Pasó poco más de un mes del inicio del año nuevo y parte del barcelonismo ya quiere que llegue el fin del 2020. Es que los 31 días de enero, y los pocos de febrero, fueron interminables para un Barcelona que no para de ser sinónimo de malas noticias.
El primer mes del año comenzó con un desconcertante empate ante el Espanyol por 2-2, que ponía en tela de juicio la continuidad de Ernesto Valverde, un entrenador que ya venía caminando por la cuerda floja desde la inesperada derrota en Anfield por 4-0 ante el Liverpool por Champions League.
Cinco días más tarde, el conjunto culé caía en las semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid, y se escapaba la posibilidad de obtener una Copa que suavice la situación directiva. Ese fue el punto final para el “Txingurri”.
El 13 de enero, por la mañana, se produjo la destitución del técnico que le dio dos campeonatos locales y una Copa del Rey al club. Tras los emotivos mensajes de despedida de prácticamente todo el plantel, se hizo oficial la llegada de Quique Setién, con el que se produjo el primer cortocircuito con la directiva: Mientras que Bartomeu y compañía habían asegurado que el nombre del español se estuvo estudiando durante días, el ex Betis reconoció en rueda de prensa que estaba sorprendido tras haber recibido el llamado 24 horas antes.
Setién tuvo poco más de una semana para trabajar y conocer un poco más a sus jugadores antes de debutar en el banquillo. Parecía que su llegada iba a traer aires de renovación, con la oportunidad que le dio a los canteranos y el regreso de la posesión de balón como bandera, sin embargo, sólo duró seis días. El Valencia acabó con la ilusión barcelonista tras superarlo de manera contundente.
En medio la lesión de Luis Suárez. El uruguayo fue operado del menisco de su rodilla derecha y el parte médico informó que iba a tener cuatro meses de recuperación. Era el turno de la directiva culé para salir al mercado y reforzar la posición en la que solo estaba Lionel Messi, Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé recuperándose de una lesión.
Pasaron los días y los nombres: Chimi Ávila, Lautaro Martínez, Christian Stuani, Bakambú, Rodrigo... No pudieron cerrar ninguna negociación y para colmo el club vendió a Carles Pérez y Abel Ruiz, dos atacantes juveniles que ya contaban con minutos en el primer equipo.
Mientras Ansu Fati ganaba puntos como titular, a la espera de Dembélé, una nueva mala noticia golpeaba a la entidad azulgrana. El delantero francés volvía a lesionarse, esta vez en un entrenamiento. Una “rotura completa del tendón proximal” del muslo derecho, cuatro meses de baja.
Con sólo Griezmann, Messi y Ansu Fati para disputar Copa del Rey, Champions League y Liga, el Barcelona cerró enero y comenzó febrero igual de preocupado y a todos esos problemas se le sumó el fuerte cruce entre la dirigencia y el capitán del equipo.
“Cuando se habla de jugadores habría que dar nombres porque sino se nos está ensuciando a todos”, disparó Lionel Messi a través de su cuenta de Instagram. Esa frase estaba teledirigida a Éric Abidal, quien días atrás aseguró que la destitución de Valverde se debía a que, “muchos jugadores no estaban satisfechos ni trabajaban mucho y también había un tema de comunicación interna”.
Éste miércoles, Bartomeu (presidente del Barcelona), se reunirá de urgencia con Abidal (Director Deportivo), después de conocer lo que ocurrió con “La Pulga”, con quien se encuentra en un período de negociaciones para renovar su contrato.
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