La historia de una ex estrella de la NBA con la marihuana: defendió el consumo como jugador y ahora vende su propio cannabis

Cliff Robinson llegó a ser considerado el Mejor Sexto Hombre del mundo en 1993. Jugó 18 temporadas y fue sancionado dos veces por usar esta sustancia para calmar sus dolores y la ansiedad. Ya retirado, desde 2017 produce y vende cigarrillos legales

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Cliff Robinson en Portland, junto
Cliff Robinson en Portland, junto a sus plantas de cannabis

“Sin la marihuana no hubiera jugado tantos años”. Cuando ríe, los ojos achinados de fábrica de Cliff Robinson se convierten directamente en dos rayitas horizontales, como las del emoji. Su rostro, que apenas ha envejecido respecto de aquel que con su vincha se hizo célebre en la gloriosa NBA de los ’90, adquiere un tono pícaro, de victoria.

Tiene razones “Uncle Cliffy”. Ahora habla como emprendedor del mundo cannábico legal y sus palabras, 20 años después, tienen otro valor. No fue así: como un samurai que no se aparta de su camino, Robinson siempre escogió sus acciones basado en un principio, no en el miedo. Y esa senda fue la de la militancia verde, más allá de las críticas.

Con el objetivo de poner fin a la desinformación, el prejuicio y el racismo asociados a la planta de cannabis desde que se prohibió en Estados Unidos, a principios del siglo XX, Robinson asumió como un mártir cannábico el castigo social: su perfil no compatibilizaba con el que se espera de un deportista supremo.

Moreno, criado en Buffalo (Nueva York), Robinson fue un guerrero que jamás detuvo su marcha por el fin de la prohibición. En la época en que llegó a ser el Mejor Sexto Hombre de la liga de básquet más competitiva del mundo, pagó moneda a moneda las consecuencias de su sinceridad: durante su carrera dos veces lo suspendieron por consumir marihuana, aunque él siempre admitió que la usaba para calmar dolores y ansiedad.

“Si jugás durante 18 años en la NBA y lo hacés en un calendario con al menos 82 partidos por temporada vas a tener que aprender a convivir con la ansiedad y con tu habilidad para relajarte. El cannabis siempre me ha ayudado con esto”, comentó hace unos años este histórico jugador que vistió las musculosas de Portland Trail Blazers, Detroit Pistons y Golden State Warriors, entre otros equipos a lo largo de casi dos décadas.

Robinson es una leyenda de
Robinson es una leyenda de la NBA: jugó 18 temporadas en la liga de básquet más importante del mundo

La prohibición de la marihuana, desatada en la época de la Gran Depresión de los años 30 para apuntalar con fake news el estigma racial contra los negros y los mexicanos, se replicó en las reglas de todos los deportes, incluido el básquet, una actividad para la que los afrodescendientes de Estados Unidos son más y (los) mejores.

Con la idea de que la planta afecta la salud (a pesar de varios documentos reservados del gobierno de EE.UU que indicaban lo contrario, como el informe La Guardia, de 1944), se borraron de la memoria colectiva los libros ancestrales que relatan todos sus provechos terapéuticos, se anuló la costumbre milenaria de consumirla de los pueblos africanos que viajó en los barcos de los esclavos al continente americano y se transmitió de generación en generación. Y se castiga a los competidores que la usan, tengan el color de piel que tengan.

Para Cliff eso era una injusticia y a la vez un desafío. Entregó cuerpo y prestigio para redimir la planta. “Cuando lo hice era ilegal y pagué por ello, pero ahora es una época nueva y hay que mirar hacia adelante”, sonríe.

En 2017, una década después de retirarse, este hombre de 53 años lanzó su propia marca cannábica, en un contexto paradigmático: el de la regulación. Estados Unidos, el mismo país que rediseñó la historia para la prohibición en los años 30, es el que ahora borra con la mano lo que escribió con el codo y va al frente de nuevas legalizaciones. Son 11 estados de ese país que ya permiten todo tipo de uso de la marihuana y más de 30 los que aceptan el medicinal. Además de la legalización total en su país vecino del norte, Canadá, lo cual influye culturalmente.

Robinson, un activista histórico, se sumó a esta era, la que esperó por tantos años y por la que fue estigmatizado. Desde su compañia “Uncle Cliffy”, este hombre, que atraviesa 2,08 metros desde la planta de sus pies hasta el tope de su cabeza, vende sus propios porros ya armados en tubitos que llevan un logo como de escudo de equipo de básquet, y las iniciales UC.

Cliff tiene 53 años y
Cliff tiene 53 años y desde 2017 está en el negocio del cannabis legal

“Fui un fanático de la planta durante mucho tiempo, así que decidí saltar al espacio del cannabis porque sé qué productos funcionan y creo que el emprendimiento social va de la mano con mi defensa de la reforma”, comentó a prensa cannábica especializada tiempo atrás.

Robinson comenzó a fumar porros a los 15 años en Buffalo. Pero la marihuana siempre fue parte de su vida. Su padrastro vendía cannabis en su barrio para tener un ingreso adicional. “Éramos una familia ensamblada y necesitábamos llegar a fin de mes”, contó.

En un país en el que la enorme mayoría de los detenidos por drogas son afrodescendientes, y casi todos sólo por portar marihuana, Cliff la pasó mal, siempre. En 1997, cuando ya era una estrella, fue arrestado por posesión en Portland. Cuatro años después, lo condenaron por un delito menor de tenencia y él se declaró culpable de conducir bajo los efectos del cannabis.

“Este ‘Uncle Cliffy’ podría no haber existido, ni jugado 18 temporadas en la NBA, porque lo arrestaron de joven por tener una bolsita con marihuana. Tranquilamente mi carrera podría haber tomado otro rumbo", contó en el documental “Grass is greener”, del director Five Fab Freddy.

Robinson no fumaba los días previos a los partidos, pero usaba cannabis para bajar la adrenalina, las tensiones y la ansiedad del día después. Cliff asegura que prefería la marihuana a los medicamentos recetados para aliviar sus dolores porque estos son más tóxicos cuando su consumo se hace rutinario. Le afectaban el estómago.

El cannabis no. Y le daba el mismo efecto de calma. “¿Por qué no tener una alternativa a esos productos farmacéuticos que cuando ves en los comerciales de la tele que tienen 20 efectos secundarios?”, se preguntó. “Siempre hemos tenido una buena relación con la marihuana. Siempre ha sido una forma de calmarme. Calmarme, calmar mi estómago. Siempre ha sido esa influencia tranquilizadora en mi vida”, se contestó.

Portland Trailblazers' forward Clifford Robinson
Portland Trailblazers' forward Clifford Robinson (R) gets a hand on the ball as Charlotte Hornets' forward Glen Rice (C) drives past Blazers' forward Rasheed Wallace, during first half NBA action in the Charlotte Coliseum, March 26 . SPORT NBA

La segunda y última vez que la NBA lo castigó por doping fue en 2006 y le afectó mucho. Ya tenía 39 años, jugaba los playoff para los New Jersey Nets. Y era una pieza clave desde el banco, como lo era Manu Ginobili en los Spurs. Llevaba mucho tiempo sin fumar cannabis, pero después de que dos de sus compañeros de equipo se sometieron a su cuarta y última prueba de drogas del año (el acuerdo de negociación colectiva de la NBA exigía cuatro pruebas de drogas al azar durante todo el año), querían celebrarlo y sus compañeros lo incitaron a hacerlo. Cliff jura que primero se resistió pero que finalmente aceptó.

Dos días más tarde, fue seleccionado para hacerse la prueba. Su suspensión entró en vigencia con el tercer juego de las semifinales de la Conferencia Este. La serie estaba empatada 1-1 y él volvió a Nueva Jersey. Los Nets no volvieron a ganar y quedaron afuera.

Fui egoísta y no entendí la posición en la que estábamos”, admitió a Vice Sports, y agregó: “Eso realmente me lastimó porque estábamos bien y ser sacado de la cancha durante los playoff porque fumaste marihuana... nunca me sentí bien por eso”.

Siempre defendió el uso responsable de cannabis y cree que su compromiso le complicó la carrera dentro del básquet. Entre su retiro y el anuncio de su empresa cannábica, Robinson nunca aceptó muchas de las ofertas que le hicieron para entrar en el creciente negocio dentro del mundo legal de esta planta. Porque quería ser entrenador. “Afectó mi reputación”, le dijo al sitio Vice. El año pasado él mismo tuiteó al respecto: “¡Creo que podría ser uno de los jugadores más subestimados de todos los tiempos!”.

Finalmente se asoció a Johnny Green y Sid Gupta, creadores de Pistil Point, una granja productora de cannabis en California y Portland, y juntos dieron vida a la línea de productos Uncle Cliffy, orientada a calmar los dolores de los deportistas.

Detroit Pistons center Clifford Robinson
Detroit Pistons center Clifford Robinson celebrates the Pistons 85-82 win over the Toronto Raptors in Game 5 of their Eastern Conference quarterfinal in Pontiac, Michigan, May 2, 2002. The Pistons won the series three games to two. REUTERS/Rebecca Cook ANW/SV

“Todo el mundo fuma acá en Portland, casi todos lo hacen, no creo que deba ser un estigma. Y sin embargo, los aficionados de los Blazers me trataban mal. No lo entiendo”, se lamentó Robinson.

Las suspensiones siempre estuvieron acompañadas de notas periodísticas que replicaban un supuesto “drama” de Robinson con “la droga”. “Siempre me persiguió ese estigma”, dijo. “La gente no hablaba de que era una estrella de la NBA, o de que fue el Mejor Sexto Hombre, hablaban de que fumaba cannabis, como si eso manchara tu carrera y debieras ser recordado así”, comentó sorprendido e indignado su socio Green.

Esa percepción negativa fue la que me motivó mucho para entrar en la industria del cannabis”, agregó Robinson, ciudadano de un país donde los negros detenidos por posesión de marihuana triplican a los blancos en casi todos los estados. Y donde a la vez muchos deportistas han reconocido su uso, desde Mike Tyson, que también entró en el negocio de la marihuana, hasta muchos jugadores de la NFL, ciclistas, tenistas y nadadores como el máximo competidor de la historia de este deporte, Michael Phelps.

Además de ser considerado el Mejor Sexto Hombre en 1993 cuando jugaba para los Blazers, Robinson participó del All-Star Game y fue elegido entre el mejor quinteto defensivo en dos oportunidades durante su carrera. Años después, cuando presentó sus productos cannábicos, remarcó la esencia de lo que fue su vida: “Esta será una oportunidad para mi para deshacer el estigma alrededor de la cannabis y la mala percepción de que los atletas y la cannabis son incompatibles”.

Para los empresarios del nuevo gran negocio del cannabis, es exactamente al revés. Cliff Robinson da prestigio. Desde el galpón que solía ser una fábrica de parlantes para autos en la zona norte de Portland y que los dueños de Pistil Point convirtieron en un gigantesco espacio de cultivo interior, Sid Gupta explica: “Cuando tenés embajadores de marca como Cliff Robinson, estás hablando con un público mucho más amplio. Realmente se necesitan voces para llegar a un público más amplio sobre lo que representa este medicamento y cómo se debe controlar. Tener personas como Cliff a bordo puede ayudar a marcar la diferencia”.

“Acabamos de lanzar, así que, como con cualquier cosa nueva, necesita tiempo para crecer”, dijo Robinson a un diario de Portland. “En este momento estamos contentos de tener algunos productos en los estantes para mostrar cierto progreso en la empresa y que seguimos avanzando por el camino que yo establecí para la empresa”, agregó.

Al principio, Robinson pensó en ponerle a su marca “Uncle Spliffy”, un apodo con el que lo estigmatizó el cronista de la NBA Peter Vecesy debido a los problemas que tuvo con la marihuana cuando era jugador. “Spliffy” es un adjetivo urbano que define a alguien que está “fumado”. Sin embargo, con sus socios acordaron que la marca debía relacionarse con la imagen que dejó como deportista, algo serio, y no avalar el estereotipo del “fumón”.

Robinson y Pistil Point dicen que las cepas de marihuana que usan para sus productos Uncle Cliffy están destinadas a ofrecer a los usuarios un mejor enfoque y darle mejor recuperación al cuerpo del usuario deportista en el proceso de restauración muscular.

El camino de Robinson es el de poner final al estigma que lo marcó durante su exitosa carrera en la NBA. De momento, la asociación considera todavía que la marihuana afecta el rendimiento de los jugadores y no contempla por ahora un cambio en la reglamentación.

“Mientras más nos mantengamos al frente de una manera positiva y sigamos presionando para ser responsables creo que el cannabis eventualmente será reconocido como una ayuda para los atletas y no como un obstáculo”, asegura Cliff Robinson, quien, jura, ya no fuma como cuando era jugador.

Sencillamente porque ya no le duele tanto el cuerpo.

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