Ya no se ven llamas al paso de los vehículos, sino camellos, y los cóndores ahora se transformaron en zorros del desierto. Este año, la competencia motora más exigente del mundo se afianzó en un nuevo territorio, Arabia Saudí. Luego de haber recorrido África y Latinoamérica, el mítico rally encara la aventura en Oriente Medio.
La flora y la fauna del desierto se apoderaron de las cámaras que siguen a los competidores y fue una de ellas la que captó una de las imágenes más llamativas de lo que dejó la segunda etapa del campeonato.
En ellas se puede ver a un motociclista cruzando el tramo Al Wajh-Neom (Etapa 2) por un camino lleno de dromedarios, los cuales lo siguieron durante una parte de su recorrido
La segunda etapa del torneo dejó a Sam Sunderland, de KTM, como líder en las motos por delante de los sudamericanos Pablo Quintanilla (Chile) y Kevin Benavides (Argentina). En autos, Orly Terranova (ARG) se quedó con la primera plaza, superando a Carlos Sainz y a Nasser Al-Attiyah. En cuatricilcos, Ignacio Casale continúa haciendo de las suyas en lo más alto de la clasificación.
Lo que ofrece Arabia Saudita no es solo la flora y la fauna de su país, sino también todo lo que significan las costumbres de su pueblo: los mensajes políticos y las muestras de afecto en público son algunas de las restricciones impuestas a los casi 600 participantes para respetar las “leyes locales de decencia” y así no entrar en conflicto con el conservador anfitrión de la carrera.
Los inscritos en el Dakar recibieron antes de viajar a Arabia Saudí una guía práctica con información básica del país y consejos de comportamiento que exhortaban a las a mujeres a no mostrar hombros o rodillas y a abstenerse a cualquier persona de protagonizar muestras de afecto en público.
El documento anticipaba lo que los pilotos se encontraron al llegar: una monarquía absoluta islámica, una sociedad amable con el visitante pero cuyo estilo de vida está marcado por el Corán y donde una buena parte de las mujeres va cubierta por la calle con el nicab, un velo que solo deja al descubierto los ojos.
Como país que alberga los dos lugares más sagrados del Islam, que son La Meca y la Mezquita del Profeta, Arabia Saudí castiga la importación, venta o consumo de carne de cerdo, alcohol o cualquier tipo de droga.
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