La gran polémica de la final de Copa Libertadores entre River y Flamengo se desató a los 11 minutos del segundo tiempo cuando todo el equipo brasileño pidió penal por una supuesta mano de Nicolás De la Cruz adentro del área cuando Franco Armani ya estaba vencido.
Con la pelota fuera de juego, el árbitro chileno Roberto Tobar esperó para reanudar las acciones y aguardó indicaciones desde el VAR que estuvo a cargo del uruguayo Esteban Ostojich, quien reemplazó al peruano Diego Haro unas pocas horas antes en medio de una polémica.
Desde la oficina de videoarbitraje analizaron la jugada pero decidieron no llamar al árbitro Tobar a la pantalla. Si bien la situación desató la controversia, los jueces a cargo del partido acertaron en la determinación: la pelota pega en el codo de De La Cruz, pero no amplía volumen y tampoco impide con su brazo el gol porque de no estar allí su codo la pelota le hubiese pegado en el cuerpo.
El reglamento de la IFAB indica que tocar el balón con la mano advierte que se debe tener en en cuenta “el movimiento de la mano hacia el balón”, “la distancia entre el adversario y el balón” y que “la posición de la mano no presupone necesariamente una infracción”.
Cabe destacar que la intervención del VAR sólo está permitida para analizar cuatro posibles situaciones del partido: gol/no gol; penal/no penal; tarjeta roja directa; y confusión de identidad (cuando el árbitro amonesta o expulsa al jugador equivocado del equipo infractor).
Sobre el final del partido, Flamengo alcanzó el empate con un tanto de Gabriel Barbosa debajo del arco. La acción tuvo que ser analizada por una posible posición fuera de juego, pero las cámaras dejaron en claro que no hubo infracción alguna.
Cuando ya Gabigbol había quebrado el marcador del partido, el juez mostró dos rojas: a Exequiel Palacios por una patada a Bruno Henrique y al propio Gabriel Barbosa, quien había sido amonestado en el segundo festejo por quitarse la camiseta.
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