Es una de esas imágenes simbólicas que transcienden en el tiempo. En el centro de la escena, con un traje negro, la mano derecha en alto y la sonrisa en su rostro, el presidente ruso Vladimir Putin, quien se encuentra arropado por los jóvenes deportistas de su país. La bandera flamea encima de ellos. Todos felices, con sus brazos al cielo y la alegría a flor de piel, celebran el éxito de en los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi 2014, donde Rusia sorprendió al terminar en la cima de la tabla de medallas (33), con casi el doble de preseas que ganó en 2010.
Una fotografía que recorrió el mundo y marcó el inicio de una debacle, ya que cinco años después de aquella exhibición patriótica a Rusia la han desterrado del deporte mundial por manipulación de datos de dopaje, una fuerte sanción que manchó a las 13 medallas de oro, 11 de plata y nueve de bronce que presumió en aquel momento el Kremlin.
Durante 2014 empezaron a avanzar las investigaciones y en diciembre el canal de televisión alemán ARD informó sobre las acusaciones de corrupción y dopaje sistemático en toda Rusia. Pero no fue hasta noviembre del 2015 que el escándalo no explotó por completo: la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) cerró el laboratorio nacional de pruebas de drogas y suspendió a la Agencia Antidopaje de Rusia por no cumplir con las normas.
Empezaron a brotar los testimonios y las revelaciones. Uno de los más impactantes fue el de Grigory Rodchenkov, el ex director del laboratorio antidopaje en Moscú, quien reveló al New York Times que cambió las muestras sucias por otras limpias como parte de un programa estatal de dopaje en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 y otros eventos importantes. El Comité Olímpico Internacional (COI) tomó las riendas del asunto y empezó a analizar muestras antiguas, lo que finalmente derivó en suspensiones a docenas de atletas de Rusia.
En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, ya Rusia compitió con un equipo reducido y en el Mundial de Londres 2017 hubo un equipo de 19 atletas rusos que compitieron como neutrales después de ser investigados por la IAAF.
Ya en diciembre de 2017, con pruebas fehacientes de las trampas masivas en los Juegos de Invierno 2014, el COI prohibió oficialmente a Rusia en los Juegos Olímpicos de Invierno 2018 en Pyeongchang. No obstante, 168 deportistas rusos compitieron como “atletas olímpicos de Rusia”.
Tras la disputa de la Copa Mundial de la FIFA 2018, con investigaciones al fútbol ruso pero sin ninguna sanción, la Agencia Mundial Antidopaje restableció la agencia antidopaje rusa con la condición de que entreguen los datos almacenados y las muestras del laboratorio de Moscú. Un año más tarde, hace pocos meses, descubrieron que esos datos pudieron haber sido alterados.
Por ello, a cinco años de aquella imagen gloriosa y exultante con Putin y sus 33 medallas, la AMA decidió vetar a los equipos rusos de los eventos más importantes del deporte mundial durante cuatro años. Rusia no dejará de ser sede de la Eurocopa 2020 ni de la final de la Champions League 2021. Tampoco de la Fórmula 1. Pero dirá adiós a los Juegos Olímpicos y a las Copas Mundiales de la FIFA. La bandera rusa ya no flameará en lo más alto.
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