Recién van unos pocos días de este 2020, pero Deontay Wilder y Tyson Fury ya protagonizaron una de las peleas de boxeo más destacadas de todo el año. En el MGM Grand de Las Vegas, un sitio ya mítico para el boxeo actual, el peleador británico de 31 años (31-1-0, 30 KO) se impuso por nocaut técnico en el séptimo asalto y le arrebató al norteamericano de 34 años (42-1-1, 41 KO) su cinturón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Tras el polémico empate que ambos protagonizaron en diciembre del 2018, había una gran expectativa por verlos nuevamente enfrentarse sobre el cuadrilátero. Pero la espera valió cada segundo para los amantes del boxeo porque brindaron un verdadero espectáculo, incluso desde la previa. El primero en aparecer fue el retador, quien salió vestido de rey y llegó hacia al cuadrilátero sentado en un trono. Luego fue el turno del campeón, optando por su aparición tradicional, vestido con una armadura brillante de color negro valuada en más de USD 60.000.
La tensión crecía a cada segundo y no se quitaron la vista en ningún momento mientras escuchaban al referee Kenny Bayless. Se notaba que ambos estaban dispuestos a demostrar con los guantes todo lo que habían dicho delante de los micrófonos pese a que el riesgo era gigante porque llegaban invictos en sus carreras y con todo para perder.
Sin embargo, al comenzar la acción, Tyson Fury no dio lugar nada. Cocinó la victoria desde el minuto cero. Comenzó bien ubicado en el centro del cuadrilátero y comandando la pelea ante un Wilder muy concentrado, sacando el jab abajo y golpeando con criterio. Esa fue la tónica de los primeros asaltos: The Gypsy King más activo y yendo al choque, logrando incluso mandar a la lona a The Bronze Bomber en el tercer asalto. El peleador norteamericano volvió a su rincón en ese asalto tambaleándose, con las rodillas flojas.
Wilder llegó a la mitad del combate muy herido, conmocionado, visiblemente abrumado por un Fury que salió a atacar sin cesar para quedarse con el combate. De hecho, el oriundo de Manchester volvió a mandar al estadounidense al suelo en el quinto round y le propinó varios golpes potentes al cuerpo en el sexto. Hasta aprovechó un clinch sobre las cuerdas para sacar la lengua a las cámaras y así exponer su superioridad con su extravagante estilo.
En el séptimo asalto llegó el final. Tyson Fury ya tenía a Deontay Wilder en el bolsillo. Lo conectó con su puño izquierdo para agravar aún más su malestar y luego con su derecha le puso punto final a una pelea que siempre fue suya.
Este es el gran combate que sus fanáticos estuvieron esperando mientras él estuvo casi tres temporadas fuera del deporte sumergido en los vicios y los excesos. Es el evento que todo el mundo esperaba desde aquel diciembre de 2018 cuando su velada ante Wilder finalizó con un empate en las tarjetas (113-113 / 115-111 para Wilder / 114-112 para Fury).
Tyson Fury logró lo que parecía imposible porque no hay que olvidarse que The Bronze Bomber había defendido 10 veces de manera consecutiva su cinturón mundial del Consejo Mundial del Boxeo (CMB), con impactantes triunfos ante el cubano Luis Ortiz y frente a su compatriota Dominic Breazeale, e iba camino a igualar una marca histórica del legendario Muhammad Ali.
Pero eso no será posible porque The Gypsy King le puso un freno y ahora su carrera se ha relanzado. Tyson Fury destronó a Deontay Wilder y ya piensa en los nombres más importantes de la divisional, como el británico Anthony Joshua, quien recuperó las coronas mundiales en diciembre pasado en su revancha contra el mexicano Andy Ruiz Jr.
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