“Lo ves todo. Ves las peleas, cómo funcionan, cómo funciona una banda, ves cómo funcionan las calles, cómo se mueven los estupefacientes. Y lo más importante es que tiene que decidir rápido”. El presente del joven Adama Traoré es de absoluta felicidad con un rendimiento espectacular en la Premier League que lo ha colocado en el centro de las miradas. Aquel muchacho de descendencia africana, hoy transformado en una especie de fisicoculturista del fútbol, tiene sobre sus espaldas una historia cruda en los barrios marginados de España. Un camino de evitar peleas, tentaciones y carencias para alcanzar la cima deportiva.
En una entrevista que brindó al diario catalán Sport, el delantero de 24 años que se formó en las inferiores del Barcelona y defiende la camiseta del Wolverhampton en Inglaterra recordó cómo fue su crianza. “Muchísimos jugadores buenos se metieron en una banda y dejaron el fútbol. Tenían una calidad increíble, pero el hecho de dejarse llevar por las drogas, por las bandas, por las relaciones... Al final se perdieron. Las bandas iban por zonas. Si no los conocías, o no habías tenido roce con ellos, te podían meter en un problema. Tienes que saber lo que quieres, estar centrado. Vengas de donde vengas, aunque el barrio sea caliente, hay siempre gente noble que tiene las cosas claras. Lo más importante es que tienes que decidir rápido. Por ejemplo, en una pelea, tienes que decidir si lo que quieres es seguir el camino recto, seguir trabajando, seguir con todo lo legal. Si quieres lo ilegal lo tienes ahí al lado, te lo van a dar rápido", confesó.
El atacante –hijo de padres malienses que arribaron a España en busca de un futuro mejor a mediados de los 80– se crió en el barrio de la Florida de l’Hospitalet, catalogado por el citado medio como “el más denso de Europa”. Ubicado a unos pocos kilómetros del Camp Nou, allí se centran diferentes culturas producto de la gran aglomeración de inmigrantes, según explicó el propio Traoré en la nota. Allí, Adama y su hermano Moha (hoy en el Hércules) se hicieron un nombre gracias a las habilidades con la pelota en los pies.
El muchacho que acumuló varias presentaciones en el Barcelona B y alcanzó a sumar cuatro partidos oficiales con el primer equipo Blaugrana recordó sus partidos en el barrio contra “gitanos, marroquíes, dominicanos, españoles y otros africanos” y relató los escollos a los que debió sobreponerse: “Nos tentaron muchas veces las bandas a mí y a mi hermano. En ese momento pertenecer a una banda era algo popular. Se veían peleas casi cada día. Yo he estado en alguna pelea. He visto pistolas, peleas con bates, cuchillos, botellas, de todo...”. Toda esta violencia en un barrio caliente ocasionaba que tengan que esconder su lugar de origen fuera de allí: “Si en tu DNI ponías que eras de Hospitalet, había ciertas discotecas a las que no te dejaban entrar”.
Convertido en un deportista con un físico imponente tras sus pasos por el Aston Villa y Middlesbrough, Traoré explicó sus secretos para la transformación que vivió: “Yo de pequeño ya tenía esa virtud de ser veloz, pero a la hora de las frenadas sufría bastante, tuve pubalgia, tendinitis, y debía trabajar para que mi musculatura pudiese sostener mi forma de jugar explosiva. Empecé a hacer trabajos específicos. No de pesas, sé que la gente no me cree. Hago gimnasio, pero un trabajo distinto al que se hace normalmente. Siempre me tienen que parar, porque uno siempre quiere más”.
El cambio de imagen también impactó en su barrio, donde volvió después de un tiempo y algunos le preguntaron: “¿Qué te ha pasado? ¿cómo te has puesto así? ¡Y ese cambio físico!”.
En sus últimas dos temporadas con el Wolverhampton, Traoré vivió también un ascenso en su nivel que lo hizo pasar de habitual suplente a titular inamovible: en este último torneo, suma 26 presentaciones –21 como titular– y 4 goles. Su equipo, que el año pasado quedó en la puerta de clasificar a un torneo internacional, marcha ahora a dos unidades de meterse en la zona de clasificación a la Europa League.
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