para que pueda jugar, ha aprovechado para retomar su vínculo con el balón, ese elemento con el que deslumbró al mundo durante 17 años jugando de manera profesional.
El diario ABC había informado que los equipos del campeonato de mayores de 35 años –que tienen nombres como ‘Sport Pitufo’ o ‘Negro Cumbiero’ y compiten por un cerdo de 16 kilos para degustar en grupo– querían que Ronaldinho participe en el torneo. Pero él solamente ha jugado por diversión.
Lo que sí se ha visto afectado notablemente por la pandemia mundial es el sistema de seguridad de la prisión policial. En los últimos días se han instalado en la entrada dos personas que miden la temperatura y proveen alcohol en gel a todas las personas que ingresan al predio. Y las visitas ahora son limitadas, una sola por interno, por lo que Ronaldinho y su hermano solamente ven a sus abogados.
Al astro brasileño, campeón del mundo en 2002 y ganador del Balón de Oro 2005, lo visitaron antes de la cuarentena por coronavirus algunas celebridades del fútbol guaraní como Carlos Gamarra o Nelson ‘Pipino’ Cuevas, o su amigo Fernando Lugo, campeón del mundo de “Futvoley”, que en diálogo con Infobae lamentó no poder en estos días estar con él pero comentó que sus abogados “le llevan ropa todos los días y siempre están pendientes de él”.
Nadie pensó aquel 4 de marzo cuando Ronaldinho pisó el aeropuerto de Asunción que su mediático recibimiento iba a derivar en un escándalo de índole mundial. Llegó con el objetivo de protagonizar un acto benéfico para apoyar un programa social de una fundación local pero exhibió pasaportes paraguayos adulterados y terminó tras las rejas.
Dinho y su hermano Roberto Assis Moreira quizás tenían planeada una celebración especial para este 21 de marzo, porque el ex futbolista cumple 40 años. Pero allí están en Paraguay, imputados por uso de documentos públicos de contenido falso, un delito que tiene una pena de cinco años de cárcel. La investigación avanza y el caso salpica a funcionarios del Departamento de Identificaciones, que expide pasaportes y documentos, a la Dirección de Migraciones y a autoridades del aeropuerto internacional de Asunción. Mientras tanto, él aguarda su salida para reencontrarse con el resto de su familia.
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