La historia de Michael Owen es la pintura perfecta de esos futbolistas que se convierten en figuras mundiales cuando todavía están dando sus primeros pasos en su carrera deportiva. Fue a los 17 años que hizo su primera aparición en el Liverpool de Inglaterra, el club donde se formó como futbolista.
Un año después de su estreno con la camiseta de uno de los históricos del fútbol inglés, desplegó sus alas en la selección de Inglaterra. En el Mundial de Franco 1998 deslumbró al mundo con su rapidez y destreza con la pelota.
Owen creció y su carrera lo llevó a jugar en los mejores clubes de Europa, pero las lesiones que sufrió truncaron sus posibilidades de ser considerado uno de los grandes jugadores de todos los tiempos. A pesar de eso, jugó 15 temporadas, hasta que decidió retirarse en el Stoke City en 2013.
Pero una vez que Michael colgó los botines, su vida se transformó como la de cualquier atleta de alto rendimiento que termina con su carrera. En diálogo con The Independent, un medio británico, Owen se encargó de remarcar lo difícil que es el día después para cualquier futbolista.
“Cuando te jubilas no vales nada para tus empleadores, no vales nada para el juego y entenderlo es bastante complicado”, mencionó en una larga entrevista.
“Las estadísticas son bastante asombrosas cuando se mira a los futbolistas que se retiran: hacia dónde se dirige tu matrimonio, en qué lugar estás financieramente y mentalmente”, agregó.
Owen, que cumplió 40 años este 14 de diciembre, divide su vida después del fútbol en la pasión por las carreras de caballos -se transformó en su nueva pasión- y en su rol como comentarista en transmisiones del fútbol inglés. Después de convivir con duras lesiones, varias de ellos que lo mantuvieron alejado de las canchas por grandes lapsos de tiempo, el ex atacante de la selección inglesa puede dar fe que el fútbol es una disciplina mucho más complicada de lo que creen los fanáticos.
“Es el deporte más peligroso mentalmente. Estás jubilado a los 33 años, si no te han jodido la cabeza para establecer un negocio o hacer algo para mantenerte en marcha”, dijo el futbolista que participó de tres Mundiales junto a la selección inglesa. Además de la Copa del Mundo de 1998, disputó Corea-Japón 2002 y Alemania 2006.
“Me gustaría pensar que lo superé y que estoy en un buen lugar, pero siempre veo jugadores con los que solía jugar y es desgarrador”, agregó Owen.
Tras su paso exitoso por el Liverpool -ganó seis títulos-, se mudó a España para jugar en la Casa Blanca. El delantero inglés se puso la camiseta del Real Madrid durante una sola temporada hasta que volvió a Inglaterra para desplegar toda su capacidad en el Newcastle, Manchester United y, por último, el Stoke City.
Una vez que hizo oficial su retiro a los 33 años, Owen se sintió vacío por dejar de entrenar. Así lo relató: "Tiene algunos efectos secundarios y lo hizo conmigo, afortunadamente no es nada grave, pero fácilmente podría haber sido. Incluso cuando sabía que era basura a los 33 años en comparación con lo que era, todavía pensaba que era el mejor jugador del mundo. Es una lucha contra tu propio cerebro”.
Además de su paso exitoso por varios clubes -anotó 255 goles en los 485 partidos que disputó-, a Michael Owen se lo recuerda por su explosiva aparición con el seleccionado inglés. En Francia 1998 se convirtió en el goleador más joven del Mundial con el tanto que le anotó a Rumania -tenía 18 años y 191 días-, pero el mejor recuerdo de su primera participación mundialista está relacionada con el fútbol argentino.
“El mejor gol fue el gol contra Argentina debido a la calidad del mismo”, explicó el ex futbolista, que aprovechó para sumar otro tanto que marcó su carrera. “Si me dijeras ahora que podría rebobinar mi vida y tener un día más, diría Cardiff contra el Arsenal en la final de la FA Cup”, recordó sobre el tanto convirtió y valió un título para el Liverpool en 2001.
Por último, Owen se refirió al flagelo que fueron las lesiones en su carrera. ¿Si no hubiera sufrido tantas molestias habría sido mejor jugador?
“Hasta los 20 años fui uno de los mejores jugadores del mundo a esa edad”, explicó Michael, que confesó cuando sintió que su carrera comenzó a entrar en una curva descendente.
“Cuando rompes uno de tus isquiotibiales y no se repara, estás comprometido. Eso sucedió a los 19 años y gané el Balón de Oro a los 21. Creo que estaba en mi mejor momento a los 17, 18, 19 y luego a los 21, 22 todavía estaba a la altura, pero ya ahí comenzó mi declive”.
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