Entre las cámaras y la pared, acorralado por los micrófonos, ante una tempestad de interrogantes sobre el duelo que Atlético Nacional iba jugar en la Argentina ante Huracán por la Copa Sudamericana, pero sin perder ni un segundo su serenidad absoluta. A Juan Carlos Osorio le gusta pensar cada respuesta. Las planifica casi tanto como a sus partidos. Hace silencio, encuentra con su mirada un punto fijo lejos del ruido para ordenar sus ideas y, después de unos segundos, las excarcela para deleite del interlocutor de turno.
Después de hablar de actualidad, se brinda a un mano a mano más profundo con Infobae. “Que no nos esperen, ‘por fa’”, dice ‘el Profe’ mientras se acomoda para la primera pregunta. Es hora de ir a cenar con el equipo pero él conoce la tónica de la conversación que se aproxima y también se conoce a sí mismo: sabe que inevitablemente va a sumergirse en un océano de conceptos, ideas y convicciones, y que necesitará tiempo –mucho más del que él cree– para clasificar esos pensamientos y ofrecer el reflejo más fiel de sus conocimientos. Una sabiduría que ha construido bloque por bloque durante toda su vida profesional, nutriéndose de la experiencia pero también a través del estudio y del intercambio de doctrinas con sus pares. Nunca pierde oportunidad para escuchar otras voces. De hecho, aprovechó su efímera estadía en Buenos Aires para visitar a Sebastián Beccacece en el entrenamiento de Racing Club y charlar de fútbol.
El estratega colombiano de 58 años destapa su ideario y opina sobre varios atributos del juego de esta época, además de rememorar sus partidos más emblemáticos e enfatizar su inquietud en dos aspectos fundamentales del fútbol moderno: la competitividad y el factor aleatorio.
— ¿Cómo se encuentra en su regreso al trabajo a nivel clubes tras varios años trabajando en selecciones?
— Para nosotros la gran diferencia entre trabajar a nivel de clubes y a nivel de selección es el tiempo de trabajo. Y ese tiempo de trabajo da como resultado, dependiendo la manera de planificar y de preparar el día a día, que el entrenador pueda consolidar una idea de juego a través del entrenamiento y no por seleccionar los mejores jugadores para una estrategia. A nivel de clubes, con menos recursos, se puede potenciar más a través del entrenamiento a esos jugadores, que al final son los que ejecutan el plan. Pero en las selecciones, como el nombre lo indica, hay que seleccionar. Por ejemplo, para una estrategia contra una selección que juega con transiciones de defensa-ataque, en condición de local, si uno piensa plantar una línea defensiva bien arriba, pues entonces elige defensores rápidos e intuitivos para templar esa línea en mitad de cancha. Si uno en su club no tiene jugadores de ese nivel, los puede trabajar con situaciones que lleven a gestionar mejor las transiciones defensa-ataque del rival.
— ¿Y usted qué disfruta más?
— Lo que más disfruto es entrenar. Como seleccionador tuve una experiencia extraordinaria, vivo muy agradecido con México. Con los jugadores tengo un agradecimiento eterno, cuando tengo la posibilidad se los manifiesto y se los reitero. Estar en el Mundial fue una experiencia extraordinaria. Pero el día a día es lo que más disfruto, por eso estoy contento de estar nuevamente en Atlético Nacional. Mi familia está feliz en Colombia, estoy muy contento. Creo que nos juntamos para, ojalá, hacer crecer al club.
— ¿Cómo ha encontrado al fútbol colombiano? Ha criticado recientemente el promedio de minutos de juego neto, por ejemplo...
— De las pocas ligas donde yo me siento con autoridad moral y con suficiente conocimiento hablar de temas tan puntuales es de la liga colombiana, y es por el simple hecho de ser ‘parroquiano’, un ciudadano colombiano. Me preocupa la queja colectiva que va en pro del espectáculo y, como tal, siento la responsabilidad de buscar las razones de por qué no somos la mejor liga de Sudamérica, más allá de juzgar, criticar y apuntar a los culpables. Las grandes ligas, como la Premier League o la Bundesliga que tanto admiramos, tienen un promedio de minutos jugados muy altos. Casi llegando a 60 minutos algunos clubes. A eso estamos apuntando con Atlético Nacional: ser más competitivos y agresivos a la pelota para recuperarla en zona alta. Para eso se necesitan jugadores más atléticos y la diferencia se nota más al competir a nivel sudamericano que a nivel local. Más que quejarme es llamar a la reflexión, porque yo también como cualquier ser humano me equivoco y quizás tengo una percepción equivocada de alguna jugada. Y también tengo jugadores maliciosos, que buscan la falta, que se tiran, que instigan, pero tratamos de corregirlo en el día a día. Entonces no se permiten jugadores que finjan y se castigan con penaltis en contra, por ejemplo, para tratar de llevar el juego a un nivel más competitivo. Aquí en Argentina se compite en una liga que, como dije anteriormente, y escuchando y asesorandome con los buenos entrenadores que tienen, se promedian los 54 minutos de juego neto. Y hay equipos, como Defensa y Justicia con Sebastián (Beccacece) hace un año y medio, que llegaron al promedio de 60 minutos. Eso es algo extraordinario. Si nosotros al fútbol colombiano, a nuestro talento natural, le podemos sumar esa competitividad, yo creo que podríamos estar en las dos o tres mejores ligas del continente.
— ¿Cuánto influye en esto la presencia de tantos entrenadores extranjeros y algunos técnicos jóvenes en Colombia?
Hay un grupo de entrenadores jóvenes que se identifican con esa idea y creo que por bien del fútbol nuestro ojalá sigan progresando, y lleguen a clubes donde se les permita trabajar e implementar el método de descubrimiento guiado, para que a través de ejercitaciones funcionales y del juego podamos, aparte de jugar bien, competir mejor. De ser así yo creo que vamos a progresar mucho.
— Hablando de juventud… ¿Usted siente que evolucionó mucho con respecto al entrenador que era en sus inicios?
— Siempre me incliné por el juego competitivo, por mi formación académica, que me he graduado en 1990 en Ciencias del Deporte y Rendimiento Humano en Estados Unidos, donde viví de cerca la cultura del deporte y la competitividad de los norteamericanos, no solamente de los deportes sino en el día a día, con un país que les da a todos una oportunidad por igual. Crecí dirigiendo fútbol semi-profesional, a nivel universitario, y ya en el 2000 con mi primer trabajo, me incliné por el juego atlético, leal, de disputar cada pelota como la última, yendo con respeto pero dándolo todo. En ese aspecto no he cambiado.
— ¿Cuáles son los matices que sí ha cambiado?
— He modificado la manera de entrenar y hoy le damos mucha más importancia a lo estratégico y a lo táctico, al entender que el fútbol es interminable en las oportunidades que nos da para trabajar en el día a día. Todo es entrenable. Pero a pesar que lo entrenemos bien, el juego tiene un factor aleatorio que siempre nos va a sorprender. Lo único que nos queda a los que creemos que los jugadores y su creatividad son lo más importante, es replicar situaciones análogas del juego en el día a día para a través de esas vivencias mejoren en la toma de decisiones. El fútbol será el mejor deporte por siempre. Nos queda la responsabilidad de cada día mejorar y entender, como bien diría (Francisco) Seirul·lo, que “lo complejo del fútbol no es el juego, sino el jugador”. Hay que llegarle al jugador en el entrenamiento, llenarle la memoria operativa con información real del juego y a través de esas vivencias y la competencia se termina consolidando. Quien entienda que todos tenemos temores y el cerebro reptiliano toma un papel importante en las decisiones, en un escenario con 40.000 o 50.000 personas, va a comprender que a medida que al talento le sumemos competencia vamos a tener mejores jugadores y un mejor juego.
— ¿Cree entonces que el jugador con un grado de interpretación más alto tiene una ventaja con el que solamente es talentoso?
— Diría que sí. Pero hablar de talento también es incluir la toma de decisiones, porque hay jugadores que pueden dominar la pelota en un área restringida pero en la decisión siempre van a querer eludir y no saben diferenciar cuándo es conveniente pasar el balón para desatascar el juego. No podemos separar la toma de decisiones del talento. Un jugador es tan talentoso también por decidir bien, más allá de lo que pueda hacer técnicamente.
— Se lo ha criticado varias veces por sus rotaciones, tanto de jugadores como de sistemas... ¿Cuáles son sus argumentos?
— Más que argumentos creo que son reflexiones. No soy nadie para tener que convencer a ‘X’ o ‘Y’ aparte de mis jugadores y de la gente con la que trabajo, o para la que trabajo. Y todos ellos saben que las rotaciones son un tema de principio de vida. Como en cualquier grupo de trabajo, en este caso es una plantilla, todos tienen que sentirse importantes, más allá de ser titulares y suplentes. Y la única manera de sentirse importante en un grupo, sea en una sala de emergencias de un hospital o una en compañía, es aportando. Y el aporte de los jugadores de fútbol se ve en el campo. Entonces es mi responsabilidad entender en qué escenario debe participar cada jugador y ojalá que participe con probabilidades de sobresalir. Y por otro lado, si uno no le da oportunidad a jugadores jóvenes, nunca se van a consolidar. Un jugador que tiene entre 18 y 24 años no se consolida solamente entrenando. Se consolida entrenando, pero es más importante que participe y que compita. Ojalá también ganando, pero más vamos a perder. Y como diría su compatriota Jorge Luis Borges, se aprende más de la derrota, que tiene humildad, que de la bulliciosa victoria. De las derrotas he aprendido mucho y creo que para uno consolidarse como ser humano se tiene que equivocar, pero ser valiente para tomar decisiones. Al final de todo nos queda la conciencia tranquila de que hemos colaborado a la consolidación de muchos jugadores, que llegan a la selección o van a jugar al extranjero. Y también hay una parte estructural: cada rival es diferente, cada escenario es distinto, y analizamos todo eso antes de decidir cuál es la estrategia. Una vez que elegimos la estrategia, definimos la estructura de juego que vamos a utilizar y ahí recién los mejores efectivos para esa estructura y la estrategia.
— Este proceso que usted explica se vio muy bien cuando enfrentó a Alemania en el Mundial 2018... ¿Fue el partido que mejor planeó como entrenador?
— Me reiteró en la respuesta anterior. Puedo hablar de ese partido y decir que lo preparamos, y por mucho tiempo. Pero creo que la gran diferencia entre el juego ante Alemania, que todos recuerdan, o el juego contra Brasil (octavos de final), que también fue muy bueno, versus la gran derrota que en carne propia sufrí contra Chile (Copa América 2016), estuvo en los días y en el tiempo de preparación. Por ejemplo, creo que muy poca gente recuerda que previo a la derrota contra Chile, 11 días atrás, México le ganó 1-0 y me incluyo ahí. Le ganamos. Fue un partido mitad de dominio chileno, en el primer tiempo, y de dominio nuestro en el segundo tiempo por una modificación que le hicimos al juego: vimos que en el descenso del tercio ofensivo de ellos al tercio medio nadie perseguía a (Alexis) Sánchez. Se puso en ese momento a Miguel Layún a descender con él y se controló el juego a Chile, se lo dominó y se le ganó. Y sobre eso planificamos el juego a los 11 días después y nos llevamos una derrota impresionante, de la cual aprendí muchísimo. Ahora, contra Alemania, hicimos más hincapié en prepararnos atleticamente para competir contra ellos, con su juego aéreo y la disputa en el tercio medio de ellos. Y ya en lo táctico, explotar las incursiones ofensivas de (Joshua) Kimmich que dejaban muy desprotegido al equipo. Sobre todo si terminaban jugando con tres volantes que conocíamos muy bien, que eran más que jugadores mixtos un poco más de ataque, yo diría un 70-30%, más ofensivos que defensivos, y hasta 80-20%, y aprovechar ese espacio...
— El gol mexicano viene a espaldas de Kimmich de hecho…
— Claro, en el primer tiempo tuvimos el gol y otras buenas transiciones de defensa-ataque con Hirving Lozano, Carlos Vela y con Javier (‘Chicharito’ Hernández). Entonces me parece que el juego, y lo hablamos al principio de la nota, nunca dejará de sorprenderlo a uno. Porque a los que creemos en esa secuencia de primero la estrategia, después la estructura, después los efectivos y por último el plan de acción, yo creo que el juego a veces le voltea a uno las cosas y, en un mal arranque de un partido, todo se va en contra de uno. Hay que tener entonces esa flexibilidad y esa capacidad de análisis para ajustarse a la parte aleatoria del juego, a lo que sorprende a todos, incluso a uno mismo. En eso creo que radica la complejidad y la belleza del juego. Por muy bien planificado que esté un partido siempre está lo inesperado.
— ¿Considera que las ideas radicales están perdiendo efectividad y los equipos deben apostar a filosofías mixtas?
— Bueno, recuerdo que justamente antes de ese Mundial en una pasantía que hice por acá en Sudamérica, destacando por ejemplo la combatividad de los uruguayos y los argentinos, que son un ejemplo a seguir, hablaba con Marcelo Bielsa, a quien admiro profundamente, y en ese intercambio de ideas decíamos que las selecciones nacionales que mejor pudieran combinar esas dos cosas iban a ser exitosas. Y Francia no fue la excepción. Mostró que con una combinación de jugadores de buena técnica, más jugadores atléticos como Pogba, Kanté y Matuidi, más la toma de decisiones, tenían todas las posibilidades. Para mí, y se lo expresaba en esa oportunidad a él (Bielsa), las selecciones más importantes iban a ser las que pudieran cambiar de un 4-3-3 a un 3-4-3 en rombo. Y yo creo que fue algo que aunque no se dio estaba dentro de sus posibilidades, porque Francia con los tres que mencioné anteriormente y bajando a Griezmann podría tener un atacante jugando en la zona 14 (NdR: en la frontal del área rival). A eso se le suma Giroud para el juego aéreo y los extremos de raya, Mbappé y cualquier otro. Es un equipazo. Cuando alguien gana con una idea, como lo hizo Pep Guardiola entre 2010 a 2014, la tendencia es ir hacia esa estructura.
— ¿Cómo hizo Europa para equiparar, y hasta superar, el talento de Sudamérica?
— Indiscutiblemente en toda la historia del fútbol la gran diferencia la han hecho los entrenadores. Argentina ha producido jugadores de un nivel extraordinario como Maradona y Messi, o Brasil con Pelé y Zico. Los países europeos entendieron eso más rápido y le mezclaron al talento la parte atlética, que sumado a la modernización y a la tecnología, lo que ha hecho avanzar al mundo en los últimos 20 años, han equiparado al talento. Nos han mostrado que por talento, y únicamente con eso, no gana nadie. O puede ganar de vez en cuando, pero es difícil. Nos llevan ventaja en la competitividad. Me lleva a pensar y reiterarme en lo que tanto me esfuerzo en mejorar en nuestro club y con nuestros jugadores, y ojalá en el fútbol colombiano. En la medida que al talento histórico que siempre tuvimos en Colombia, porque hay que hablar de (Freddy) Rincón, del ‘Pibe’ (Valderrama), de Wellington Ortíz, le sumemos la parte atlética, vamos a tener una de las mejores ligas de Sudamérica y por qué no del mundo. Pero hay que mejorar en esa parte.
— ¿Se considera usted un vanguardista a nivel táctico?
— No, me identifico claramente y desde siempre he tenido admiración por Johan Cruyff. Desde los ‘70, desde que conozco mi vida. Recuerdo en el ‘78 de ver a Holanda jugando contra Argentina, con la ausencia de Cruyff pero sin embargo llevando el trámite del partido hasta el último minuto. Siempre admiré al fútbol holandés por la idea de jugar con jugadores de banda como Rob Rensenbrink y Johnny Rep. Y ya luego la época de Cruyff y el ‘Dream Team’ del Barcelona de 93/94. Me apasionaron siempre sus ideas, desde que era jugador y se colocaba de ‘falso 9’, con Rudi Krol conduciendo e interiorizando. Y Pep Guardiola tiene su mérito porque potenció y revivió esa manera de vivir el fútbol, sin lugar a dudas. Un mediocentro para distribuir y gobernar el juego, con volantes de ida y vuelta tipo Johan Neeskens. Jugadores número 8, como diría Marcelo (Bielsa). Hay que aplaudirlo por creer en esa idea de juego y hacerla resurgir. Pero el hombre que más le ha aportado al fútbol en los últimos 50 años o más, como jugador, como entrenador y divulgador, sin lugar a dudas, ha sido Johan Cruyff.
— Su idea se consolida, los resultados medianamente acompañan... ¿Tiene Atlético Nacional el potencial para volver a ser uno de los mejores equipos del continente?
— Me gustó su palabra: “Medianamente”. En un jugo tan difícil como el fútbol, tan mezquino, con tantos intereses creados, tanta falsedad, tanta trampa y tanto engaño, es muy difícil llegar a este “medianamente”. Somos muchos más lo que perdemos que los que ganan. Por eso me quedo tranquilo con su adjetivo. Trataré obviamente, con el trabajo del día a día, ayudar a mejorar a nuestros jugadores y demostrarles ellos son los más importantes. Me identifico con Juanma Lillo (NdR: un DT español que inspiró a Guardiola y trabajó en Atlético Nacional) en eso de que nosotros los entrenadores estamos para aumentar las probabilidades de nuestros jugadores en el juego. Pero son ellos, con su inteligencia, con lo que aprendieron creciendo y jugando en la calle, en el campo, en el barrio, en la comuna, en la favela, en la villa para ustedes, aprovechando nuestra sesiones funcionales con situaciones análogas del juego, los que tendrán individualmente la oportunidad de mejorar y colectivamente llevar al club a competir nuevamente por títulos continentales. Y yo cambiar ese “medianamente” por algo un poquito más arriba.
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