Cualquier otro partido de fútbol disputado este sábado ha quedado eclipsado por el duelo disputado en el Estadio Internacional Khalifa de Doha, Qatar, donde se enfrentaron el Liverpool de Jürgen Klopp, campeón de Europa, y el Flamengo de Jorge Jesus, rey de América. En una final de Mundial de Clubes muy intensa pero escasa de goles, los Reds se impusieron 1-0 en la prórroga (gol de Roberto Firmino) y lograron romper un maleficio histórico.
El cuadro brasileño atravesó un pequeño proceso de adaptación en los primeros minutos de juego y le costó poner a funcionar correctamente su engranaje, sobre todo porque la presión alta del conjunto inglés le cortaba los circuitos y le impedía progresar en el campo con fluidez. Fueron 10 minutos de amplio dominio del monarca europeo.
Pero con el correr de los minutos fueron los Reds los que bajaron su intensidad, retrocedieron unos metros y cedieron el control a un Mengão que pisó el área rival con poca claridad. El Fla comenzó a empujar cada vez más cerca al arco de Alisson, con Bruno Henrique como jugador más desequilibrante. El primer tiempo acabó sin goles, con ambos equipos llevando peligro pero sin la lucidez para abrir el marcador.
La primera situación clara, más allá de un remate de Henrique que tapó Joe Gómez, fue la que tuvo Roberto Firmino en el arranque del complemento. Iban 3 minutos cuando recibió un pase de Henderson, eludió a su marcador y su tiro se estrelló en el palo. Sería un aviso de cara al cierre del encuentro.
Gabigol exigió a Alisson pero no logró vulnerarlo y, llegando a los últimos 20 minutos del partido, el ritmo bajó considerablemente. Ambos equipos se mostraban cómodos, aunque el equipo brasilero ponía un poco más de audacia. De hecho, Jorge Jesus apostó por los ingreso de Vitinho y Diego para intentar aprovechar sus opciones en ofensiva, mientras que Klopp se inclinó por Lallana para refrescar el mediocampo.
De todos formas, el equipo inglés fue el que tuvo las opciones más nítidas en la segunda etapa, donde Diego Alves fue exigido en un par de oportunidades.
Sobre el cierre, en el último minuto del tiempo reglamentario, se vivieron momentos de tensión con un penal cobrado a favor del Liverpool que luego fue desestimado a costas del VAR. El árbitro había cobrado la pena máxima por un quite de Rafinha sobre Sadio Mané pero al revisar al jugada en el monitor revocó su decisión. El reloj corrió y el pitazo final del colegiado decretó que el partido seguía en la prórroga.
El cotejo se fue a la prórroga. Ambos equipos estaban visiblemente agotados al iniciar el tiempo suplementario y parecía que nada evitaría los penales. Pero los Reds lograron marcar el gol que les dio la gloria de cumplirse los primeros 10 minutos. Fue una transición rápida típica del elenco de Klopp, que partió de un pase largo de Henderson y continuó con una gran jugada de Mané. El senegalés le dejó el balón servido a Roberto Firmino, quien tuvo nervios de acero y dejó desparramado a Alves en el suelo antes de enviar el balón al fondo de la red.
Fue el gol que puso fin a una maldición histórica, porque pese a ser campeón continental en seis ocasiones, el Liverpool nunca había podido ser campeón del mundo. No jugó la Copa Intercontinental de 1977 y 1978 por cuestiones de calendario. Luego perdió la final de 1981 contra el Flamengo de Zico y la de 1984 ante Independiente. Su última caída de esta índole había sido en 2005 frente al São Paulo FC.
El hechizo llegó a su fin y el Liverpool de Klopp escribió un nuevo capítulo de un exitoso ciclo que ahora apunta todos sus cañones a la Premier League, donde marcha líder del campeonato con 10 puntos de ventaja sobre su escolta, el Leicester City. Nunca ha ganado este título, ya que su último campeonato de primera división lo obtuvo en 1989/90 y el formato actual de la liga inglesa comenzó en 1992. Sería otro hito histórico y están dispuestos a lograrlo. En Doha demostraron que siempre hay una primera vez.
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