Si está en el negocio de los deportes profesionales en este momento, los fundamentos son motivo de preocupación. La asistencia está disminuyendo, incluso en medio de una sólida economía. Quizás parte de esa reducción se pueda atribuir a la mejor calidad de la transmisión de alta definición y al predominio de los grandes televisores de pantalla plana, que hacen que ver los torneos en casa sea una experiencia mucho mejor que en el pasado.
Pero eso no explicaría por qué los índices de audiencia televisiva de esta temporada para la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos han caído en dos dígitos, aunque sí podría reflejar, en parte, el sostenido descenso en la cantidad de suscriptores del cable. En tanto, la Major League Baseball (MLB) quiere eliminar casi una cuarta parte de sus franquicias de ligas menores, muchas de las cuales se encuentran en comunidades rurales o en declive.
Prácticamente lo único destacable en el panorama deportivo es la liga de fútbol, la Major League Soccer (MLS), donde posibles inversionistas pagan tarifas cada vez más altas por la oportunidad de ingresar al único deporte en el que hay un crecimiento real en Norteamérica.
Antes de que alguien se emocione demasiado, es importante tener en cuenta que, en comparación con la National Football League (NFL) o las grandes ligas europeas de fútbol, la MLS todavía está en pañales en lo que respecta a los ingresos. El año pasado, la NFL recaudó más de US$16.000 millones, mientras que la MLS está cerca de los US$1.000 millones, donde el equipo promedio obtiene alrededor de US$30 millones, o aproximadamente 10% de lo que obtiene un club promedio en la Premier League inglesa.
Pese a este escenario, las tarifas de expansión —el precio que los nuevos grupos propietarios pagan por incorporarse a la MLS— están aumentando. Esta semana, la MLS informó que un grupo pagó un récord de US$325 millones para obtener los derechos de un equipo en Charlotte, Carolina del Norte, lo que lo convierte en el equipo número 30 de la liga. Esto se compara con la tarifa de US$70 millones que Atlanta United pagó hace cinco años.
Entonces, ¿qué explica esta fiebre del oro? Incluso si la asistencia y los índices de audiencia de los deportes disminuyen, posibles grupos propietarios están dispuestos a apostar por el futuro del fútbol en Estados Unidos por una serie de razones.
La primera es que el fútbol profesional probablemente tenga el potencial de aumentar los ingresos en EE.UU. más que otras ligas deportivas. Tal vez la MLS nunca llegará a ser tan grande como la NFL o la Premier League inglesa, pero dada la naturaleza variable de la demografía en EE.UU., donde los jóvenes muestran más interés en el fútbol que las personas mayores, parece inevitable que la popularidad y los ingresos del fútbol comiencen a nivelarse con otras ligas deportivas más lucrativas.
Lo segundo es considerar lo que puede ocurrir con una nueva franquicia de la MLS bien manejada. En 2017, Atlanta United ingresó a la MLS en una ciudad que puede ser una venta difícil para los deportes profesionales. Sin embargo, el equipo encabezó rápidamente la asistencia de la liga, jugó varias veces al año frente a multitudes del tamaño de las que asisten a los partidos de la NFL y ganó la final de la Copa Abierta de la MLS de EE.UU. en su segunda temporada en la liga. Forbes ahora dice que es el equipo más valioso de la liga, con un valor de US$500 millones, todavía muy lejos de las valoraciones de la NFL, donde el valor del equipo promedio es de cerca de US$3.000 millones, pero muestra un impulso. Los posibles grupos propietarios ahora tienen datos que muestran que el gran interés de los fanáticos y el crecimiento de los ingresos justifican precios más altos para aquellos que deseen ingresar a la MLS.
La tercera es que hay un número cada vez menor de posibles ciudades de expansión. Tanto la MLB como la NBA tienen 30 equipos (aunque algunas ciudades tienen más de un equipo de una sola liga). La NFL tiene 32 equipos. Antes de que se anunciara a Charlotte como el equipo número 30 en la MLS, se percibía que la ventana para que ingresara un equipo de expansión se estaba cerrando. Si Charlotte no hubiera ofrecido una oferta tan osada, bien podría haber perdido ante Phoenix, Las Vegas, Detroit, Raleigh, Carolina del Norte o cualquiera de las otras ciudades importantes que aún no han conseguido un equipo.
También está la promesa de que la Copa Mundial de Fútbol de 2026, que se celebrará en Norteamérica, será un impulso para una nueva etapa de crecimiento en el fútbol estadounidense, particularmente a medida que los mileniales se conviertan en padres de niños que pueden aprender a amar y practicar este deporte.
Por último, vale la pena señalar cuán diferente es la presencia geográfica de la liga en comparación con la de la MLB, la que a veces todavía es considerada como el pasatiempo de EE.UU. Un tercio de las franquicias de la MLB se encuentran en el Medio Oeste, y cuatro de esas ciudades —Milwaukee, Cleveland, Detroit y Pittsburgh— no tienen franquicias de la MLS. Tampoco las tienen Indianápolis o Búfalo, Nueva York y otras dos áreas metropolitanas que tienen diversas franquicias de deportes profesionales. Mientras tanto, la MLS tendrá equipos que ingresarán a la liga en los próximos años en Austin, Texas; Nashville, Tennessee; y Charlotte, ciudades donde la MLB no tiene presencia. Basado en la geografía, esto sugiere que el béisbol representa el pasado de EE.UU., mientras que el fútbol refleja su futuro.
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