La Air Accidents Investigation Branch (AAIB) de Reino Unido, a cargo de la investigación de la caída del avión de Emiliano Sala, publicó una serie de datos importantes en relación al hecho ocurrido el 21 de enero del 2019 pero uno es clave: "Ni el piloto ni la aeronave tenían las licencias o permisos necesarios para operar comercialmente”.
El proceso para esclarecer el caso se desarrolló a lo largo de 14 meses y tuvo a la agencia del Reino Unido al frente de la investigación, aunque también compartió la información con las entidades de Argentina (JIAAC), Francia (BEA) y Estados Unidos (NTSB). En el informe que publicaron, el tercero desde que empezó la búsqueda de pruebas, se identificó que el “piloto perdió el control de la aeronave durante un giro de vuelo manual”. Afirmaron: "Probablemente se inició para permanecer o recuperar las Condiciones Meteorológicas Visuales (VMC).
“Posteriormente, la aeronave sufrió una ruptura en vuelo mientras maniobraba a una velocidad aerodinámica significativamente superior a su velocidad de maniobra de diseño”, advirtieron. Frente a estas conclusiones, el comandante de la aeronave monomotor, Dave Ibbotson, quedó en el centro de la escena. Cabe destacar que entre los restos hallados en el fondo del Canal de la Mancha se encontró el cuerpo del futbolista argentino que tenía 28 años, pero no el de Ibbotson.
A todos estos detalles, le agregaron que el piloto “probablemente” se vio afectado por el envenenamiento por monóxido de carbono, algo que ya se había conocido en agosto del 2019 cuando publicaron un análisis preliminar del caso e informaron que “la sangre del pasajero mostró un nivel de saturación de carboxihemoglobina (COHb) del 58%”, un nivel “potencialmente mortal”.
Los especialistas concluyeron que otros tres factores colaboraron en la caída del avión Piper PA-46 Malibu al noroeste de la Isla de Guernsey. “El vuelo no se realizó de acuerdo con las normas de seguridad aplicables a las operaciones comerciales. Esto se manifestó en el vuelo operado bajo las reglas de vuelo visual (VFR) durante la noche en condiciones climáticas adversas a pesar de que el piloto no tenía entrenamiento en vuelo nocturno y falta de práctica reciente en vuelo por instrumentos”, advirtieron.
Además, las “inspecciones de los sistemas de escape" no eliminaban el riesgo de una intoxicación por monóxido de carbono y que “no había un detector de CO con una advertencia activa en el avión que pudiera haber alertado al piloto de la presencia de CO a tiempo para que tomara medidas de mitigación".
Desde la AAIB decidieron lanzar dos medidas de seguridad para poder evitar accidentes por las mismas falencias: “Crear conciencia sobre el riesgo asociado con los vuelos charter sin licencia; y mejorar la orientación dada al personal que realiza inspecciones de los sistemas de escape”.
La extensa publicación cuenta con 128 páginas en las que se repasa el paso a paso del accidente, se aportan nuevas imágenes de lo hallado y se explica en detalle cada procedimiento realizado por las agencias especializadas en este tipo de accidentes de aviación.
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