Carles Rexach, de 72 años, sigue trabajando en el Barcelona y tiene una columna en el diario Mundo Deportivo, que se titula “Correr es de cobardes”. Es un crack histórico del club, al que llegó a los doce años y en el que luego también fue DT , y necesitó segundos de ver en acción a un Messi adolescente para decidir su fichaje.
—¿Qué pasó por su cabeza cuando vio a Lionel Messi levantando su sexto Balón de Oro como mejor jugador del mundo, siendo que usted fue quien lo hizo fichar para el Barcelona?
—Una gran alegría, porque se trata de alguien que cada día se supera a sí mismo y cuando le va bien, me hace salir en todos los medios, así que me preparo (risas), pero lo entiendo y estoy encantado de la vida. Es una gran satisfacción para él porque la foto de ahora es hermosa y vive un momento espectacular, aunque la gente no conoce todos los sacrificios y los malos tiempos que tuvo que atravesar cuando llegó a vivir a Barcelona siendo un adolescente.
—Usted lleva años trabajando en el Barcelona, descubriendo talentos. ¿Cómo fue con Messi?
—Ahora es fácil porque es demasiado evidente su superioridad, pero cuando lo vi me dije: “Este tío es un fenómeno”, y lo primero que pensé es que si no le pasaba nada raro, que no se volviera loco, que no tuviera un accidente, que creciera en estatura, tenía que llegar muy lejos. Incluso una vez que lo fichamos, le hacíamos “partidos trampa”…
—¿”Partidos trampa”?
—Sí, le hacíamos jugar ante equipos compuestos por gente mucho mayor, pero la pelota la tenía siempre él, y aquella timidez que tenía fuera de los campos de juego se iba una vez que comenzaba a jugarse y era otra persona.
—Aun así, se dice que no fue tan fácil ficharlo, porque había quienes se resistían en el Barcelona.
—Es que había muchas trabas que manifestaban algunos dirigentes, porque decían que era muy pequeño, extranjero (y por lo tanto, no podía jugar las ligas locales), pero yo confiaba en lo que me había dicho mi contacto en Argentina y el dirigente Josep María Minguella, que aunque tenía 12 años “tienes que verlo”. Pero con esa edad y viniendo de tan lejos, yo no podía irme hasta allí a verlo. Les dije “hagamos algo, que venga una semana a Barcelona con su familia y lo vemos en Barcelona”, pero hubo un problema inesperado, que me tuve que ir de viaje justo en ese momento.
—¿A dónde se fue?
—Me fui como ojeador de jugadores para el Barcelona a los Juegos Olímpicos de Sídney, y cuando regresé, me dijeron que la familia ya no aguantaba más de esperar, e incluso me decían: “Es un jugador de metegol”, entonces, al llegar, dije: “Bueno, mañana montamos un partido y lo veo”, y ni bien lo vi, me di cuenta de que era un fenómeno, pero es que si uno no lo ve, en este caso, debe irse a casa y dejarle el puesto a otro (risas).
—¿Es cierto que hubo una situación de equívoco, porque el padre de Messi pensó que como usted se fue rápido del entrenamiento, parecía que no le había interesado?
—Lo que sucedió es que yo llegué, y cuando el partido comenzó, estaba en un córner, y fui pasando por detrás del arco hasta llegar a la mitad de la cancha, y allí me fui, pero era porque no había nada para ver. En todo el rato que estuve mirando, la pelota la tenía siempre Messi.
—Pero tampoco fue fácil después.
—No, porque ya sabes cómo es un club tan grande. Yo estaba en el primer equipo y llegaba el chico con el padre al club y no había nadie para recibirlos, los días iban pasando, se enojaron, y allí fue cuando Minguella me dijo: “Hagan algo porque lo van a perder”, y entonces yo me comprometí ante su padre tomando una servilleta de un bar y comprometiéndome allí a llevar a cabo todo lo prometido, y así es que me puse al frente de todo, incluso, para tratar de solucionar la situación del padre, que era extranjero y necesitaba la residencia, pero era complicado, porque el chico tenía que jugar por libre, sin un torneo regular por su situación, aunque a la larga, yo creo que todos estos problemas lo hicieron mucho más fuerte. No es fácil estar en La Masía siendo tan pequeño.
—¿Por ejemplo?
—Cuando oscurece, los niños se ponen tristes, extrañan a sus familias, hay que estarles encima diciéndoles que ya los visitarán, que ya vendrán tiempos mejores. Messi ha pasado momentos duros.
—¿Cuánto de Messi hay en el Barcelona y cuánto de Barcelona hay en Messi?
—Para fichar a un chico hay que entender de fútbol: si tiene visión de campo, si se coloca bien, pero en un caso como el de Messi eso no fue necesario, y me sobró el tiempo. Yo puedo entender lo que le pasó, porque jugué toda mi vida en el Barcelona, desde los 12 años, casi como él, hasta que me retiré. Y cuando un chico es fichado por un club como el Barcelona u otro grande de Europa, es porque juega a un toque, no es morfón. Lo que hay luego es una academia que le agrega cosas. Messi tiene el don de la calle y gambeteaba muy bien, pero a eso le agregó que luego aprendió a entender el fútbol en lo colectivo y acaso esa sea una diferencia con Diego Maradona.
—¿A ver?
—Mire, el partido homenaje que me hicieron cuando me retiré fue hacer jugar al Barcelona contra la selección argentina (por cierto, ganamos 1-0) y estaba Maradona. Fue un jugador excepcional, fuera de serie, pero jugaba mucho para él. Messi hace lo de Maradona y trabaja también para el equipo. Hoy Messi sabe todo lo que tiene que hacer para jugar bien. El Barcelona le debe mucho a Messi, pero creo que también Messi le debe mucho al Barcelona.
—Usted fue compañero del fallecido holandés Johan Cruyff. ¿Cuál es la diferencia con Messi?
—Jugué cinco años con él en el Barcelona y luego integré por años su cuerpo técnico. Fue un gran jugador, pero en especial en lo táctico. Sabía cuándo había que jugar adelante, cuándo más atrás, le gustaba mandar. Era un poco como Alfredo Di Stéfano. Que iba por todos lados.
—¿Dónde rinde más Messi? ¿Jugando por la banda derecha y volcándose hacia el medio, de falso nueve, por todo el campo sin posición fija?
—Que Messi juegue por la banda derecha de vez en cuando, está bien. Es como hacer cada tanto una excursión hacia allí. Pero creo que la posición de Messi es de interior derecho, como media punta, y si su equipo juega sin un nueve fijo, que entre libre por allí, y si juega con un nueve fijo, que se apoye en él para definir. Creo que debe jugar a 15 metros del área, un poco hacia la derecha, porque en la banda puede llegar a estar unos minutos sin intervenir. Él aprendió ahora que no siempre se puede hacer una jugada genial y descarga y regresa y lo intenta otra vez.
—¿Tal vez esa sea la principal causa de que no le haya ido como soñaba en la selección argentina?
—Lo de la selección argentina es una de las cosas más raras en el fútbol porque tuvo y tiene demasiados buenos en el ataque: Dybala. Higuaín, Agüero, Di María y cada uno quiere hacer su gol. Lo que le faltó es otra clase de jugador. En el Barcelona todos lo buscan a él, pero tiene tanta calidad, que terminó generando eso pese a que había jugadores de todo tipo. Además, el Barcelona se para distinto y eso lo ayuda.
—¿Cómo es eso?
—Claro, el Barcelona juega al ataque, y cuando Piqué se instala en el centro del campo, la distancia entre líneas es muy corta y entonces Messi necesita moverse en 15-20 metros, mientras que con la selección argentina tiene que bajar a buscar la pelota y hacer un sprint de 50 metros. En el Barcelona no tiene que bajar tanto y hay espacios más reducidos.
—Durante la gala de la entrega del Balón de Oro en París apareció el tema de que se acerca el retiro. ¿Qué futuro le ve usted a Messi? ¿Para cuántos años?
—Una muestra la tuvimos el pasado fin de semana ante el Atlético Madrid, que es un equipo duro, difícil, complicado, y sin embargo, puso todo y acabó definiendo el partido magistralmente. Además, tuvo pocas lesiones, se cuida, sabe correr la cancha. Creo que tiene para algunos años más.
—¿Puede decirse que es el mejor jugador de la historia?
—Mire, yo he visto a casi todos. A Di Stéfano, a Kubala, a Puskas, a Charlton, a Pelé, a Cruyff, pero uno mira las estadísticas y Messi batió todos los récords. Le queda la guinda del Mundial, pero puestos todos en una bolsa, es el mejor de siempre y además, no tenemos tantas imágenes de los otros. También hay que decir que ahora todo ayuda: pelotas más livianas, campos que parecen alfombras. Pero Messi lleva 14 años al máximo nivel sin haber tenido casi altibajos y es completo. Hay jugadores muy buenos pero que están arriba 3-4 años y desaparecen, como le ocurrió aquí a Ronaldinho.
—Usted que está al tanto de lo que pasa en las divisiones inferiores del Barcelona. ¿Se ve abajo algo así para el futuro?
—No hay nadie así en el club, pero también los tiempos cambiaron. Cuando yo jugaba, en el Barcelona todos gambeteábamos y en el Real Madrid, también. Messi hace mucho la diferencia allí porque crea superioridad para el 2-1 al rival. En cambio, Cristiano Ronaldo tiene empuje, potencia, gol, pero no es habilidoso.
—El presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, comenzó a hablar de preparar “La era post-Messi”. ¿Se está preparando ya el Barcelona?
—Hay que acertar en los fichajes. En los últimos años, desde los tiempos de Cruyff como jugador, siempre había en el club entre 8 y 10 jugadores importantes surgidos de la cantera, pero ahora…¿cuántos hay en el primer equipo? Piqué, Sergio Busquets, Sergi Roberto, y nada más. Este es el tema. Los jugadores tienen que surgir con el concepto, hay que ganar siempre, pero a nuestra manera. No se puede descansar.
—¿Usted cree que Messi se retirará en el Barcelona o en la Argentina?
—Creo que acabará aquí porque está demasiado acostumbrado a jugar ante cien mil personas, por copas de Europa, y bajar el nivel cuesta mucho. Creo que cuando se retire, ya se tomará el fútbol para divertirse porque ahora tiene que marcar goles, ser efectivo, y eso no se disfruta tanto.
—Usted jugó el Mundial 1978 de la Argentina con la selección española. ¿Se hablaba algo de lo que ocurría en el país?
—Bueno, no se olvide que yo venía del Barcelona y jugaba en Cataluña, donde hay mucha intelectualidad y había muchos argentinos exiliados. En Cataluña, muchos intelectuales no siguen el fútbol en detalle pero preguntan cómo salió el Barcelona en cada partido. En lo futbolístico, la selección española no interesaba casi nada. Veníamos de los mejores equipos, y nada. En Chile 1962 jugaban en el ataque Kubala, Luis Suárez, Di Stéfano, Puskas y Gento, y no pasó nada. Cada uno iba a su bola.
—Usted conoció mucho a Cruyff. ¿Por qué cree que no jugó ese Mundial?
—Siempre me lo he preguntado, pero creo que él, tras perder la final de Alemania 1974, quedó tocado y no pensó que cuatro años más tarde ese equipo iba a volver a tener protagonismo, y no viajó.
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